XXV

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Había un olor acre proveniente de las alcantarillas. Unos cuantos transeúntes la quedaban viendo con ojos sospechosos. Escondían sonrisas malévolas y reían entre ellos. El aroma a humo de cigarrillo y marihuana también se hacían presentes. Los vendedores miraban cautelosos a los alrededores, por si aparecía la policía cruzando la esquina. Había unos chulos y prostitutas de la misma manera, esperando realizar su trabajo con "dignidad".

La llegada de la joven despertó el interés de muchos, tanto de prostitutas como de drogadictos. Algunos vestían con ropas andrajosas mientras otros lucían sus grandes lujos. En ese medio, lo que menos importaba es tu forma de vestir.

Sus oídos y olfato desarrollado la guiaban entre los callejones. Oía el leve chillido de las ratas entrecruzándose por los botes de basura y las lejanas conversaciones de unos cuantos malandrines.
Un hombre en especial la observaba de pies a cabeza con malas intenciones. Tenía una serpiente tatuada en un brazo y un cabello largo hasta los hombros. Sus escleróticas venosas e inyectadas en sangre le daban un aspecto pesadillezco mientras mordía su cigarrillo y expulsaba el humo por la nariz.
Leena no le prestó atención y prosiguió con su camino. Sabía perfectamente lo que le pasaría a aquel hombre malencarado si se atrevía a seguirla.

El almacén de armas ilegales no estaba muy lejos de allí. Como supo Leena que allí vendían armas, porque ella frecuentaba ese sector para cazar a los desprevenidos alcohólicos o desventurados que pasaban por el sector. No lo hacía para alimentarse bajo la luna llena, sino cuando su instinto asesino le atacaba y solo le pedía asesinar sin razón.

No había tenido uno de esos ataques hace mucho tiempo, su naturaleza se había mantenido tranquila con la caza de la luna llena. Era casi un milagro para ella.

La tienda no poseía un nombre y ni siquiera estaba abierta a todo el público por lo que Leena tuvo que preguntar donde estaba escondido el lugar a una pareja desatada en uno de los callejones. La mirada que le dieron al detener la faena fue gélida y de odio. Por suerte, Leena logró llegar a su destino.

La pequeña tienda de suelo terroso y sostenida por unos cuantos pilares de metal estaba mugrienta y el olor a óxido le causaba un mareo y fastidio. Solo había un cliente de mala pinta comprando unas cuantas balas para su revólver mientras mantenía una acalorada conversación con la hija del dueño de la tienda, una muchacha incluso más joven que Leena con múltiples piercings en el rostro y de un llamativo cabello color lila.

Un sujeto fornido se aproximó al mostrador al ver a Leena entrar y se frotó el poblado bigote blanquinoso mientras tosía debido al humo de la pipa que fumaba.
—Buenas, buenas ¿Qué se le ofrece, señorita? —exclamó en tono de mofa e inspeccionándola.

Todos en aquel sector tenían esa maleducada forma de mirar. A Leena eso en el fondo le causó iras, tanto que incluso sintió como su lobo interior se sacudía en sus entrañas.
—Buenos días, deseo comprar un arma y un silenciador.

—¿Una chica como tú necesita un arma? —coqueteó el dueño mientras colocaba un codo sobre las sucias vitrinas—. Éste lugar es muy malo para una chica tan inocente como tú querida. Si deseas, puedo regresarte a tu casa en mi camioneta. Sin compromiso.

A Leena le asqueó el comentario, incluso más que cuando sacó el dinero de su bolsillo, el mismo que no le pertenecía pues lo había sustraído de todas las víctimas que había asesinado así como muchas de sus vestimentas.
—Dame un arma de buena calidad y el silenciador y rápido —ordenó azotando los cinco billetes de diez mil coronas ante la sorpresa del vendedor—. No vengo para estupideces.

En eso momento la expresión del vendedor cambió al apreciar el destello sobrenatural en los ojos de la chica cuando declaró su sentencia. El dinero también lo hizo callarse y enfocarse en su trabajo. Se alejó entre las vitrinas y sacó dos armas de entre sus bienes y el silenciador. Leena apreciaba cuidadosamente las acciones del hombre mientras sentía su pulso crecer más y más y su respiración volverse irregular. Estaba lista para atacar si el caso lo ameritaba.

Teratos: Luna Roja (EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora