∆ C51: Nuevos descubrimientos.

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|Narra Katie|

Caminamos hacia el portón siguiendo cada paso de Jesús.

—Alto ahí —nos dijo un hombre.

Sacamos nuestras armas para apuntar al lugar de entrada de Hilltop. Jesús suspiró e hizo gestos con sus manos para calmarnos. Miré hacia el tope del muro y dos personas se asomaron de cada lado de la verja.

— ¿Quiénes son? —dijo uno de los sujetos.

—Jesús, ¿qué rayos es esto? —cuestionó el otro.

—Abre las compuertas, Kal. Freddie está herido —le pidió Paúl amablemente.

El supuesto Kal y el otro hombre nos apuntaron con lanzas de madera.

—Discúlpenlos. Se ponen nerviosos por no hacer nada todo el día —murmuró Jesús para nosotros.

—Cuando entreguen las armas, abrimos las compuertas —indicó Kal.

— ¿Por qué no vienen a buscarlas? —les retó Daryl sin dejar de apuntarles.

—Señores, respondemos por ellos. Nos salvaron la vida. Bajen las lanzas —intervino Harlan.

—No voy a arriesgarme —Rick dio un paso adelante—. Dile al tal Gregory que salga.

¿Quién es Gregory?

—No —contestó Jesús con firmeza—. ¿No ves lo que acaba de pasar? —se giró para quedar frente a frente con Rick—. Dejaré que se queden con las armas, pero nosotros nos quedamos sin municiones hace meses —explicó—. Me agradan, confío en ustedes. Ahora, confíen en nosotros.

Rick hizo silencio, pensando qué hacer. Finalmente dio la señal de bajar las armas e hicimos caso, dubitativos.

—Abre las compuertas, Kal —pidió Jesús una vez más y abrieron.

Al entrar, me percaté de lo grande que era. No habían casas como Alexandria y eso la hacía ver más espaciosa. A un lateral había una fila, más o menos extensa, de remolques; supuse que allí dormían los integrantes de Hilltop. Sin embargo, mi atención fue dirigida a la gran mansión ubicada en el centro del lugar. Era de dos pisos al estilo victoriano, con un balcón, cientos de ventanas y un porche. Observé a mi derecha y noté varios huertos además del ganado que Jesús había mencionado.

—Había un depósito de materiales para una planta de energía. Así montamos las murallas —explicó Jesús, caminando de espaldas para poder ver nuestros rostros—. Muchos vinieron de un campamento de emergencia con sus tráilers.

— ¿Cómo se enteraron de este lugar? —indagó Michonne.

—Aquello es la Casa Barrington —se dio la vuelta y la señaló—. Los dueños la donaron al estado en los años treinta. El Estado la convirtió en un museo de historia viviente —la forma en la que hablaba me recordaba a un tour—. Las escuelas primarias venían en viajes de estudio. El lugar estuvo abierto mucho antes de que construyeran el mundo moderno. Creo que la gente vino porque supuso que seguiría en pie tras la caída del mundo que conocemos —nos miró dando un suspiro—. Por las ventanas superiores vemos kilómetros a la redonda. Es ideal para la seguridad.

Con sinceridad, esa casa era hermosa.

—Vamos —hizo un ademán—. Les mostraré adentro.

Avanzamos por el camino de tierra hasta llegar al porche y luego entrar a la casa.

Sencillamente preciosa.

Piso de madera, candelabros y lámparas antiguas, todo acomodado como si estar adentro te diera la leve impresión de que el mundo es normal.

Sentimientos Encontrados. (Carl Grimes)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora