∆ C60: Arrepentimiento.

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—Conozco una —Rosita miró a Rick—. Jesús me la dijo estando en Hilltop. Casi nadie la conoce.

—Bien, vayamos por ahí —dijo Abraham manejando con la indicaciones de Rosita.

Sin embargo, terminó de caer la noche y cuando íbamos en la ruta, un grupo de autos abandonados nos impidieron el paso. Estos parecían estar desde antes así que dudamos que tuviesen algo que ver con los otros obstáculos.

—Estamos cerca de Hilltop —comentó Sasha—. Hay rodear los autos.

—Rick —Eugene habló—, creo tener la solución a este inesperado y decepcionan...

—Habla de una vez —insistí, sin un gramo de paciencia.

—Deberíamos estacionarnos y atravesar el bosque —la seriedad en su rostro era firme. Parecía un robot—. Pienso que sería más fácil para nosotros.

— ¿Cómo llevaremos a Maggie? —inquirió Aaron.

—Hay una camilla en el closet —mencionó James—. Es lo suficientemente grande para poder llevar a Maggie.

Rick miró a la mencionada. Ella estaba sentada, cubierta con una sábana, pero temblando como gelatina. Sudaba mucho y su piel estaba tan pálida que se notaba que estaba enferma.

—Hagámoslo —asintió Rick.

Bajamos de la camioneta dejando de último a James, Rick, Abraham y Aaron. Ellos se encargarían de llevar a Maggie en la camilla.

— ¿Estás bien? —miré a Ash.

Ella estaba cabizbaja y jugaba con sus manos. Se veía muy preocupada, asustada.

—Sí, es solo que la condición de Maggie me tiene... pensativa.

—Ella estará bien, Hilltop está en la esquina —le abracé de lado—. Tranquila.

— ¿Cómo te sientes?

—No te preocupes por mí —meneé la cabeza—. Tú tranquila, yo nerviosa.

Ella soltó una risita.

—Yo me quedo aquí cuidando la caravana —decidió Eugene, firme, cuando Abraham bajó de la casa rodante.

— ¿Seguro? —le preguntó el pelirrojo

—Si —asintió—. Te demostraré que sé cuidarme solo.

Abraham frunció el ceño y lo miró poco convencido.

—Está bien —no le insistió.

El pelirrojo se unió a los chicos y elevaron a Maggie en la camilla. Los demás nos pusimos a los lados y vigilamos que no viniesen caminantes en nuestra búsqueda. Todo estaba oscuro, ni siquiera la luz de la luna se colaba entre los árboles.

Allí, caminando junto a mis compañeros, sentía miedo de algo; algo que desconocía. Sentía que algo malo estaba por pasar. En su momento lo ignoré porque pensaba que era mi ansiedad haciéndome una mala jugada. Sin embargo, ahora me daba cuenta que salir de Alexandria fue el peor error de nuestras vidas.

Unos silbidos se escucharon en la soledad del bosque haciéndonos apuntar los rifles en todas las direcciones. Pensé que solo eran silbidos hasta que noté que imitaban una melodía irritante.

— ¿Qué está sucediendo? —inquirió Ashley, mirando a una dirección específica.

Aturdidos por los silbidos seguimos nuestro paso y, sin darnos, cuenta llegamos hasta la carretera. No habíamos pisado bien el asfalto cuando una luz blanca nos cegó.

Sentimientos Encontrados. (Carl Grimes)Onde histórias criam vida. Descubra agora