006.

6.2K 526 104
                                    

Hace tan solo una semana atrás se enteró que su madre falleció, a un lado de su padre y esperando la llegada de un hijo que tarde arribó.

La noticia fue inesperada y demasiado repentina, tenía noción de cuan mal se encontraba su progenitora, más nunca espero que de un día a otro ella ya no se encontrara a su lado, brindándole sus cálidos abrazos y susurrándole lo mucho que lo amaba.

El mundo se le vino abajo.

Cada noche se la pasa llorando, mientras abraza su oso de felpa, conservado hace años tras se regalado por su madre en unos de sus tantos cumpleaños. Era quién le hacía olvidar todo lo malo y lo desolado que se encontraba, era quien cubría sus oídos del dolor de su padre, quien fundido en el alcohol lloraba y gritaba cada noche por la partida de su mujer amada.

Durante la hora diurna no salía de su hogar, se quedaba limpiando lo que en su momento fue un bonito salón, las botellas alcohólicas cubrían la cerámica y la basura cada día quedaba más aglomerada. La habitación de su progenitor era peor y en silencio él cumplía con su labor, ignorando el hecho de que el hombre, siempre que entraba, se encontraba tirado sobre el suelo o la cama, completamente inconsciente.

Había decidió no comunicarse con el señor Masao, aquel era alguien decidido y demasiado centrado como para tomar en cuenta a un niñato de solo quince años. No había explicaciones que dar, aquel mundo no funcionaba así, solo existía una oportunidad y el la desaprovechó.

Además, no tenía pensado volver a ver a aquellos hermanos.

Fundido en sus preocupaciones y lamentos, no sintió los pasos de su padre acercándose a su cuarto, hasta que la puerta sin cuidado fue abierta, revelando a un borracho Kuroko Fudo. Tambaleante, el hombre se acercaba, Tetsuya no sabía el motivo por el cual el mayor quisiera hablar con él, durante aquellos días no había recibido siquiera una mirada de su parte, se encontraba enfrascado en su mundo, ignorando que el dolor de la perdida también le había afectado a su hijo.

– Tet-su-ya – Arrastrando las palabras, pronunció su nombre.

– ¿Papá? –Interrogó, levantándose de la cama intentó acercarse al castaño.

– Eres su vivo retrato – Al escuchar la frase soltada, sus pasos se detuvieron, mirando sorprendido al hombre – Mismo cabello... Mismos ojos, los mismos labios... – Murmuró, mientras seguía avanzando hacia su perplejo hijo.

– Yo-yo no... –Las lagrimas hicieron presencia y no tardaron en deslizarse sobre sus mofletes. Pequeñas reminiscencias llegaron a su cabeza, de un pasado que lo marcó, algo devastador.

– Tan hermosa, Asaka – Emitiendo el nombre de su mujer, terminó por detenerse frente al menor, fijando su mirar sobre aquellos claros orbes.

Las grandes manos del hombre, inquietas, comenzaron a acariciar las suaves hebras, no notando la inquietud del más bajo, su nerviosismo y el dolor que transmitía. Siguiendo su rumbo, delineó el fino rostro con gran delicadeza y Tetsuya estaba seguro que aquello no se detendría ahí.

Todo lo comprobó al ser acercado al mayor y notar como este quedaba mirando sus labios.

Una sonrisa ladeada fue pintada sobre el rostro del contrario, acercando este al suyo y quedando a escasos centímetros, el oxígeno ya no era propio, sino compartido con quien alguna vez prometió nunca hacerle daño.

No quiero esto.

Armándose de valor, apartó con fuerza al hombre, como alguna vez había hecho con cierto chico, y sin mirar atrás, corrió.

Corrió con todas sus fuerzas, tratando de borrar lo ocurrido y yendo a un lugar desconocido.



Una semana sin sexo.

Sin caricias, sin besos, sin un orgasmo placentero. Cada uno se sentía frustrado, querían tener actos carnales, pero no sabían con quién. Kuroko los había flechado y su excitación era tanta que juraban ninguno igualaba aquella belleza, pero lamentablemente no habían vuelto a verlo. Por palabras de su padre, sabían que el menor no se había presentado más a aquellas oficinas, por ende, estaba despedido.

Tenían contactos para encontrarlo, más su orgullo era mayor, se juraron investigar y traerlo por sus propios medios.

Los cinco se encontraban en la oficina de Akashi, soltando de vez en cuando algún suspiro, intentaban crear un plan para que Kuroko volviera a pisar aquella mansión, necesitaban corromper a tal hermoso ángel.

– Seguiré insistiendo con que deberíamos pedirle ayuda a nuestro padre – Opinó Kise, por cuadragésima vez.

– Te he dicho que no, Ryouta – Firme respondió Akashi, quien se levantó de la silla frente a su escritorio y se dirigió a la salida.

– ¿Dónde vas? – Interrogó Midorima al notar los actos de su hermano.

– Iré a buscar un vaso de agua, gastar saliva con inútiles me da sed – Sin más salió de la oficina, yendo rumbo a la cocina.

Antes de poder ingresar, escuchó como el timbre de su hogar era tocado con insistencia, perturbando la paz. Grande fue la molestia al acto de osadía del desconocido. A pasos largos y firmes se dirigió hacia la entrada, abriendo la puerta y sin tener tiempo de procesar la sorpresa, se topó con el rostro del chico extraviado, a pocos centímetros del suyo.

– ¿Tetsuya? – Preguntó por inercia, sin salir de su asombro.

– Se-Señor Masao... – Tembloroso salió el llamado antes de desvanecerse en los brazos del chico.

Akashi asustado logró sostenerlo, notando a los pocos segundos la irritación en los parpados del menor y la fina capa de sudor que cubría aquel rostro. Algo le pasó a Kuroko y el iba a investigar el qué.

Tomando al de orbes claros al estilo nupcial, empezó su trayectoria hacia una de las habitaciones, dejando la entrada abierta.

No dio aviso a alguno de sus hermanos, en aquellos momentos velaría por la salud del muchacho. Al ingresar a su destino, recostó al pálido con cuidado, quitándole los zapatos y cubriendo su cuerpo con una de las mantas. Fijamente se quedó observándolo, apreciando su beldad. No entendía el motivo del ingreso de aquel chico a su hogar, no después de ser cruelmente humillado por él y sus hermanos, aun a pesar de pronunciar el nombre de Masao. Aunque el trabajo se les había facilitado y se juraba no soltar a Kuroko Tetsuya, no hasta haber concretado su plan y terminar de saciarse con su cuerpo.

Dando un pesado suspiro, acercó sus belfos a los contrarios, uniéndolos en un casto beso y sintiendo por un momento una extraña calidez, que pronto fue ignorada al girar sobre sus talones y salir de aquel cuarto. Daria aviso a los demás, iba a armar el plan para sacarle la verdad al chico y empezaría a pensar sus siguientes pasos.

–editado–

¡Y seguimos siendo responsables, ah!

Espero haya sido de su agrado el capítulo, cuando anteriormente lo había escrito no me gusto, pero ahora editado, fue de mi agrado, un poco.

Existía una pregunta formulada antes; ¿Shipp Yaoi que sigues de anime no Yaoi?

Las mías son muchas, pero una de ellas es Katsuki x Midoriya.

Bien, nos vemos pronto. Los loveo, bye.

PD: Los invito a pasarse por mi nueva novela "THE WALL" es original.

Brithish



You're Mine; KnBDonde viven las historias. Descúbrelo ahora