Capítulo 6 - "Tan cerca pero tan lejos..."

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—  ¡Bien, chicos, sigan así, esos giros con un poco más de esfuerzo, pueden ser muy buenos! — Expreso, Minako mientras observaba a sus estudiantes ensayar. — Yuuri, ven al frente, enseña tus giros, recuerda siempre mantener el aire, la fuerza, pero imagina que eres una pluma, una muy resistente Jaja. — Minako se sentó, notando que la timidez de Yuuri le estaba ganando la partida en esta ocasión.


—Me gustaría pasar luego de otro compañero, maestra. — Respondió este, mientras usaba su traje de ballet masculino y observaba a Minako con una mirada suplicante de que le salvara de aquella situación.


—No... Lo harás ahora. — Expreso la mujer seriamente.


—Está bien, entiendo... Uhm... — Respondió el joven resignándose y realizando sus primeros giros al ritmo de la melodía, sin embargo termino cayéndose al final. Los giros habían sido buenos, pero la concentración le traiciono al final. — Puedo hacerlo nuevamente.


— Adelante. — Asintió, Minako, mientras extendía su brazo con una seña de que continuara y así fue, Yuuri se concentró en un punto fijo, para comenzar a girar una y otra vez, dejando sorprendido a sus compañeros, por la resistencia ante sus giros, pues la mayoría solían marearse con facilidad.


—Muy bien, Yuuri. — Sonrió la mujer, invitando al siguiente y así hasta pasar al último estudiante y dejar las indicaciones para la próxima clase y fue allí en donde Minako dijo algo que dejo, preocupado a su estudiante estrella. — Para la próxima clase, cada uno de ustedes traerá el tema que le guste, un tema con el cual se identifiquen y deseen compartir con los demás, a través de su danza.


—¿Tema con que me identifique? — Se preguntó así mismo, notando que en su mundo había una variedad de temas sin aclaración alguna, no sabía que podría escoger y lo que era peor para el, solo tenía aquel chico en su mente, no pensaba en otra cosa que no fuera el. — Creo que es la enfermedad de Viktor... — Dijo para si mismo, mientras sonreía ante su propio comentario y llevaba uno de sus dedos a su boca, mordiendo los lados de sus uñas.


—Espero que vengan con mayor emoción a la próxima clase. — Dijo finalmente Minako, despidiendo a los estudiantes y a Yuuri al final para luego retirarse.


Luego de aquella clase, la cual se había extendido un poco más por la duración de cada estudiante. Yuuri, contando con unas horas libres, comenzó a caminar por los pasillos tratando de familiarizarse un poco más con la escuela y las personas que la conformaban, sin embargo divagando entre los pisos y su mente, termino en el pasillo del último piso, siendo bañado por la luz del sol rojizo de la tarde que inundaba siempre la ciudad de Paris.


Al caminar hacia una de las ventanas del pasillo, observo detenidamente el paisaje desde allí, por alguna extraña razón aquel momento y la imagen que veía le parecían muy hermosos y sublime, apoyo su cara en su puño, mientras su codo se apoyaba en la repisa de la ventana y el viento rodeaba su cuerpo. Aquel pequeño momento era perfecto para Yuuri, al punto de cerrar sus ojos por unos segundos y ser contagiado al instante por una melodía que provenía de un piano de alguno de los salones del último piso.


—¿Un piano en este piso abandonado? ¿Quién estará tocando? — Pensó, colocándose en marcha con cuidado para buscar el origen del sonido de salón en salón, hasta toparse con aquel chico de melena blanquecina, quien se encontraba tocando una pieza de opera conocida como "Stammi Vicino No te nen andaré" aquella pieza se caracterizaba por su melancolía, vacío y tristeza, pero al tiempo hablaba de alguien que había encontrado el amor, Yuuri como si no quisiera arruinar tan bello momento, solo se recostó a la pared que lo separaba de aquel chico e hizo una pequeña abertura en la puerta, para escuchar mejor y dejarse llevar por el sonido de las teclas.


—Que hermoso tocas... Viktor. — Dijo en voz baja para si mismo, permaneciendo con sus ojos cerrados para seguir escuchándole una y otra vez, por un momento la melodía se detuvo y el joven de inmediato abrió sus ojos, pensaba que había sido descubierto en su coartada, pero al asomarse nuevamente por aquella abertura, noto que el hombre solo se había puesto de pie y había colocado el tema original en el reproductor, para crear la coreografía que pertenecería a este mismo. Sus piernas delgadas pero bien formadas al tiempo, danzaban al compás de las notas altas de la ópera y su espalda se arqueaba un poco, reflejando cierta sensualidad en los movimientos de sus manos y caderas.


—¿Sera la nueva coreo que había anunciado hace poco en los medios? — Se preguntó así mismo, no perdiendo ningún detalle ante sus ojos y recordando tiempo después la búsqueda intensa que había hecho en la web sobre aquel ser, sobre el gran Viktor Nikiforov.


Búsqueda en la cual, el joven Katsuki tuvo el placer de observar a Viktor en sus años de inicio, luciendo tan esplendido como de costumbre, pero con una pureza e inocencia más presentes e imponentes, no conforme con fotos, leyó blogs creados solo para el prodigio de la danza y vio vídeos de todas sus presentaciones y coreografías, puede que Yuuri lo hubiese conocido en su etapa de madurez, pero no había seguidor más devoto y fiel, que él.


Regreso a la realidad, notando que ahora Viktor anotaba ciertas cosas en un papel, quizás eran los apuntes sobre su coreo y de qué forma lo encajaría con el cover que había hecho en el piano, algo no funcionaba eso lo observo Yuuri de inmediato, pues un gesto de inconformidad con molestia se poso en el rostro de Viktor. En ese momento Yuuri, deseaba profundamente ser una persona cercana para Viktor, pues así tendría la confianza de decirle que no se preocupara que todo estaría bien, pero el no se atrevía a nada, pese a la promesa que se hizo así mismo en relación aquel hombre, Yuuri no estaba seguro de nada sobre el, solo había visto información de el por medio de las redes, periodistas y vídeos y a su percepción aquella no era una fuente confiable.


—¿Cómo eres Viktor? — Se preguntó el joven en su mente, mientras se colocaba de pie y sentía el impulso de querer hablarle, para luego arrepentirse y marcharse de allí. — No... No es el momento.

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