Capítulo 13

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Adara trataba de controlar lo que pasaba, pero no podía. Ella sentía que algo muy fuerte estaba floreciendo dentro de ella. Pero, ¿Qué era realmente?

Sin darse cuenta, sus hermanos ya estaban bastante cerca de ella, ellos estaban al pie de la cama. Adara se percató de los rasguños y heridas que se encontraban en la piel de sus hermanos, sintiéndose lo peor al lastimar a su preciada familia. No podía creer que les hizo daño. No podía creer lo que le hizo a Shu. Ella se sintió como lo que era; un monstruo.

Adara sintió una mano posarse en su pequeño hombro, levantando la mirada y encontrando a Shu con varios cristales aderidos a su cuerpo. Ella miró hacia los lados, tratando de encontrar a sus otro hermanos, pero estos se encontraban en el suelo, siendo aplastados por la fuerza que ejercía la barrera alrededor de Adara. Shu era el único que permanecía de pie.

—Shu... —las palabras de la pequeña se quedaron en el aire. Shu se acercó y la rodeó en sus brazos, sin antes darle un dulce beso en la frente. Adara no pudo evitar soltar unas cuantas lágrimas, abriendo sus ojos extensamente. El pequeño remolino que aprisionaba a la menor desapareció al igual que la gran barrera que se había creado.

Ya todo estaba calmado, Shu seguía besando a su pequeña hermana en la frente, haciendo que las lágrimas de ella sigan bajando por sus mejillas. Pensaba que no se merecía ese beso. Despues de todo, casi lo asesina en el salón por simples celos.

Shu se separó, y luego cayó rendido sobre la cama.

—S-shu... ¡Shu!—gritó asustada. Miró hacia el lugar en donde se encontraban sus hermanos, los cuales se estaban retorciendo en el suelo por el dolor.
—Perdón... —susurró, arrastrando al rubio para dejarlo cómodo sobre su cama.

Luego se acercó a sus otros hermanos, tomando a Reiji del rostro y mirándolo apenada.

—Reiji, perdoname... —susurró, su hermano le sonrió levemente y cerró sus ojos.

—Eres muy fuerte, Adara.
—susurró el mayor, riendo débilmente.

Adara quería ayudarlos, todos estaban heridos y el mayor de los hermanos desmayado. Lágrimas caían por sus mejillas al sentirse culpable del dolor que sentía su familia. Necesitaba ayuda, quería llevar a sus hermanos a un lugar seguro, pero era claro que ella no podría cargar con todos ellos.

—Hija.—llamó una voz conocida, entrando por la puerta con semblante preocupado, y frunciendo el ceño al ver lo destruido que se encontraba la habitación.

—P... Papá. —tartamudeó la albina, corriendo hacia él con sus mejillas totalmente bañadas de lágrimas.

Un sentimiento de felicidad floreció en Tougo. Su hija estaba avanzando cada vez mas rápido de lo que había imaginado. Pronto podría llegar a ser mas fuerte que él mismo. Según sus planes, tenía en mente beber la sangre de su hija cuando ésta esté con sus poderes a límite, pasando los poderes de la pequeña a él. Y, obviamente, era algo que solo él podía. Él veía ese futuro cada vez más cerca. Muy pronto él podría ser prácticamente invencible.

Adara se separó de él, con sus ojos llorosos.

—Y... Yo no quería hacerlo, papá. Todo se descontroló y no podía pararlo.—titubeó Adara, mirando con horror las palmas de sus manos.
—¿P-puedes ayudar a mis hermanos, por favor?

[···]

KarlHeinz se encontraba tratando a su hijo mayor, él fue el único que pudo pasar la barrera de su hija. Un acto que aún no se lo creía.

El albino se levantó de la silla y se dirigió hasta su hija.

—Estara bien, despertara en unas horas, pequeña. Ya no estés preocupada.—dijo el mayor, tratando de consolar a su hija. Ella, a pesar de ver a todos sus hermanos fuera de peligro, su mirada se encontraba pérdida en algún punto fijo, sintiéndose culpable por todo lo ocurrido.

—E... Está bien.—susurró, sin apartar la mirada de algún punto en la pared.

—Bueno, ya tengo que irme. Tengo muchas cosas que hacer.
—dijo el mayor, tomando su chaleco y acercándose a la frente de su hija para depositar un casto beso en este.

—¿Esas cosas son mas importantes que tus hijos?
—preguntó la pequeña, mirando con neutralidad a su padre.

—Ellos ya están bien, solo necesitan descansar un rato. No necesitan mas de mi presencia.
—dijo Tougo, revolviendo el cabello de su hija.

—Yo si... —murmuró ella, bajando la mirada. Su padre desapareció al instante con una pequeña sonrisa.

—El siempre ha sido así, Adara. No te sientas mal.
—susurró Reiji, mirando a su pequeña hermana mientras, con un gran esfuerzo, trataba de sentarse en la cama.

—No hagas eso, hermano. Puedes hacerte más daño.
—dijo con preocupación la Sakamaki, corriendo hacia su hermano y recostándolo de nuevo en la cama.

—Eso no importa. Lo importante es que tú estás bien.
—dijo Reiji, sonriendo levemente. Adara apartó su mirada con cierto resentimiento; aún no olvidaba lo que él hizo.

Reiji, al darse cuenta de la acción de su hermana, decidió que la mejor opción era tenerla en Sus brazos. Y así lo hizo, la atrajo a él y la abrazó suavemente, tratando de que así ella ya no esté enojada.

—Adara, pequeña, perdoname. No debí hacer eso, y lo sé. Solo pensaba en mi mismo y no en ti, mocosa. Pero en serio no debías hacer eso. Yui es para nosotros solamente la comida. Mientras que tú, tú eres nuestra preciada hermana menor.
—susurró Reiji, hundiendo su rostro en el perfumado cabello de su hermana, disfrutando del aroma que desprendía su pequeña.

Aroma que enloquecía a cualquiera que se le acercara.

Hermana menor: Experimento [D.L] (EDITANDO)Onde histórias criam vida. Descubra agora