;; CiNcUeNTa Y uNo ;;

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Toby alzó los brazos y yo sonreí, subiéndolo a mi regazo y sintiendo cómo se acomodaba rápidamente.

Max pasó por detrás de mí y me besó la mejilla, abrazándome por detrás.

- Yo también necesito amor, eh. –me dijo y yo sonreí, mordiendo mi labio. - ¿Debería estar celoso de Toby, Lizzy? –preguntó, susurrando.

- Ya pasaremos tiempo de calidad. –dije, volteándome para guiñarle un ojo. Él se sonrojó levemente pero luego me sonrió coqueto.

- Espero que cumplas. –habló antes de pegar nuestros labios aunque fuera por unos segundos.

;; ;; ;;

Terminé de bajar las escaleras y caminé a la cocina para ver a Max de espaldas, miré hacia los lados, no había rastro de mis hermanos y mamá no vendría temprano. Me acerqué a él y lo abracé por detrás.

- Vaya, estás cariñosa. –le escuché decir y sonreí coqueta antes de comenzar a besarle el cuello. – Bien, eso nunca lo habías hecho.

- Lo siento. –me disculpé en tono mimado, ahora poniendo mis manos en su abdomen y levantando su camiseta un poco hasta tocar sus abdominales. – Sabes, por dejarte de lado. –continué subiendo mis manos, mientras dejaba pequeñas marcas en su cuello con mis dientes.

- Creo que deberías dejarme de lado más seguido si esta es tu forma de disculparte... -murmuró cuándo yo volví a bajar mi mano y rocé con el botón de sus jeans.

Sonreí contra la piel de su cuello y volví a besar, ahora apartando su camiseta para llegar a su hombro. Bajé mi mano hasta su pantalón y desabroché uno de los botones, escuchando un pequeño quejido. Sonreí con atrevimiento antes de meter mi mano sin ningún tipo de vergüenza.

Yo también le tenía ganas desde hace bastante.

Él volteó y puso sus manos en mi trasero antes de hacerme brincar y poner mis piernas alrededor de su cintura, me sentó en la barra de la cocina y puso sus brazos en mi cintura para acercarme más a su cuerpo, bajando sus labios desde mi boca hasta mi cuello.

La verdad era que estábamos haciendo esto en una cocina, no era el lugar más apto para una sesión de coqueteos.

Y menos si Max tenía olor a hot dogs.

Pero no importó, porque eso apenas se sentía mezclado con su colonia y su olor varonil natural.

Ugh, amaba olerlo.

Ok, lo que dije fue muy raro.

Sentí cómo succionó la piel de mi cuello y luego sonrió contra ésta, probablemente dejando una marca notoria. Ahora diría un:

- Eres mía.

Sonreí. Me encantaba que hiciera eso y no me importaba que casi siempre lo hiciera. Puse mi mano en la barbilla de él y levanté su rostro para pegar nuestras bocas con desesperación, pasando mis brazos por su cuello y enredando mis dedos en sus mechones oscuros.

Las manos de Max se metieron dentro de mi blusa y acarició mi espalda mientras yo lo empujaba más contra mí con mis piernas y brazos. Mordí su labio inferior, provocando que sonriera y jugueteara con el broche de mi sujetador.

- No es el mejor lugar. –murmuró entre besos.

- Sabes que no llegaremos a más de besos. –dije y él asintió con la cabeza antes de volver a besarme.

Pero toda la magia, lo hermoso, lo precioso en este mundo debe acabar...

Y ahora, fue cuándo mamá entró en la cocina.

- Haré de cuenta que no vi eso. –habló mi madre, retrocediendo hasta ni siquiera poder vernos. – Entraré de nuevo, espero que estén en una posición más normal.

Solté unas pequeñas risitas antes de empujar a Max y bajar de un salto de la barra de la cocina.

- Mucho mejor. –dijo mamá y rió. – Para algo tienen cuartos, chicos.

Niñero. [editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora