Capítulo 9

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Adara miraba la nieve caer fuera de la pequeña ventana de la limusina. Aún se encontraba enojada con su hermano Reiji, y seguía sin aceptar a Yui. Ella no sabia el por qué, pero sentía que había visto a Yui antes y no le daba buena espina.

—Hemos llegado.
—anunció Reiji, todos empezaron a bajar, Yui incluida. Adara solo miró como bajaban, para después ser la ultima en salir.

Adara se puso a lado de Subaru, tomándolo de la mano para no ir sola, cosa que a Subaru le sorprendió y a la vez le avergonzo.
Adara se sentía insegura ante la mirada de las personas que les habrían paso. De un momento a otro comenzó a ser mirada fijamente por todos los estudiantes, susurrando y hablando sobre su extraña apariencia.

—No les hagas caso, mocosa, solo están celosas.
—le susurró Subaru, tratando de que su pequeña hermana no se sienta mal, cosa que le resultó ya que ella lo miró y le sonrío.

—No te preocupes, hermano, estoy bien.—dijo la pequeña, sonriendo.

—Adara, te llevaré a tu clase.
—dijo Reiji, parándose en frente de su hermana.

—Ajá...—dijo Adara, tratando de ignorarlo.

Reiji soltó un suspiro de frustración y cogió a su hermana de la mano, llevándola casi a rastras por los pasillos siendo observada por intimidades de personas.

—Adara, ya no estés enojada... por favor.—rogó Reiji, mirando a su hermana quien se encontraba evitando la mirada de su hermano.

—No puedo no estar enojada, Reiji. Me gritaste, y eso me dio mucho miedo.—dijo la pequeña, mirando el suelo con enojo y pena.

—Perdón, ¿sí? No quise hacerlo, pero tú me obligaste.
—dijo Reiji, parándose en frente de su hermana para luego ponerse en cunclillas hasta estar a la altura de ella.

—Yo no te obligue, Reiji.—dijo Adara, cruzándose de brazos, sin mirar a su hermano aún.

A Reiji le dolía que Adara ya no le dijera "hermano", se había acostumbrado a escucharla llamarle así y que ahora no lo haga lo apenas de una forma u otra.

Él soltó un suspiro de cansancio y luego puso una mano en el hombro de su hermana, encontrando ése, u  apoyo para disculparse con la niña.

—Adara, ¿porqué estas enojada con Yui? ¿Te hizo algo?
—preguntó, mirando a su hermana que seguía evitando el contacto visual.

—P-porque ella me va a quitar a mis hermanos.—dijo de repente, tomando un sonrojamiento.
Reiji se percató de eso, y sonrió.

—¿Estás celosa?—preguntó él, sonriendo al ver la adorable reacción de su hermana.

—¿Yo celosa? Meh.—respondió la menor, dándole la espalda a su hermano dispuesta a no tocar el tema.

El azabache rió suavemente ante el gesto de su hermana y luego la atrajo hacia él, dándole un cálido abrazo que parecía querer darle hace un tiempo.

—Adara, Yui no te va a quitar a nadie, tú eres nuestra hermana y no te vamos a cambiar.
—dijo Reiji, oliendo el cuello de la menor, percibiendo un olor dulzón, que seguramente era su sangre.

—¿Lo prometes?—dijo la pequeña, rompiendo el silencio que se había creado en el abrazo, y sacando a su hermano del estado de embriaguez en el que se encontraba al percibir el aroma de su cuerpo. Ella se separó un poco de el, y le dio un cálido beso en la mejilla.

—Lo prometo, mocosa.
—dijo Reiji, sonriendo ante el acto de la pequeña.
—Vamos, te llevo a tu salón.
—susurró, tomando la fría mano de su hermana.

[···]

Adara se encontraba en su asiento, escuchando las aburridas clases de matemáticas, observando la gran luna que se observaba desde su lugar. Estaba muy aburrida y no se disponía a estar en aquel lugar más tiempo, decidiendo así en pedir permiso para ir al baño y distraerse un rato.

Adara salió del salón, y se dirigió hacia cualquier lado, trataba de quitarse de la cabeza los problemas matemáticos que el profesor había explicado hace un momento. Caminó por los extensos pasillo completamente sola, con sus ojos cerrados, subiéndose en un silencio sepulcral que le agradaba. Su tranquilidad se desvaneció justo cuando un chillido llegó a sus oídos, dejándola algo desconcertada. ¿Y si estaban atacando a alguien? Buscó por todas los salones con rapidez, llegando a parar frente al salón de cocina del Instituto y abriendo la puerta al escuchar otro extraño sonido.

—¿Quién se atreve a interrumpir a ore-sama?—un pelirrojo se encontraba aferrado al pecho de la chica rubia, llevando su enfadado rostro a la puerta y llevándose una sorpresa.— Adara.

Adara no se fijó mucho en los ojos de su hermano, su vista estaba centrada en la sangre que caía por su boca, y los dos colmillos en su dentadura. Luego pasó la vista a Yui, quien se encontra desmayada y con marca de colmillos en su cuello.

—V... Vampiros.—susurró mirando a Ayato con terror, llevándose una mano a sus labios.
Ayato la miraba sorprendido, no sabía que decirle. Ni siquiera recordaba que su hermana no sabía que ellos no eran humanos.

—Adara, yo... —tartamudeó el mayor, acercándose lentamente hacia Adara.

—M... Mis hermanos son vampiros.—murmuró con terror. Su expresión era una mezcla de sorpresa y miedo, y de sus ojos comenzaron a brotar lagrimas.

—Adara, por favor, dejame explicarte.—susurró el Sakamaki poniéndose en cunclillas, y mirando la mirada pérdida de su pequeña hermana.

—¡A... Alejate!—gritó la pequeña, cerrando los ojos, sin antes prevenirlo, Ayato salió disparado contra la pared, dejando un gran agujero en este. La pequeña abrió sus ojos, que habían cambiado repentinamente a un color carmesí. Por alguna razón, todo el salón se encontraba envuelto de polvo, haciendo que a Adara le abandonara su valentía.

Ella salió corriendo de ahí, con lágrimas en los ojos, no podía creer lo que había visto, lo que había presenciado. Sus preciados hermanos eran unos chupa-sangre, algo que ella nunca esperó.

En su intento de escapar lo más lejos posible de todo, perdió el equilibrio y cayó de bruces al frío suelo.

—¿Qué...?—volteó la mirada, y encontró a Shu dormido en medio del pasillo.

—¿Adara?... —susurró el rubio, abriendo sus ojos y mirando la expresión de terror de su hermana.
—¿Pasa algo?
—preguntó, levantándose al notar lo extraña y tensa que se encontraba su hermana.

—A-alejate... —susurró la pequeña, cerrando sus ojos.
—¡Shu, alejate!—exclamó, abriendo sus ojos, que ahora eran de un rojo intenso, tomando por sorpresa a su hermano quien salió volando por todo el pasillo hasta encontrarse con la pared más cercana.

Adara se asustó por la repentina acción, mirando sus manos como si estás tuvieran la culpa de todo ese alboroto.

«¿Y-Yo hice eso?» se preguntó la pequeña, aterrorizada de sí misma, mirando a su hermano quien se levantaba del suelo con sangre en su frente.

La Sakamaki se preocupó por su hermano, el miedo la tenía cegada y no pudo controlarse. Teniendo como resultado a sus dos hermanos heridos, y no se lo creía. Ella había lastimado a sus hermanos, haciendo que un gran sentimiento de culpa se desarrollara en su interior. La presión  de la situación hizo que las lágrimas no puedan esconderse más y caigan como si de una cascada se tratara.

Hermana menor: Experimento [D.L] (EDITANDO)Where stories live. Discover now