∆ C2: ¿Un apocalipsis?

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|Narra Katie|

Desde que mi mamá falleció hace aproximadamente cuatro horas, me cociné el almuerzo —ya que era la una de la tarde— y luego caminé por todo el lugar buscando absolutamente nada.

Si la vida me enseñó algo en los años anteriores, fue a superar las cosas con rapidez. Y sí, la muerte de mi mamá no era cualquier cosa, pero cada quien lleva el dolor a su manera, ¿no? Si se suponía que estaba en el fin del mundo mi forma de superar las situaciones debía ser más rápida y eficaz que antes para que eso no interviniera con mis planes de vivir hasta el fin.

Era cruel, era horrible tener que superar todo de golpe sin tener la oportunidad de procesarlo, pero lamentablemente así lo exigía el nuevo mundo y si yo quería sobrevivir en él, debía adaptarme a sus reglas.

Aunque en realidad no tenía ni idea de lo que debía hacer. No sabía si debía quedarme a esperar por militares o algún doctor, no sabía si podía quedarme todo el tiempo que quisiera, no sabía nada. No había electricidad, la cortaron minutos después de haberle disparado a mi madre y no podía ver si las noticias me informaban de algo.

El tono de llamada de un teléfono interrumpió mis pensamientos. No había captado que alguien me llamaba hasta que, de tanto vibrar, el móvil cayó al suelo desde una mesita.

Una llamada.

¡Una llamada!

Me acerqué a toda prisa y contesté.

— ¿Hola? —era un número desconocido.

—Gracias a Dios estás bien —habló una chica del otro lado de la red telefónica.

— ¿Ashley? —pregunté apenas identifiqué la voz.

—Sí, soy yo —dijo con algo de hastío—. Necesito que vengas a mi departamento rápido. Mis papas se fueron hace más de dos horas y no han vuelto. Las luces se apagaron y a veces oigo a los vecinos gritar afuera.

—Está bien, pero, ¿de quién es éste número?

—De mi abuela, ella lo dejó aquí ayer por accidente —explicó—. Date prisa.

Minutos después, busqué en el cuarto de mi hermano aquel bolso que mis papás le compraron cuando se iba de campamento con sus amigos. Tomé todo lo necesario —ropa, comida, medicina, cosas de higiene— coloqué el bolso en mi hombro, di un último vistazo al apartamento y caminé hasta donde solía estar la puerta. Me detuve allí bajo el umbral y le eché un vistazo a mi mamá.

—Te voy a extrañar —lancé un beso al aire con la intención de que fuera hasta ella y bajé al apartamento de mi mejor amiga.

(...)

Debido a que las opciones a las que acudí no funcionaron —tocar la puerta un millón de veces—, decidí optar por la última y fue buscar la llave de repuesto debajo del florero al lado de la puerta. Por suerte, la encontré allí así que no tardé mucho en entrar.

— ¿Ashley? —me estremecí al ver lo silencioso que estaba el hogar de mi amiga. Se sentía tan sólo y vacío.

—Aquí —escuché su voz a lo lejos.

Dejé el bolso en la sala y caminé hasta la habitación donde estaba ella.

— ¡Mierda! —dije al darme cuenta de su aspecto.

La chica estaba desarreglada con el rostro hinchado de tanto llorar, su cabello estaba vuelto un desastre y su ropa tenía manchas de helado de chocolate.

— ¿Q-Qué sucede? —frunció un poco el ceño por mi reacción.

Ante mi silencio, y sin dejar de fruncir la frente, se metió en el baño para verse en el espejo.

Sentimientos Encontrados. (Carl Grimes)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora