Firefly |Ed Sheeran|

8. Tu conmigo, no yo contigo

- Encantada de conocerte Kyle, Jane Hamerbrook.

- ¡Kyle se puede...! -Mi cuerpo se tensó al escuchar la voz del pelirrojo adentrarse en mis oídos- Vaya, me sigues eh niña buena.

- ¿Perdona? Siempre acabas encontrándote tu conmigo, no yo contigo.

- Claro, lo que digas Jane.

- Eres un rata Eddie, una chica como esta no me la presentas pero si que me llevas a conocer a la mejor amiga de Paula, genial desgraciado. Esta me la pagarás.

- Oye, pues no se de que te quejas, si Andrea tiene un puntito que...

- ¡Pero si te la has tirado paso de enterrar mi tesoro en esa cueva!

- Bonita conversación, pero yo tengo que dejar de ver el teatro porqué mi hermana está en casa sola. -Mi comentario hizo callar a los dos y hacer caer el asunto en el olvido por unos intantes, a lo mejor- Hasta la próxima Kyle, un gusto. Hasta el lunes Edward.

- Eh eh ¿como le has llamado? -Preguntó Kyle.

- Edward ¿Por qué?

- Eddie, estás calmado. -Kyle reflejaba impresión en su rostro, mientras que el mío reflejaba una gran duda por las duda no resuelta anteriormente- Madre mía, Ed, estás sereno.

- ¿Qué hay en que le llame Edward?

- Pues... -La explicación fue interrumpida en la primera palabra pronunciada por el chico.

- No es nada Jane, déjalo. Ve a casa anda, es tarde. -Kyle me miró y asintió con una pequeña sonrisa entre sus labios.

- En fin, ya nos veremos. -Giré sobre mis talones con la mayor calma y llegué a casa a penas en unos tantos segundos.

En media hora mi cuerpo estaba nuevamente envuelto entre las sábanas, en la habitación de Clair. El ambiente era igual que momentos antes de irme, por eso mi mente y me podía permitir el lujo de respirar tranquilidad. Mis ojos poco a poco iban siendo prisioneros del cansancio y pronto acabaron envueltos bajo la capa de oscuridad que brindaba la situación.

La falda del vestido estaba perfectamente estirada a pesar del movimiento del columpio. Aun que era pausado, era lo suficientemente potente como para provocar un ligero movimiento de mi pelo. Sin tener el control de mi cuerpo me puse de pie y emprendí un vuelo hasta la cima del pequeño edificio de aquel paseo desconocido para mi. Pronto apareció Kyle y yo repetí el mismo acto, sino que cambiando la dirección y ahora llegando hasta delante del chico. Este solo me sonrío y me tendió su mano; con gran gusto yo la acepté y empezamos a caminar hacia donde había una fuente.

- ¿No quieres saber donde está él, Jane?

- No, él ya no importa.

- ¿Crees que ha sido correcto? -Colocó la palma de mi mano sobre la suya y luego la mostró. Esta ahora estaba impregnada en color rojo al igual que mi vestido, pero yo no hice más que sonreír al chico.

- Sí Kyle, estoy segura.

Abrí los ojos de golpe y sentía como el aire salía irregular desde mis labios. Tapé con las manos mi rostro y sentí como una gota de sudor pasaba por mi frente recorriéndola entera. Me apoyé sobre mis antebrazos y descubrí un par de ojos azules mirándome fijamente y la sonrisa adornando sus labios.

- Hola Hamerbrook, hacía un par de semanas que no te venía a ver.

- Ya lo creo Damián, hacía ya un tiempo. ¿Qué te trae por aquí?

- No te equivoques Jane, haz caso a tu instinto. Debes estar atenta a las señales, a todo.

- ¿Y eso a que viene ahora?

- Tú solo hazlo Hamerbrook, acata mis indicaciones, tan solo deseo lo mejor para ti. -Asentí y este hizo un ademán con la cabeza en signo de despedida.

¿Qué quería decir Damian con todas aquellas indicaciones? ¿A caso estaba ignorando algunas señales del Olimpo? ¿Acechaban futuros peligros en mi destino?

Debía hacer caso a Damián, él jamás querría nada malo para mí.

***

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