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«Cuando aprendas a quererte ya no estarás para cualquier, ni mucho menos a soportar la inmadurez de los demás.»

...

Había algo que a Eun Hye le fascinaba de la cuidad de Seúl además de la naturaleza que se tenía allí, como árboles y pequeños animales que casi no alcanzaba a divisar, era el clima. Ese sin duda, era un perfecto contraste y lo manejaba a la perfección, unos podrían ser calurosos, soleados o nublados y habían otros que simplemente eran lluviosos que solo con ver hacía arriba podrías jurar que se avecinaba una tormenta. 

Justo como ahora. 

Acostada en la cama sin querer levantarse ya hace más de diez minutos que se encontraba despierta, simplemente este era el clima que necesitaba para poder permanecer en la suavidad de los brazos de Morfeo y vaya que era suavidad pura con el polvo de la lluvia que se incrementaba en sus fosas nasales, se sentía espectacular. 

El dolor de cabeza y la fiebre definitivamente se habían ido, pero podría decirle a Jin que la jaqueca aún permanecía dentro de ella, para así poder dormir o al menos seguir acostada en la suave cama. 

Realmente no quería levantarse si no fuera por que un mensaje interrumpió su sueño y al verlo se dispuso a brincar sobre su cama destallando emoción.

Hoy era el día. 

Hoy vendría su hermano. 

—Hae Ra...—bromeó a través del teléfono que tenía en su oreja. 

—¡¿Le llamas así a tu progenitora, mocosa?!—exclamó su madre totalmente ofendida por el nombre que le acaba de decir, como si fueran hermanas, ella no le había dicho madre. 

—No hay por qué angustiarse, Hae Ra.—volvió a decir apretando sus labios contra sí para no largar una risotada. 

—¡Sigues llamándome así!—volvió a decir.—¡El país en el que te encuentras te ha afectado, incluso ya no conoces ni a tu propia madre! 

—¿Cómo así?—preguntó su hija y para volver a molestarla agregó: Hae Ra. 

—Vuelves a llamarme de esa manera y tu cuenta bancaria quedará vacía.—amenazó incluso ella podría imaginarse que ahora mismo la señalaba con su dedo. 

—Está bien, lo entendí...madre. —resopló, pero aún así volvió a sonreír. 

Aproximadamente ella logró contar con sus dedos el silencio incómodo. 

Un minuto, solo eso pasó mientras su madre detrás de la pantalla telefónica se mantenía callada, esperando que su hija volviera hablar. 

Entonces fue cuando se puso nerviosa y su celular bailaba en sus manos, nunca antes se le había hecho difícil decirle algo a su madre, ella más que todos tenían demasiada confianza como para ocultarse cosas, pero entonces...¿Por qué ahora tenía la necesidad de no querer decir nada más y colgar? 

La primera razón era su ex-novio, su madre nunca le agradó el tipo con el que su hija andaba, pero como toda madre busca la felicidad de sus hijos, ella aceptó, solo por qué la vio tan feliz que nunca antes. 

La segunda, es que tenía miedo de como vaya a reaccionar, tenía miedo de que su madre comenzara a preocuparse a tal punto de que no durmiera por las noches. 

La tercera, es que tenía tantas cosas que decirle, como que: la extrañaba y que aveces tenía ganas de irse de donde se encontraba y correr a sus brazos. Pedirle perdón también contaba. 

Y finalmente, decirle cuanto la amaba a ella y a su padre. 

—¿Sabes que puedes decirme todo lo que te preocupa?—respondió detrás del teléfono rompiendo el silencio. 

(1) Hasta Aquí © | Jung Hoseok ➵En edición.Where stories live. Discover now