∆ C39: Sinceros sin sutileza.

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|Narra Katie|

—Ciento veinte latas de frijoles, treinta bebidas energéticas... —susurré repasando la lista del inventario de la comida de Alexandria.

Olivia, por otro lado, estaba colocando la nueva mercancía que habíamos traído de la expedición con Glenn y Carl.

Dos semanas y medias habían pasado desde que Carl y yo formalizamos nuestra relación. Estaba segura de que ahora que estábamos juntos, esto del fin del mundo se sentía menos miserable. Ayudábamos a Alexandria más a menudo y casi no extrañaba estar afuera.

—Bien, aquí está todo...

El bullicio de gente corriente frente al garaje me hizo detener.

Fruncí el ceño.

— ¿Qué decías, Katie?

¿A dónde iban?

— ¿Tienes alguna idea de por qué la gente está tan interesada en ir a la entrada? —le pregunté. Esta frunció el ceño y negó con la cabeza—. Ese estante está completo, iré a ver qué sucede y volveré para seguir ayudando.

Asintió y yo salí del garaje. Mantuve el trote hasta la multitud e intenté echar un ojo, pero alguien tiró de mi brazo y me llevó al frente de lo que sucedía.

Había sido James.

Entonces lo noté. Noté el interés de las personas en ver, el interés de averiguar lo que pasaba.

Rick y otro hombre estaban en medio de una pelea. En ese instante, el desconocido se encontraba encima del Rick, golpeando su rostro sin compasión. Me estaba preocupando porque nuestro líder no se veía muy sano; tenía hematomas en la cara y mucha sangre mezclada al sudor.

Jessie corrió hacia el hombre e intentó quitarlo de la pelea, pero solo consiguió que el mismo le golpeara fuerte y la hiciera caer de culo. Rick aprovechó la distracción y, en un ágil movimiento, comenzó a golpear al desconocido quién, ahora, estaba debajo de Rick.

Ahora que lo veía mejor, nuestro líder se veía sano en comparación con el rostro del sujeto.

Carl apareció de la nada para detener a Rick, pero su papá solo le dio un gran empujón para evitar que saliera lastimado. Gracias a eso, cayó de culo a unos pocos metros de nosotros.

No dudé en acercarme, pero Emma salió también de repente y me empujó con fuerza.

— ¿Estás bien, amorcito? —se agachó frente al castaño y le acarició el cabello. Carl, de mala gana, asintió sin dejar de ver a su papá.

Rodeé los ojos, tomé su sombrero —que se había caído con el empujón— y me acerqué. Le coloqué dicha prenda y le extendí la mano. Por supuesto que el castaño no dudó en tomarla y levantarse.

—Es mío, Emma —le dije con lentitud—. Ya déjalo.

Y deposité un beso en su mejilla.

Emma rodeó los ojos y se fue.

— ¿Celosa? —susurró Carl en mi oído.

—Mejor concéntrate en tu papá —señalé la escena.

— ¡Detente! —apareció Deanna—. ¡Detente en éste instante! —le ordenó a Rick, pero este la ignoró—. ¡Demonios, dije que pararas!

Unos hombres que no conocía se acercaron a él con intenciones de detenerlo.

— ¡¿O qué?! —gritó al mismo tiempo que sacaba un arma—. ¿Me echarás?

—Baja el arma, Rick —musitó Deanna.

Sentimientos Encontrados. (Carl Grimes)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora