14: Propósito.

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14: Propósito. 

Atravesar todos los males y pesares les pareció una eternidad de lo más desagradable, pero ambos saben que siempre harán lo que sea para que luego de toda esa desdicha sus caminos se conviertan en uno, pudiendo viajar juntos como almas conectadas que después de todo han hallado la forma de mantenerse unidas.

Taka despierta sintiendo las caricias del mayor, observa la posición en la que se encuentra, su cabeza entre las piernas del rubio, este apoyado contra el respaldar de la cama y apreciando cada detalle del pequeño, rozando con la yema de sus dedos su cabello, cuello y espalda. El pelinegro se estremece ante el tacto, ataja la mano del otro dándole a entender que ya se ha despabilado. Se acomoda sentándose sobre él, posiciona la mano de este en su mejilla tomándolo desprevenido y al cabo de unos escasos segundos lo besa.

 —Nos quedamos dormidos —asegura el azabache apoyándose en el pecho de Toru.

—Créeme que sí, ya es medio día. —Sonríe—. Pero no quería molestarte.

—¡Cielos, Toru! —exclama molesto como un niño pequeño.

—Ya, tranquilo. Iremos a almorzar a algún lugar, ¿quieres? —propone.

—¿Podríamos decir que... —gesticula nervioso para luego continuar—: haremos ese almuerzo que nos quedó pendiente? —indaga y susurra apenado, besa la mejilla del otro, intranquilo.

—Pues aquello era una cena, pero sí, lo haremos, tenlo por seguro —dice convencido—. Ahora, ¿no me alcanzas mi camisa?

—¡Ve tú por ella, Yamashita! —contesta fingiendo molestia, siguiendo con su faceta de niño, algo que siempre le encanta hacer frente a su pareja.

—Me da pereza, vamos, ¿sí? —habla tranquilo, intentando convencerlo—. Vamos, precioso —insiste divertido.

 Increíble que empezaran una pelea algo tonta por culpa de una simple camisa, que por cierto esta apenas se encuentra en la orilla de la cama. Taka rueda los ojos y finalmente le acerca la prenda, aunque antes de entregársela la mantiene entre sus brazos sólo para fastidiar al otro. Bromas, insignificantes discusiones que no tienen fundamento, en el pasado siempre ocurrió así, molestias que acababan en un bonito beso romántico sin llegar a mayores conflictos.

—No, ya me arrepentí. —amaga con devolver la ropa a su lugar—. Mejor te quedas así, tu cuerpo al descubierto siempre es más atractivo.

—Si es lo que quieres... —responde con una sonrisa coqueta.

Se abalanza sobre el pelinegro dejándolo acorralado entre las sábanas y él.

—Tal y como dijiste ayer, ahora lo digo yo. No tienes idea de todo lo que te extrañé en este tiempo, la falta, la necesidad de ti que existía en mi corazón. —palmea su pecho—. Fui tan impaciente, desesperado intentando conseguir mi objetivo, cual parecía tan imposible de obtener, tú, mi pequeño caprichoso. No lo interpretes mal, no te estoy reclamando nada, ningún acto, no te arrepientas de nada. Porque si es un «siempre», lamentarlo significa que sólo amas las bellas partes de nuestra relación y esto, esta eternidad que nos prometemos abarca todo. Nuestra relación es todo, tú eres mi todo. —hace una pausa y vuelve a mirarlo—. ¿A-aún conservas el anillo? —pregunta ansioso.

—S-sí —afirma.

Alza su mano izquierda en la cual se puede apreciar una brillante y dorada sortija en su dedo anular.

—Aguarda, todavía tengo algo más.

Sus latidos aumentan ante la contestación de Taka, y todavía más en cuanto este se dirige hasta un cajón en la mesita de luz. De una delicada cajita azul saca otro anillo, el correspondiente al rubio.

Always You ─ Toruka [En edición]Where stories live. Discover now