Me quedé un buen rato con él, Thomas no recibió daños corporales, solo necesitó pasar la noche con oxígeno hasta que se le limpiasen los pulmones a causa del humo de la explosión. Tuve la necesidad de disculparme con él, a lo que él contestó que debía disculparme con el mundo por haber nacido.

Cuando Zack llegó, me despedí de Thomas y me marché. Al entrar al auto noté a Zack diferente, su simpatía y dulzura habían desaparecido.

―¿Sucede algo? ―pregunté.

Se encogió de hombros y puso en marcha el auto.

―¿Es la ley del hielo? ―intenté retener la risa al ver como fruncía los labios―No estamos en el jardín de niño, los problemas se hablan.

―Eres la menos indicada para decir eso―me reclamó.

―Entonces dime qué te pasa.

Volvió a encogerse de hombros. Me quedé en silencio tratando de descifrar qué le había hecho a Zack. La última vez que lo vi fue ayer en la tarde, en medio del tumulto en el negocio de Dolly, entonces él me miró mal cuando...

―Es por Ryan―solté―Crees que hay algo entre nosotros.

―Vi como se miraron―se detuvo en un semáforo.

Hice un intento muy malo de soltar una carcajada.―Son ideas tuyas. Entre Ryan y yo no hay nada―tragué. Tuve la inexplicable necesidad de ocultarle la verdad.

―Espero que sea cierto, porque Braden, no estoy seguro de lo que Ryan siente en realidad.

Por suerte él no me miraba, cuando el semáforo cambió.

―¿Lo dices por Helena?

―Tengo miedo de que él esté confundiendo sus sentimientos. Podrías terminar herida.

Clavé la vista al frente. No podía negarlo, cabía esa posibilidad.

―Sé cuidarme Zack.

―¿Y qué hay de ti? ¿Cómo puedes deshacerte así de tus sentimientos por Samuel?

―¿Qué sentimientos? ―miré por la ventana.

―Ryan y tú no tienen futuro juntos, ambos están perdidos.

Miré a mi amigo, y lo entendía perfectamente. Con eso cerramos el tema. Zack condujo hacia un lugar retirado de la ciudad, era un edificio, llevaba un enorme letrero con dos armas cruzadas. Reconocí el auto de Ryan en el parqueo y sentí un cosquilleo, respiré hondo y seguí a Zack.

Le dimos nuestros nombres al seguridad y nos indicó dónde debíamos ir. Bajamos a un sótano, era un espacio enorme dividido con líneas amarillas. En la parte trasera había una cabina en cristal y adelante diez figuras de cartón con los círculos de tiro al blanco. Ryan estaba junto a un hombre corpulento, cuando nos vieron terminaron la conversación.

―Al fin llegan―dijo el hombre―, quería conocer a la hermana de JJ.

―¿Quién es usted? ―le pregunté.

―Soy Geraldo, le vendí a tu hermano su primera arma.

―Legalmente―agregó Ryan.―Ya ustedes suponen lo que haremos hoy.

No me gustaban las armas, me vi obligada a usar una cuando nos atacaron los Romanov y fui un desastre. Ryan nos dijo que fuéramos a la cabina, allí tenía los equipos que utilizaríamos.

―Usarán un arma de calibre 22, es una de la más fáciles de manejar―nos dijo Geraldo.

―¿Por qué involucraste a Zack en esto? ―le pregunté a Ryan.

La locura de JulietaWhere stories live. Discover now