Parte 12: Hope

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Por unos instantes, ninguno dijo nada, el corazón de ambos terrestres se había detenido y luego había vuelto a funcionar. A la espera de que alguien respondiese su llamado, una voz suave, pero bastante distorsionada por la interferencia constante que la radio hacía, les había respondido lo que se asemejaba mucho a un "ayuda". No sabían a ciencia cierta si aquella voz había dicho algo luego de eso, ya que la estridencia se sobrepuso a lo que sea que dijeran después, por lo que haciendo un gesto hacia Sven, le dijo que dejara de seguir intentando. Se levantó de su lugar y caminó un par de veces por la habitación; en su mente rondaba en incesante pensamiento de aquella voz, y su respiración se entrecortaba cada vez que evocaba ese tono tan conocido, pero a la vez irreconocible para ella. "Fue claramente un llamado de auxilio, lo que significa..."— Lo que significa que hay gente en el exterior. —le cortó la castaña, continuando con lo que iba a decir y el terrestre asintió. "¿Cree que son sobrevivientes?" le preguntó, tan confuso en el tema cómo lo estaba ella misma. — Creo que son desconocidos, de los únicos en que nos podemos fiar son de los que se encuentran acá dentro. —enunció parándose firme, fijando su mirada de la misma forma en el contrario. "¿Incluido los Skaikru?" cuestionó Sven, alzando una ceja. — Sabes la respuesta a eso; solo un par de ellos son de verdadera confianza. —a penas terminó de decir aquello cuando voces proveniente del otro lado de la puerta, se interpusieron e inmediatamente su acompañante se apresuró en dejar todo tal y como estaba antes de que ellos ingresaran, apagando en el proceso, lo que sea que se habían encargado de utilizar. Hasta que ellos acabaron, los murmullos provenientes de afuera comenzaron a incrementar hasta convertirse en verdaderos gritos en forma de orden, y para cuando la castaña abrió la puerta, pudo divisar a un centenar de guardias skaikru apuntando con sus armas a sus hombres, quienes pese aquel hecho, mantenían una actitud de lo más indiferente. Sven, de hecho, fue el único que atinó a colocar la palma de su mano en la empuñadura de su espada, y aquello no pasó desapercibido para los presentes, provocando que un par de ellos apuntaran directamente a su persona. Se giró un momento solo para captar la sonrisa sínica que el contrario componía ante eso. "Señores, me conocen, no hay motivos para considerarnos una amenaza." Enunció el hombre con el mismo temple calmado que tenían todos, excepto por supuesto, los que aún continuaban apuntándolos, por lo que dando un paso al frente, su cuerpo rozó el arma enemiga, y Lexa se dispuso a acabar con todo aquello.— Ya escuchaste a mi hombre, soldado, baja esa arma ahora mismo. —el guardia que dirigía a los demás titubeó, pudo sentir la boca de fuego del arma temblar casi de manera imperceptible contra su pecho, que era donde apuntaba, y no quitó la mirada del hombre hasta que éste comenzó a bajar de a poco sus brazos y siguiendo su ejemplo, los demás hicieron lo mismo. "La doctora Griffin requiere su presencia en la enfermería" le dijo el guardia una vez hubo bajado por completo el arma y la colocaba en su funda, pero pudo percibir como todavía mantenía sus dedos alrededor de aquella. Asintió y ladeando el rostro, les hizo una señal a sus hombres para que la siguieran, por lo que los otros que prácticamente ocupaban todo el pasillo central, tuvieron que apartarse para dejarles el paso, no obstante y antes de desaparecer por completo, el oficial al mando volvió a llamar su atención. "Señorita Woods, tendré que informarle al canciller Kane de su presencia en esta sala, y la próxima vez que sus hombres dificulten de alguna manera la entrada a los míos, irán directo al sector 6." Paró su andar de inmediato al escuchar eso. El "sector 6" era como se le denominaba al lugar donde ocurrían todos los castigos que equivalían una muerte directa; cuando ella despertó de su letargo y supo de aquel sitio, lo fue a ver casi al instante de poder caminar; era como un sótano y una sala de calderas al mismo tiempo, pero lo que en verdad provocó en ella una mella que nunca más la dejó ir hacia ahí, fue el olor a muerte que impregnaba el lugar. Ahí también ocurrieron los "sacrificios" que tuvieron que hacer para resolver la falta de oxígeno. Cuando Lexa se enteró de aquello, se enfrentó al consejo y les dijo que si no querían una pronta rebelión, dejaran de jugar a los verdugos y comenzaran a utilizar ese miedo que los llevaba a pensar que morirían ahí dentro, para otra cosa más productiva, como el encontrar una posible salida. Sin duda alguna había pasado por tiempos oscuros en los años que llevaban encerrados, por lo que la amenaza del guardia no fue tomada por ellos con la liviandad que cualquier otro hubiera pensado. Girándose, dio una mirada de soslayo a Sven, y captando la señal, éste sacó su propia arma, y antes de que los contrarios pudieran prever algo de lo que estaba aconteciendo, Lexa desenfundó su propia daga y a una velocidad pocas veces vista, lanzó ésta en dirección al hombre que se había dirigido a ella, teniendo como resultado final, que la hoja se incrustara en la frente del guardia, pudiendo observar como emitía un leve jadeo antes de que sus pupilas se diesen vuelta, dejando sus ojos en blanco, y cayera al piso con un ruido sordo; la segunda parte del plan ya estaba en marcha. Sólo algunos de los guardias skaikru que estaban al lado del hombre caído, tuvieron la suficiente rapidez para apuntarlos nuevamente con sus armas, pero hasta eso ellos ya habían desenfundado las suyas, y vio en los semblantes ajenos que se daban cuenta que si disparaban, ellos también saldrían heridos en el fuego cruzado. La terrestre se adelantó y recuperó del cuerpo que yacía muerto en el suelo, su daga, regresando con la misma calma hasta colocarse al lado de sus hombres. — ¿Alguien más quiere amenazarme a mí o a los míos? —cuestionó mientras limpiaba la sangre skaikru de la hoja afilada, en su ropa hasta dejarla reluciente. Puesto que nadie le contestó, la castaña levantó la vista y pudo divisar que nuevamente deponían las armas, por lo que alzando su diestra, ordenó a sus hombres que hiciesen lo mismo. — Bien. Pueden decirle al embajador Kane que me encontrará en la enfermería. —recibiendo como toda respuesta un silencio sepulcral, la ex comandante volvió a encaminarse por los pasillos hasta desaparecer por completo; su temple calmado distaba mucho de cómo verdaderamente se sentía. El saber que si había gente fuera del búnker sumado a lo que acababa de suceder solo provocaba que sus pensamientos se dispersaran a cada momento. Una vez estuvieron donde nadie los pudiese escuchar, Lexa le ordenó a Sven informar de lo acontecido a Indra, y a los otros vigilar a los suyos, incluyendo a skaikru.

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