17: Perfecto, magníficamente perfecto.

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Las esponjosas nubes pueden observarse a través de la ventana de un edificio en el noveno piso, las cortinas están abiertas dando un bonito panorama junto a un nublado día, pequeñas gotas caen empañando el vidrio. Frente al cristal se halla un pelinegro recién levantado recorriendo con su dedo índice una de las gotas, concentrado, totalmente relajado, de pensamientos despejados y confortantes, el más preciado de ellos es el recordar la noche, la madrugada de ese mismo sábado, horas atrás donde entregarse a la persona que adora le fue increíblemente hermoso.

Tan abstraído que un detalle se le escapa de las manos, una figura de mayor altura empieza a desperezarse, toca a los lados de la cama buscándolo, no obstante al no encontrarlo se alarma. Abre los ojos bruscamente, su alivio y sonrisa de enamorado salen al exterior al ver una pequeña silueta a unos cuantos pasos de él, dándole la espalda.

Rápidamente se coloca sus pantalones y luego su camisa sin prenderla por pura pereza. Despacio, se acerca a su pareja intentando que no se percate de sus pasos, sigiloso rodea por la cintura al más bajo, aspira su esencia como el codicioso adicto que es hacia ese azabache.

—Hmm, hueles tan bien, como una bonita flor que acaba de abrir sus pétalos en la mañana. Frágil, de un aroma dulce y apetitoso... —Sonríe encantado con sus palabras—. Una flor inquieta que el viento mueve con una simple brisa, insegura de si seguir la corriente o darle la espalda a aquella ráfaga, a veces amargo, apagado y cerrado, otras veces brillante, cálido, precioso. ¿Sabes? Yo soy una abeja, esa que viene a quitarte el polen, porque eres tan exquisito que necesito de ti, todo de ti. —lo sostiene aún más contra él—. ¿Soy un egoísta, verdad?

Lanza una pequeña risa luego de sus palabras, quizá avergonzado, pocas veces sus mejillas demuestran un sonrojo como lo hacen allí mismo.

Un perplejo pelinegro lo observa, no hay reacción, aquello lo asusta un poco, de todas formas sólo bastaron unos segundos para que abandone la seriedad de su rostro, el cual resplandece con ilusión, cree en cada palabra del rubio como la definitiva, cada oración queda marcada en su corazón como un bello poema. Repentinamente puede rememorar todas las frases que lo tocaron e hicieron sospechar de él, pero sobre todo una, esa que lo marcó y revolvió a más no poder.

—Anhelo tenerte conmigo, siempre —murmura Taka en un tono íntimo, pausado.

Atónito, Toru suelta sus brazos de alrededor de la cintura del otro, lo obliga a darse vuelta, desesperado busca sus ojos, aquellos café chocolate que al contrario de los suyos son tan expresivos, toma las mejillas del su pelinegro, se lo ve tan desconcertada por saber qué lo trae a recordar ese día, ese en el cual todo comenzó, de nuevo. 

—Ese día... Aish, cielos —Niega con la cabeza, divertido.

—Ese día no sé cómo no me di cuenta de que eras tú, sabes lo distraído que soy.

—¿Qué te ha dado por recordarlo? —curioso.

—Que eso es realmente lo que siento ahora.

—¿Quieres decir que nunca antes lo sentiste? —indaga juntando las cejas.

—No. Digo que jamás anhelé tanto como en este preciso momento el tenerte, extrañé este sentimiento, el palpitar de mi corazón cual me dice que estás aquí.

—Eres, eres... Agh —no sabe qué más decir, de forma que deja un corto beso en la coronilla del más bajo—. Tú quieres volverme loco. 

—Creo que ya he cumplido mi objetivo, aunque debo admitir que hace tiempo ya lo hiciste conmigo, ambos estamos locos —declara jugando con los aretes de Toru, siempre le encanta hacer eso—. Me siento tan afortunado de tener un hombre como tú. —Sonríe escuchando la lluvia que poco a poco se intensifica más y más.

Toma del mentón al azabache, tentado, mueve de un lado a otro su rostro cerca de su pareja, cuando está por besarlo se pregunta si acaso el destino fue tan justo de poder darles una segunda oportunidad, si es así o alguna fuerza le dio el poder para regresar a la vida lo agradece con todo su ser, al igual que le agradece al muchacho que le dejó ese cuerpo porque qué sería de él sin su preciado esposo. Dejando de vacilar lo besa con frenesí, demostrando todo lo que tiene dentro, esa ráfaga inmensa que sopla en su interior sin descanso, lo ama, lo ama con locura.

 —¿Por qué eres tan perfecto, Toru? —indaga el pequeño mirándolo fijo a los ojos.

—¿Ah? N-no lo soy —niega apenado.

—Para mí sí lo eres. Perfecto, magníficamente perfecto. 

—Pero nada es perfecto.

—Te callas, tú lo eres —asegura mientras pone un dedo en los labios del rubio para luego reír.

Cualquiera que los viera puede afirmar que están destinados a estar juntos, siempre, aunque por más que las cosas no sean eternas el sentir que pueden llegar a serlo llena los corazones de muchos, entre ellos... Aquellos dos, esa pareja que luchó con todas sus fuerzas por reencontrarse, esa donde más allá de lo poco creíble que podría ser lo sucedido con Toru lograron confíar, llegando al punto de completar el vacío, donde el volver a expresarse ese amor y cariño que se tuvieron y tienen le es de lo más inimaginable, tan sublime.

(...)

—Oye, hay algo que no te respondí ayer —dice el rubio entre tanto ayuda a Taka a preparar la cena. 

—Hmm, ¿qué cosa? —concentrado, no quita su vista de la comida. 

—Que tú, mi pequeño osito, también eres increíble.

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Holi uwu

Bien, vengo acá rápido a decir que el próximo es el final, aish, no puedo creer que ya acabe (lo dije un montón de veces pero todavía no lo asimilo xD).

Hmm, bueno la verdad es que probablemente tarde un poco en publicar el siguiente ya que ando con la escuela y los exámenes y toda la cosa :'v, pero prontito estará acá.

En fin, espero les haya gustado💕.

Lamento si fue demasiado empalagoso pero me encanta hacerlo así, no sé.

Tengan una linda semana✨.

Besoss❤.


Always You ─ Toruka [En edición]Where stories live. Discover now