12: La respuesta siempre estuvo allí.

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12: La respuesta siempre estuvo allí. 

Atrapado en la niebla de sus pensamientos, una pesada lluvia hay en su interior junto a una ardiente y cálida sensación en su pecho. 

Se encuentra acostado en la cama observando el techo, a simple vista una persona dándose un descanso, aunque en realidad no hay serenidad alguna en él, y su mente le repite todos los últimos sucesos ocurridos, centrándose en un solo individuo. 

La noche anterior se prometió dejar fluir las cosas, y desde ese instante está absorto en ello; en especial descifrando qué es lo que experimenta, qué siente por ese hombre. Cierra sus ojos y recuerda, aquella mirada proporcionándole un agradable cariño y aprecio. Sus dulces labios azucarados sobre los suyos, su aliento fresco, sus manos posadas en ese sedoso, suave cabello dorado. Le gusta, le encanta. Akira le encanta. 

—Él, él me gusta. —admite sorprendiéndose a si mismo al decirlo. 

Deja salir una risa tímida al exterior, lo ha aceptado. 

Se levanta y dirige hacía la cocina, va por algo para almorzar, su estómago se lo pide a gritos. Una vez prepara un ramen instantáneo toma los palillos y se dispone a degustarlo. Aunque algo impide que llegue a darle un bocado a  su comida. 

Su celular comienza a sonar. 

—¿Hola? —atiende y frunce el ceño al oír sollozos del otro lado de la línea.

Oye palabras entrecortadas. 

—E-es incre-increíble... A-ah, ¿Takahiro? —escucha a alguien tartamudeando y sorber su nariz intentando encontrar las palabras para continuar la llamada. Reconoce esa voz, sabe exactamente quién es—. Demonios, sólo espero no haber marcado cualquier número. 

—¿Tomoya, eres tú? —pregunta preocupado—, ¿qué sucede? ¿Por qué te encuentras así? 

—¡Tú tenías razón, Taka! Ninguno estaba demente. —declara el ondulado. 

—¿De qué hablas? No entiendo, ¿te encuentras bien? —indaga nervioso, esperando lo peor.

 —Es él. Él ha regresado.

—¿Él? ¿Te refieres a...? —tapa su boca atónito. 

—Exacto —dice y se escucha una pequeña risa, como si estuviera llorando de felicidad—. Estoy yendo a tu casa, necesito explicarte lo que ocurrió, en verdad. Ya estoy llegando. 

Tomo cuelga la llamada. 

Takahiro queda inmóvil sosteniendo el aparato sobre su oído, sin acabar de entender a qué se refiere su amigo con él. Vuelve a ahogarse en interrogantes, dudas, y un nudo en su garganta hace su presencia en cuanto reflexiona la conversación que ha tenido hace segundos. 

¿Él?

Formula esa palabra unas cuantas veces pero no la dice, sólo la gesticula. 

Un escalofrío lo invade, todas aquellas veces que sintió su presencia, al tocarle, al besarle, al observar esos oscuros ojos negros brillantes, insistentes a quedarse junto a él. Esa vez que obtuvo un acogedor abrazo, cuando ambos secaron sus lágrimas, o el día que escuchó su confesión.

«Te amo Taka, te amo tanto».

Esa oración queda marcada desde esa triste noche en la mente del pelinegro. Cada vez está más cerca de la verdad, esa que no estuvo dispuesto a aceptar ni enfrentar en ese momento donde todo gritaba la pura realidad, y donde la negación estuvo en su ser ahora se ha permitido dar un paso hacía delante. 

Dejar de mentirse, de ser un escéptico. 

Abandonar de una vez por todas el rechazo, permitirle a ese desolado y oscuro corazón amar, enamorarse. 

Vacila un momento y deja el celular sobre la mesa. 

Lo presiente, hay algo que se esconde detrás de Akira y él lo averiguará. 

El timbre suena, sin atender por el portero eléctrico sale y baja a la velocidad de la luz las escaleras, desesperado por saber lo sucedido con Tomoya, necesita explicaciones, todas las que sean posibles. Abre la puerta que da directamente a la calle y allí, desconcertado, eleva la vista hacía aquel que lo observa con una brillante sonrisa. 

Unos finos cabellos dorados se despeinan gracias al viento de esa misma tarde, Taka permanece petrificado, no lo imagina, no cree que la persona que tiene delante sea él. 

Le han jugado una broma, ha sido plan del ondulado, ¿tal vez? 

Recuerda las palabras de su amigo, «Ninguno estaba demente». «Es él. Él ha regresado». Como también cada suceso que pasó junto a él, incluso los insignificantes detalles gritan quién es. No necesita averiguar nada, la respuesta siempre estuvo allí. 

—Akira... —niega y sonríe—. ¿Toru, mi amor?

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Fangirleen conmigo (? :D.
Bueno ya xD.

Quería agradecerles, a cada personita que se tomó el tiempo de leer esta historia que llegó a los 800 leídos, ¡Gracias totales!💕

Eso parecía una despedida pero no, que todavía falta para que esto acabe ;).

Mañana quizás publique otro capítulo más :3.

Les mando besos, y buenas noches✨💕.

Always You ─ Toruka [En edición]Where stories live. Discover now