Epílogo (ii)

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El incesante bullicio no tenía fin, alegrando a quienes transitaban por ahí y a la mansión entera en sí. Cansada de ser opacada por tanta penumbra y ahora convirtiéndose en testigo de las hermosas emociones florecidas de los joviales hombres.

− ¡Te atraparemos, Kurokocchi! – Resonó el grito por parte de Kise, quien no dejaba de carcajear.

− ¡Jamás! – Aún con dificultad logró trasladarse hacia la cocina, quedando tras la encimera encontrada ahí.

Aunque pronto se libró de su soledad, pues sorpresivos brazos lo tomaron por la espalda, abrazándose a su menudo cuerpo.

− Te atrapé – En un susurró la frase ingresó por su oído, logrando que el sonrojo coloreara sus mejillas y como siempre, su corazón comenzara a palpitar.

− Tramposo – Murmuró, aun sabiendo que no había argumentos para llamarlo de ese modo.

− Quisieras, bebé – Con cuidado su cuerpo fue girado, quedando su rostro a pocos centímetros del de Seijuro – Te amo – Dijo, juntando ahora sus labios y comenzando un excitante beso.

El tiempo había transcurrido y se llevó diez años de la vida de los chicos, donde hubo un proceso difícil del que se tuvieron que adaptar.

La rehabilitación no fue fácil para Tetsuya. Los daños hechos hacia su persona en sí no eran menores y bastante le costó seguir adelante. Sumada la permanente cojera leve obtenida tras lo acontecido.

Mas la paciencia y cariño brindado nunca le faltaron, dándole las fuerzas necesarias para continuar, para encontrarse en aquel momento haciendo lo que le gustaba, junto a ellos.

Junto a sus amados.

− Eres precioso – Masculló el mayor, recargando al chico en la encimera, sin despegarse de sus labios.

− Tu más – Contestó el contrario al obtener un poco de oxígeno. Aunque poco duró.

− Seijuro, déjalo, los estas asfixiando – Midorima reprendió, mientras entraba al lugar seguido de sus hermanos. Los que no dudaron en lanzarse sobre el "aprovechado" y comenzar una de sus tantas discusiones.

Muchos acontecimientos acompañaron aquellos años y entre ellos el lamentable fallecimiento del padre de Kuroko, que, al ser dejado por pocos días tras la recopilación de información en su deplorable hogar, fue víctima de un paro cardiorrespiratorio.

Lo que en cierta parte alegró a Tetsuya, sabiendo que el hombre no podría seguir resistiendo más sin su madre, ambos demasiado dependientes el uno del otro como para abandonarse.

− Oigan, recuerden que deben ir hacia la oficina. Hoy les toca reunión – Interrumpió la discusión, ganándose reproches y quejas, incluso de los más "serios".

Seis chicos compartían un inmenso amor entre ellos y, si bien para algunos aquellos se viera como algo nefasto, no por nada juraron amor eterno, de aquí hasta que el destino y la suerte vuelva a jugar con ellos.

¡Terminé! Sé que este final está un poco a la ligera y quizá no agrade tanto. Pero tengo que hacer un trabajo y leerme un libro. Así que perdón.

Originalmente este es el final de la novela. El epílogo original, pero para quienes tienen dudas de como finaliza si es que todo hubiese salido mal, está el otro.

¡Bien, ahora sí!

Los quiero infinito. Gracias, por tanto.

¡No se olviden de leer el especial!

¡Bye!

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