;; QuInCe ;;

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- ¿Qué hiciste? –le pregunté a Kyle, él simplemente soltó un pequeño quejido antes de mirar sus pies. – Kyle Michael Brown. No me hagas preguntarle a Michael Kyle Brown. –sí, los mellizos tenían de segundo nombre el nombre del otro. Ridículo, ¿no?

- Yo... -miró sus manos. – Tal vez y sólo tal vez... le hice una broma a Max y he cambiado su shampoo por tinte verde.

- ¿¡Qué?! –chillé, alterada. - ¡Max va a matarnos, Kyle!

- Tal vez aún no tomó una ducha. –mi hermano menor se encogió de hombros y yo salí de su habitación rápidamente. Max tenía su propia habitación, porque –ahora – nos cuidaba a tiempo completo toda la semana y los fines de semana volvía a su casa. O a veces mamá lo dejaba irse más temprano.

Me metí a su habitación y pude ver que había algo de vapor.

- ¿Max? –dije, cubriendo mis ojos con la palma de mi mano. Tal vez estaba desnudo y el hecho de verlo así no me gustaba en absoluto.

Pero tampoco era una buena idea cubrirme los ojos.

Porque tropecé con quién-sabe-qué, cayendo de rodillas y gritando cómo si me hubieran encajado un cuchillo.

- ¡Lizzy, ¿estás bien?! –abrí los ojos cómo platos al escuchar la voz de Max. Levanté mi cabeza del suelo.

- Sí, estoy... -lo recorrí con mi mirada. Su cabello aún estaba seco, pero llevaba una toalla amarrada a las caderas, cubriendo lo que había más allá de su V – bien...

- ¿Qué sucedió? –preguntó, ayudándome a levantarme. Desvíe la mirada o comenzaría a babear al verlo.

- Kyle cambió tu shampoo por tinte verde. –dije, riendo nerviosamente y con mi vista puesta en su cama, sólo para no mirarle a él. – Sólo quería decirte eso.

- Oh, me di cuenta, no te preocupes. –de reojo logré notar una sonrisa tirar de sus labios. - ¿Necesitabas algo más? ¿pasa algo?

Negué con la cabeza, volteando a verlo y necesitando una cubeta. Ya no podía retener mi mirada curiosa, que inició en su cabello castaño y despeinado, siguiendo por sus cejas espesas pero tupidas, sus mejillas y sus labios llenos, su mandíbula. Su cuello, llegando a sus hombros y luego a sus brazos perfectos para abrazar, sus pectorales –dónde yo había puesto mis manos –, y debajo una fila de abdominales que terminaban en una V. Lo demás, era cubierto por la toalla a sus caderas.

- D-deja de mirarme así, por favor. –levanté la vista para verlo rascando su nuca y sonrojado.

- L-lo siento. –dije con una pequeña sonrisa. – Adiós, debo ir a alimentar a.... a... a mi unicornio. –salí rápidamente de su habitación.

Me di un golpe en la frente.

¿Unicornio, en serio?

Suspiré y caminé de nuevo a mi habitación.

Max habló con Kyle acerca de su broma durante la cena, dirigiéndome miradas "discretas" de las que me había dado cuenta.

Pero me alegraba saber que al menos él me miraba.

Niñero. [editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora