00: Desgracia, ¿acaso me persigues?

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00: Desgracia, ¿acaso me persigues?

—¿Toru?

El otro lo observa y le lanza una bonita sonrisa.

El más bajo continua arreglando la habitación y ayuda a su esposo a abrocharse la camisa.

Era temprano por la mañana, pero aún así luego de una gran noche agotadora, debían madrugar.

Había vuelto a ser lunes, es decir, vuelta a la rutina y el castaño se disponía a ir al trabajo. De todas formas tenía planes para esa misma noche.

—Amor, iremos a cenar juntos esta noche, ¿quieres? —propone el castaño, entusiasmado.

—Claro, sólo debo preparar todo y... —es interrumpido.

—Es una simple cena, no te preocupes demasiado —dice y acaricia la mejilla del pelinegro.

—Esta bien.

Ambos sonrien.

Ya hacía dos años convivían juntos y estaban casados, la felicidad inundaba por completo la pareja, los conflictos, al igual que las infidelidades no existían. O al menos en el pasado habían resuelto todos sus conflictos y en la actualidad eran sólo simples peleas que al poco tiempo solucionaban.

Bajan a desayunar, Taka comienza a preparar el café, mientras que el otro unta las tostadas, finalmente y en cuanto acaban se disponen a disfrutar de un delicioso desayuno.

—Cariño, ¿qué tal el café? —pregunta el pelinegro con una sonrisa de boca cerrada.

—Delicioso.

Esto deja contento a azabache, el cual untaba otra tostada.

Toru apoya su rostro entre sus manos, y pone los codos sobre la mesa, dejando la taza a un lado y prestando toda su atención en Taka, quién está degustando una tostada la cual lamentablemente cae al suelo, siéndole imposible darle otro bocado.

—¡Ah, cielos! —gruñe molesto, pues estaba disfrutando demasiado la tostada.

—Vamos, te prepararé otra.

—Pero yo quería esa —dice sonando como un niño pequeño y sus caprichos.

—Eres adorable —afirma y muerde su labio inferior.

Se levanta de su asiento dirigiéndose hacía su pareja, y por mera casualidad sus ojos se cruzan con el reloj de la sala, este indica las ocho menos cuarto, se lamenta haber mirado la hora y lamentablemente ya debía irse al trabajo, al cual si no se apuraba probablemente llegaría tarde.

El más alto toma las llaves del auto dispuesto a dejar la casa por unas horas e ir a dar su habitual clase de música, en verdad disfrutaba de aquel trabajo, lo consideraba más que nada un pasatiempo. Allí conoció a su actual esposo, ambos trabajan en el mismo lugar pero esa mañana a Taka no le tocaba dar su clase, ya que días atrás había cumplido demasiadas horas extras.

Antes de irse besa delicadamente los labios Takahiro, un casto beso que simbolizaba una bonita mañana y que ansiaba ya sea de noche para cenar juntos.

—De acuerdo, volveré en unas cuantas horas, estate listo para las ocho —dice y le guiña un ojo.

—Pero, si siempre vuelves a medio día para almorzar, Toru —confundido.

—Esta vez quiero verte directamente a la noche, tendrás todo el día para ti y podremos vernos cuando caiga el sol —sonríe.

—¿Cómo en los viejos tiempos?

Always You ─ Toruka [En edición]Where stories live. Discover now