Magnus cerró los ojos por un momento, demasiado paralizado, pero el disparo nunca llegó. Abrió los ojos y se encontró con dos figuras enredadas peleando. Clary se había colgado del cuello de Sebastián, mirándole con furia y determinación.

– ¡Pequeña zorra! – Sebastián rugía, soltando el arma para poder deshacerse de Clary.

Jace aprovechó el momento y tomó el arma, apuntándole a Sebastián, quien no le tomó mucho lanzar a Clary al suelo. Ella se alejó rápido e Isabelle se acercó para ver como estaba.

– Ríndete, – dijo Jace. Alec estaba en frente de Magnus, acariciando sus manos. – Los policías vienen en camino. –

– Como digas Herondale. –

Todos se congelaron – ¿Qué dijiste? – Jace susurró, casi soltando el arma, mirando a Sebastián en shock.

– ¡Pon las manos en la cabeza y baja el arma! – gritó una voz, mientras el lugar se llenaba de una luz roja y azul. Jace soltó el arma y se alejó de Sebastián. Alec soltó a Magnus y rápidamente les explicó a la policía lo sucedido. Esposaron a Sebastián y lo subieron a la patrulla. Ni siquiera lucho, y todo el tiempo tuvo esa horrible sonrisa en su rostro.

– ¿Tus padres están en casa? – le preguntaron a Aline, quien negó.

– Se fueron a cenar a la casa de unos amigos, para que pudiera hacer la fiesta. –

– Y ¿cómo conoces a ...– el policía leyó las notas de lo que Alec le había dicho. – ... Sebastián Verlac? –

– Es mi primo, – dijo Aline, bajito. – Siempre fue algo difícil, pero nunca pensamos que fuera capaz de algo así. –

– Hablaremos con tus padres en la mañana, – le dijo el policía. – Dado que no hirió a nadie y al parecer es su primer crimen, no le pasará nada grave, – dijo, como si a alguien le importara Sebastián. – Sus padres ya fueron avisados, van a estar bien. –

Los chicos no dijeron nada, mientras otros policías interrogaban a otros chicos, tomando fotos del lugar. Después de un rato, Luke llegó por Clary y Simon casi al mismo tiempo que Robert. Ambos se despidieron y los chicos se subieron a la camioneta de Maryse.

– Hablé con los oficiales y parece que solo van a mandar a Sebastián a casa con una advertencia, – dijo Robert, después de ir manejando por un rato en silencio. – Así que no se preocupen, y enfoquémonos en dejar esto atrás. –

Los chicos asintieron y Alec solo agarró la mano de Magnus.

– No puedo creer que solo le den una advertencia, – habló Jace, enojado, diciendo lo que todos estaban pensando.

El resto del camino fue en silencio, nadie sabia que decir. Cuando llegaron a la casa, los chicos se bajaron del coche y entraron a la casa, pero Robert detuvo a Alec.

– Alexander, – dijo Robert serio. – Necesito hablar contigo. –

Alec asintió con duda, besó suavemente a Magnus y siguió a su padre a la oficina. Magnus se debatió entre subir o escuchar, pero realmente no creía poder dormir después de lo ocurrido, por lo que se acercó para escuchar la conversación.

– No entiendo lo que dicen, – la voz de Alec salió alta y Magnus pudo notar que sonaba herido.

– Estoy diciendo que no creo que sea bueno para ti, – la voz de Robert salía firme y el estómago de Magnus se revolvió.

– Y yo digo que tu no eres el que decide eso. –

– Alexander, casi te pierdo a ti y a tus hermanos esta noche. No quiero ni pensar en lo que pudo haber pasado. Tu no solías ir a fiestas hasta que él llegó y ambos conocemos su historia. Yo solo...–

Big City (Malec UA)Where stories live. Discover now