010.

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Los días transcurrieron de forma bastante rápida hasta ya pasar una semana de estar hospedado en aquella mansión, sirviendo a los cinco hermanos. Quienes a cada hora le llamaban para alguna tarea a realizar, ya sea para cosas simples como llevarles un café o incluso, ayudarles en algunos documentos.

Y de vez en cuando para complacerlos, siendo besado o manoseado.

Lo inesperado ha sido establecer una leve relación con Murasakibara, de forma espontánea y sin planificarlo, viendo el verdadero lado del chico, el cual, ante su nula idealización, resultó ser alguien bastante agradable, que estaba obsesionado con hacer pasteles, algo gracioso, según él, por la gran contextura del contrario.

De vez en cuando le pedía consejos, pues Kuroko con gusto los degustaba, ayudándole o simplemente felicitándolo. Y Atsushi lo agradecía, sabiendo que ninguno de sus hermanos le diría sus errores de aquella forma, pues siempre se destacan por su frivolidad.

– Tet-su-ya... – Llamó el mayor, que, al igual que el de orbes claros, se encontraba en la cocina. Solo que él se hallaba cocinando mientras el contrario, lavando los trastes sucios.

– ¿Qué se le ofrece, Murasakabira~kun? –Preguntó el chico, sin mirarlo aún.

– Se ha acabado la harina ¿Puedes ir al supermercado a comprar más? – Ante la situación presentada, se hubiese negado, pues ya eran más de las seis de la tarde y se encontraba bastante cansado, pero al ver los suplicantes ojos de Atsushi, se le hizo imposible negarse, soltando un simple "está bien" – ¡Gracias! Iré a buscar dinero, vuelvo pronto – Le informó, saliendo apresurado de la cocina.

– Claro... – Murmuró, comenzando a terminar de limpiar lo último que le quedaba.



A la harina se le sumaron huevos y una levadura, ya que, según Murasakibara, mejor prevenir antes que lamentar y tener todo aquello con anticipación, evitaba un futuro viaje. Él no replicó e hizo lo pedido, pues el chico en verdad le agradaba y era quien mejor lo trataba. Por lo que, acatando, dio rumbo al lugar destinado, añorando con terminar rápido todo aquello, llegar a la mansión y por fin descansar.

Con cuidado miraba las estanterías, ante la poca familiaridad que tenía con aquel lugar en aquel sector, específicamente. Deteniéndose de vez en cuando en los caramelos, que se veían demasiado apetecibles para su paladar, lástima que el dinero era escaso y las bolsitas demasiado costosas, sintiendo ya el peso de la alta sociedad. Y sabía que podría sacar un poco del dinero que le fue entregado, pero era enorme la vergüenza, no se atrevía a gastar algo que no era suyo, independiente de quien fuera la persona.

Así que, siguiendo su camino, fue a otro pasillo.

– ¿Tetsuya? – Escuchó pronunciar tras su espalda, pero creyendo que el llamado no era para él, siguió de largo, siendo sostenido, a los segundos, por una mano agarrando con delicadeza su muñeca, volteándolo y mostrando a la desconocida persona.

– ¿Himuro~san? – Preguntó, extrañado de encontrarlo en aquel sitio.

– ¡Tetsu, te extrañé tanto! – Efusivamente le dijo el chico, tomándolo desprevenido en un fuerte y cariñoso abrazo, al que pronto correspondió, sonriendo y olvidándose de su anterior interrogante – Hey, pequeño ¿Por qué lloras? – Preguntó Himuro, extrañado, pero sin soltar su agarre, al contrario, incrementándolo.

– Solo que... Te extrañaba...



You're Mine; KnBDonde viven las historias. Descúbrelo ahora