🥀¿De qué sirve la belleza exterior si por dentro lo que tenemos es un corazón podrido?
Yuuri Katsuki, un joven que tenía lo que a muchos nos falta: buen corazón y una bondad capaz de hacerte morir de cariño. Un omega deseado por muchos pero rechaz...
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Habían pasado ya meses desde el regreso del kazajo al lugar donde una vez llamó "hogar" y donde había encontrado a su único e inigualable amor de la vida.
Sin embargo, eso no era lo único que había pasado durante esos meses...
Como si no fuera de esperarse, unas cuantas semanas después de la boda de Nikiforov y Katsuki, la fiesta regresó a ese amplio palacio cuando se dió a saber que el azabache se encontraba esperando a su primer cachorro, nadie podía estar mas feliz que toda la gente a la que el ruso y el japonés no tenían que estar conectados de sangre para llamar "familia".
Ni hablar de como se pusieron los Katsuki cuando se enteraron sobre el embarazo del menor de la familia, Mari no había dejado de enviar ropa que tejía con lana de distintos colores -evitando los colores representativos del genero-.
Debido al estado del oji café, el rubio prometió a Viktor que estaría vigilando de el hasta que su primer cachorro naciera.
Otabek, cuando se dio a conocer aquella maravillosa e inesperada sorpresa, se sintió feliz por la adorable pareja que había estado cuidando de su oji verde todo el tiempo que se ausento -a pesar que el azabache llevara poco tiempo de estar en el palacio-; pensó que esa era la segunda oportunidad que el destino le había dado para recuperar por completo la confianza y el corazón del oji verde de nuevo pero el pequeño inconveniente -sin motivo de ofensa- impedía muchas de sus ideas para lograr sus promesas a medias.
—Yura...— le habló el rubio, quien se encontraba caminando por el pasillo largo y una bandeja en mano dando por completo la espalda al peli negro.
—Otabek, sabes que estoy ocupado preocupándome de la salud del cerdo y su cachorro, Viktor es un bobo inexperto en esto de paternidad y como funcionan los omegas y de mas que soy su único soporte para mantener sano a la mamá.
El oji verde había dejado de caminar, se encontraban en frente de la doble puerta que daba a la habitación donde el nipón solía pasarse leyendo y a consecuencia de esto, donde también le brindaba compañía el ruso peli plateado.
—¿Y a caso tu sabes algo de maternidad o paternidad o como se diga? Que yo sepa o que me hayan informado, nunca te deje con un cachorro o que tuvieras uno con otra persona lo cuál déjame decirte me enojaría mucho.
Los hombros del menor se tensaron ante el tono demandador de su contrario, a pesar de ser un beta lograba transmitirle la suficiente inquietud como para estar alerta ante cualquier cosa.
—Eso fue lo que nunca me agrado de ti Altin,— las palabras salían de la boca del oji verde como si fuesen veneno para el kazajo— me se lo mas cercano a tu autobiografía y tu ni siquiera puedes recordar lo mas importante de la mía.
