VÍNCULO FÍSICO - EL AFECTO SE DESARROLLA EN EL OBJETO CONTRARIO: EL CUERPO.

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-¿Quién te dijo que...?

-¡¿Otro mes con cadena?!

-¿... voy a cocinar ramen? –acomoda la frase para evitar más castigo, no es que no esté agradecido solo que se siente temeroso de que al terminar esto, las cosas regresen a la normalidad, Sasuke vuelva a ser gris, su vida gris, sus sueños grises, sus relaciones grises... Naruto lo coloreó y ahora no quiere irse.

-Debes hacerlo, dattebayo. ¡¿Qué chef de fama mundial no hace ramen?! –al parecer también está lleno, dejó caer la bolsa con galletas, solo quedan cuatro. Se recuesta y sus piernas se deslizan un poco más, una queda sobre las piernas de Sasuke. -¡Auch! –da un saltito cuando siente el pellizco en su pierna, lleva unas bermudas de algodón que se enroscó un tanto mostrando buena parte de su pierna. -¡¿Quieres pelea o qué?! –lo empuja con su pie.

-¡Oye! –lo pellizca de nuevo, el rubio se incorpora un poco y lo atrapa con sus manos, le pellizca el hombro.

-¡Hey! ¡Tramposo! –no puede moverse, lo tiene apresado con su cuerpo ahora, siente el pellizco en su mejilla y luego un beso. –No hay tregua, igual me dolió. –evita sus ojos colocándole una mano en el rostro.

-Bien...-se aleja un poco para hablar bien. -¿Qué quieres? Lo que sea... -le sonríe con los dientes deslumbrantes que tenía.

Y esta clase de cosas, bueno, todo en realidad, sucede cuando dejas de pensarlo, cuando no dices "va a salir mal, mejor no". Esta clase de cosas suceden cuando simplemente sueltas lo que tienes atrapado en tu garganta o pecho. Y Sasuke aprendió a hacerlo porque el riesgo no era tanto como el hecho de que los días estaban contados ya.

-A ti.

-Me tienes a mí. –le contesta sin pensarlo. –Te dije que te amo ¿no?

-Creo que también lo hago yo. –finge seriedad porque el miedo no le permite pensar qué más decir, está aturdido buscando la manera de controlar esto pero Naruto no se lo permite.

-Sí, no hay duda. –acerca su rostro al contrario, romántico. –Te amas tanto, culero, que pareces enfermo mental. –la bofetada suena tan fuerte que Sasuke piensa que quizá se pasó con la fuerza. –Me dolió.

-A mi también. –se queja, no le duele la mano, le duele la broma.

-Bueno... eso lo puedo solucionar si tú solucionas lo mío.

-Ya, ya. –con el rostro enrojecido pasa su mano por la mejilla herida mientras finge estar molesto por la caricia dada. –Listo, llorón.

-No me refería a eso... -le divierte tanto que a Sasuke le da esa sensación de estar pasando de largo algo... y lo afronta cuando Naruto le mira de esa manera, le da un escalofrío en su espalda cuando el rubio se frota contra él y besa su mentón. -¿Listo?

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-Ay, Dios mío, no cuentes, no más... -se da aire con la mano, su rostro de porcelana está sonrosado solo un poco, parece que todo lo que sufre un ser humano ella lo sufre con un toque de belleza. Sasuke se alegra con saber que hasta ahí iría el relato, no sabía cómo se pondría si continuaba. –Ya, ya me calmé. –Mikoto respira mientras se pone de pie y va a una mesita esquinera donde tiene una botella de cristal soplado llena de licor, se sirve una copita diminuta y le da el trago.

-¿Madre?

-Ten, bebe una.

-¿Ah?

-Ya tienes dieciocho, ya estás en edad. –se la acerca y Sasuke la recibe por inercia pero recuerda esas veces en que se escapaba de casa para beber en los bares de la ciudad. –Vas a sentir un sabor desagradable, un rasponcito en la garganta y posiblemente... -deja de hablar cuando Sasuke se empina el líquido y lo traga sin quejarse. -¡Sasuke Uchiha! –después de todo era su madre y lo entendió en seguida. -¡¿Cómo te atreves?!

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