;; TrEiNtA y UnO ;;

100K 5.6K 360
                                    



Kyle y Mike tomaron dos paquetes de harina de la cocina sin ser vistos. Los mellizos eran cómo ratas escurridizas. Olivia volvió de quién-sabe-dónde con un tarro de miel. Ella es la de los contactos. Tyler es el bonito, el que distrae con sus lindas palabras y sonrisas matadoras.

Y yo, soy la organizadora de todo.

Mientras Tyler entretenía a la señora Williams, una de las mujeres que más nos odia en este mundo, mis hermanos y yo preparamos la travesura.

Olivia estaba en el pequeño balcón de las escaleras, nadie miraba hacia allí así que estaría "segura". Para nuestra suerte, la señora Williams estaba justo dónde debería estar. Olivia abrió el tarro de miel y lo vació en el cabello canoso de ella, no tuvo tiempo a reaccionar, por lo que los mellizos aprovecharon para la segunda fase de la travesura, comenzar a corretear mientras le lanzaban harina, asegurándose que Tyler estuviera alejado. Tercera fase, huir a la casa del árbol y mantenerse escondidos hasta que el escándalo pase.

Mis hermanos y yo comenzamos a reír apenas tocamos la madera con la que la casa del árbol estaba hecha. Los mellizos tenían un poco de harina en las manos y Tyler en el cabello y ropa.

Cuándo el escándalo y los regaños por parte de mamá que escuchábamos desde las alturas pasaron, bajamos las escaleras para nuestra nueva broma.

Esta vez necesitaríamos crema de maní y crema batida.

Tarareé mientras tomaba ambas cosas de las alacenas de la cocina. Eleanor me miró, regañándome con su mirada.

- Tranquila Elie, no te haremos nada. –dije, escondiendo ambos botes debajo de mis brazos. – La señora Williams ha sido la primera víctima.

- Oh, hagan lo que quieran. –ella se limpió las manos con el trapo. – Esa vieja nunca me ha caído bien. –negó con el dedo índice y reí. – El señor Reginald y Heidi también me caen mal, háganme el favor.

- Me has leído la mente. –ella sonrió y continuó limpiando la encimera.

Agradecí que mamá insistiera en que todos los invitados debieran dejar sus abrigos en los percheros de la entrada, sería más fácil acceder a las prendas.

- ¡Reginald! –dije, acercándome al hombre canoso. Él volteó y me miró con cara de pocos amigos. - ¿Cómo te ha ido? He oído de mi madre que tus huesos están mejor, ¿es eso cierto?

- ¿Dónde están tus hermanos? –miró sobre mi hombro y sonreí nerviosamente. Reginald ya había sido víctima de nuestras travesuras antes.

- ¿Lizzy? –volteé al escuchar mi nombre. Max salía del lavabo del primer piso con las manos en los bolsillos de su saco.

Oh, maldita sea. Los hombres con traje son mi debilidad.

Respiré profundo y sonreí, mirándolo.

- ¿Qué necesitas? –él me miró, alzando una de sus cejas. – Estoy teniendo una amistosa charla con el señor Reginald. –señalé al viejo.

- No me agrada para nada, llévatela. – Reginald me dio un empujón, provocando que mi cuerpo quedara pegado al pecho de Max. Él me miró y sonrió levemente al igual que yo lo hice.

- ¿Elizabeth? –iugh. Volteé hacia mamá, ella turnaba la vista entre Max y yo, así que me separé rápidamente. - ¿Dónde están tus hermanos?

- Oh, Kyle y Mike están en su habitación o eso creo. –dije, riendo nerviosamente. – Olivia dijo que iría al baño y Tyler... -busqué con la vista a mi hermano. - ¡Debe estar cuidando e Bonnie! –sequé mis sudorosas palmas en mi vestido mientras mi risa nerviosa se adueñaba de la conversación.

- ¿Bien?... –mamá se alejó lentamente.

Suspiré con alivio y volví mi vista hacia Max.

- No trates de hacerte la inocente, sé que tú y los demás fueron quiénes le echaron todo eso encima de la señora Williams. –me tomó de los hombros, escondiéndome en la despensa justo debajo de la escalera, dónde nadie nos vería.

- ¿Por qué desconfías de mí? –pregunté con un puchero. Él rodó los ojos e hizo el amague de comenzar a contar con sus dedos. – No, mejor no me lo digas.

- Tendré que castigarlos si siguen haciendo bromas. –dijo él, mirándome "amenazadoramente".

- ¿De qué tipo de castigo estamos hablando? –le coqueteé, mordiendo mi labio.

- No trates de coquetearme, Elizabeth Brown. –rodé los ojos con diversión. – Nos vemos luego, deja de hacer travesuras. –me tomó de las mejillas y me dio un beso rápido antes de salir de la despensa.

Una vez me aseguré que se fuera, corrí escaleras arriba y me metí al baño de los mellizos, dónde bañaríamos el interior de los abrigos de Reginald y Heidi en crema de maní y batida.

- ¿Todo listo? –pregunté. Olivia asintió. – Tyler, te toca Heidi.

- Pero sabes que ella impregna sus abrigos en perfume dulce. –mi hermano rodó los ojos. – Si me desmayo será tu culpa.

Reí ante su exageración antes de tomar el abrigo de Reginald, éste olía a medicamentos. Con ayuda de mi mano unté la mezcla dentro del interior, asegurándome que también sus bolsillos tuvieran.

Olivia fue quién los volvió a colgar, borrando rastro de la evidencia.

La parte dos de esto será en el siguiente capítulo. 


Niñero. [editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora