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Fuertes ventiscas de viento acompañaban la grisácea tarde, reluciendo la llegada de temporada otoñal, cual rápida había hecho su aparición en Japón. Junto a ello la resequedad de la flora y caída de hojas, desnudando las ramas que en aquel momento rasmillaban los joviales cuerpos que las traspasaban.

De lejos, oculto lo suficiente para que cualquiera no lo divisara, se encontraba el vehículo negro, transporte que los llevó a aquel lugar, a la zona tan esperada.

El que podría guiarlos a algo o solo despistarlos.

− Chicos, al momento de llegar, aunque nos encontremos fuera de casa o si, según nuestros cálculos, ellos se encuentran bajo tierra, emitan el menor ruido posible. No nos puede descubrir o si no, literal, todo se irá a la mierda ¿Entienden? - Kagami, quien iba delante de los demás, giró a observarlos, esperando aquel asentimiento silencioso - Saben que si eso pasa las consecuencias no serán contadas.

En un mudo acuerdo, retomaron su acción, logrando prontamente ingresar al recinto. Estando este a una distancia considerada de su punto de partida.

− Menos mal que es un sector abierto... − Murmuró Kise, observando, al igual que sus familiares, la falta de protección, aunque, a simple vista, lo único encontrado ahí era una pequeña cabaña, la que, para su "buena suerte", se hallaba en perfecto estado.

Aquello significada que alguien la cuidaba.

− Prendan las linternas y sepárense; vigilaremos los alrededores, sobre todo el suelo - Indicó Taiga, haciendo lo dicho al igual que el resto.

Alumbrando escasamente el interior de aquella morada, dieron a notar el nulo ingreso de mueble a ella. Una pista que podría serles útil.

¿Por qué alguien se preocuparía de mantener en buen estado una casa deshabitada? ¿Con qué fin?

Además, a ellos les costó prácticamente el día completo llegar ahí, por lo que tendría que haber un lugar donde hospedarse por unas horas.

Al parecer a Haizaki se le había escapado aquel detalle.

Al ingresar a la parte trasera del recinto, donde la puerta principal del hogar quedaba al otro lado, comenzaron su tarea; encontrar indicios que afirmen sus sospechas.

− Si tan solo fuera de día... − Ryouta, que, al igual que sus acompañantes, seguía tropezando por la oscuridad cubriendo el camino, murmuraba cabreado, queriendo hallar el 0bjetivo - No entiendo cómo es que no hemos topado algo aún.

Durante media hora siguieron vagando por los alrededores, con medio cuerpo doblado; intento por hacer más fácil su "exploración". Pero nada hacía su aparición.

− Si no se encuentra aquí, debería hacerlo más lejos. Sabemos la astucia de Haizaki, debe haber ocultado su escondite lo suficientemente bien - No queriendo perder la esperanza, Midorima habló, intentando creer en ello y de paso, ayudar al resto.

Transcurridos un par de minutos extras y ya cansados, la queja de Murasakibara los alertó, llamando su atención a donde este estaba.

− Cre-Creo que lo he encontrado... − Desconcertado el alto mencionó, mientras que, con linterna en mano, alumbraba mejor la tierra, donde, cubierta de secas hojas, había un leve levantamiento.

Cada uno, aún sin asimilar lo escuchado, se acercaron donde el chico, comprobando lo dicho.

− Por fin... − Susurró Aomine, comenzando a quitar la obstrucción para llegar de lleno a la puerta de madera.

You're Mine; KnBDonde viven las historias. Descúbrelo ahora