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«Y escuché un dicho por ahí que decía: Así es la vida, a veces eres el cuchillo y otras la herida, no sabía que significado tendría en mi vida, hasta entonces, ya te darás cuenta que lo que hice por ti, no lo hacía por nadie más.»

...

El riesgo que deseé correr, el peligro que quise experimentar y la adrenalina de sentir que mi vida se iba por un momento, no era nada comparado con estar acostada en una camilla de sábanas completamente blancas y vías recorrerme todo el brazo derecho, algunos que otros parches en mi cuello y costillas debido a una caída brutal que por casi me ocasionan algunas costillas quebradas. 

Vaya suerte la mía.

La aventura que experimenté ayer fue realmente una catástrofe que no vi pasar ni por un segundo, nadie me advirtió, ni mucho menos paso por las noticias, simplemente esto es la vida real, nada esta predicho, ni escrito en un libro, donde te explican que tal día será bueno o malo, donde rías o llores, donde tu vida continua o se acabe...

 Ayer fue donde experimenté que los segundos pasan más rápido de lo que uno imagina, donde los minutos me torturaban con cada golpe que ahora, se encuentran de un tono morado impregnado en mi piel, ahí fue donde me dí cuenta de que, cuando menos lo esperas sucede algo que ni siquiera imaginas, donde menos te lo esperas, sucede. 

Esta era la vida real, no un cuento donde tu príncipe azul te salva. 

O eso creía yo. 

Cuando estuve al borde de la muerte, el príncipe azul vino al rescate. 

Traté de moverme hacía mi lado contrario, pero en el intento de hacerlo paré, joder como dolía, peor que cuchillas en mi piel clavando una y otra vez. 

Aún me falta experimentar eso. 

Solté un par de maldiciones como bufido, no poder hacer nada, ni siquiera moverme por mí misma, volví a tirar mi cabeza hacía la suave almohada con desesperación, miré la televisión frente de mí, estaba apagada, el frío por el aire que había en la habitación, no lo sentía, eso no podría ser posible ¿verdad?, ¡Pues eso era tan irreal! Tan irreal que no podía estar de pie, pero ahora mismo me dirigía hacía puerta jalando del porta suero bruscamente, sólo para poder salir hacía la salida del hospital yo sola. 

Pero tampoco logré hacerlo. 

En el momento que abrí la puerta, un par de ojos muy conocidos me observaban con asombro y enojo. 

—¿Qué demonios piensas que haces?—preguntó con un tono que demandaba enojo y sus brazos tirados en forma de jarra. 

Bufé constantemente hacía su respuesta y me dirigí hacía la camilla nuevamente, dándole la espalda por completo. 

—Solo quería un poco de aire. —solté mientras me apoyaba con mis brazos hacía la cama. 

—¿Acaso no hay demasiado aquí?—preguntó acercándose a ayudarme al ver que no podía subir en la camilla. Miré sus ojos con cierto enojo. 

—Hablaba del aire de allí fuera.—señalé la puerta de la habitación.—No del que sale de un ventilador automático. —mi dedo se dirigió hacía el inmenso ventilador. 

Jin dio unos pasos hacía atrás y enchinó sus ojos demandante hacía los míos. 

—¿Quieres que crea tal cuento? —preguntó sátiro acercándose nuevamente hacía mi y dejando sus brazos alrededor de ella.—No puedes salir y lo sabes.—puntualizó despeinando mi cabello y soltando un suspiro de pesadez. 

(1) Hasta Aquí © | Jung Hoseok ➵En edición.Où les histoires vivent. Découvrez maintenant