;; TrEiNtA y DoS ;;

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#106 EN NOVELA JUVENIL AHH

Arañas de juguete. Algo muy usado, pero teniendo en cuenta que casi todas las personas en el mundo odian las arañas –especialmente si de Kaya Miles estamos hablando – ella, nuestra nueva víctima.

- Mike, ¿has puesto el laxante? –pregunté y mi hermano asintió con la cabeza. – Olivia. –ella alzó las arañas. Kyle estaba sentado en el suelo, entreteniendo a Bonnie puesto que se había despertado, y Tyler llegó con el biberón de la bebé en su mano.

Una vez que repasamos el plan, todos fueron a sus lugares. Yo busqué a Max con la mirada, para distraerlo. Yo era la distracción ésta vez.

Divisé a Max y le sonreí, él me devolvió la sonrisa. Lo tomé de la mano y lo arrastré dentro de la despensa, dónde antes habíamos estado.

- Lizzy, ¿qué suced...? –mi boca le impidió terminar la oración.

Envolví mis brazos en su cuello y pasé mis manos por su cabello, sintiendo cómo el beso se intensificaba y él me mordía el labio, mientras sus manos daban ligeros apretones en mi trasero. Sonreí contra sus labios, dándole paso y sintiendo cómo trataba de acercarme más a su cuerpo. Mis manos alborotaron su cabello mientras nuestras bocas se movían con desesperación una sobre la otra. Pegué un pequeño brinco y enredé mis piernas en su cintura, para luego morderle el labio. Sentí cómo Max comenzaba a bajar sus besos por mi mandíbula y luego mi cuello. Solté un pequeño gemido, tener sus suaves y húmedos labios besando la piel sensible de esa zona me volvía loca, más cuándo succionó levemente la piel para hacer una pequeña marca dónde no se notara. Nos volvimos a besar. Pero esta vez, yo me separé –obviamente difícilmente – de su boca y bajé de sus brazos.

- Yo... -él balbuceó y sonreí al notar sus labios más rojos e hinchados. Sonreí aún más ampliamente al notar que había sido por tantos besos.

- Nos vemos luego. –salí de la despensa y corrí escaleras arriba.

Mis hermanos estaban en el pasillo, de brazos cruzados.

- Lo siento. –dije, deteniéndome frente a ellos y tratando de cubrir disimuladamente mi cuello. Tyler ya sabía acerca de mi relación con Max, pero no le había dicho a mamá y dudo que tenga intenciones de hacerlo.

- Estábamos esperándote para poner las arañas. –dijo Kyle en voz baja, sosteniendo una –para nada pequeña, muy real y espeluznante – araña de juguete.

- Bien, vamos. –asentí con la cabeza, sintiendo una sonrisa maliciosa tirar de mis labios.

Unos segundos después de que Olivia arrastrara esa araña por debajo de la puerta, el grito de Kaya Miles resonó hasta China. Mis hermanos y yo nos metimos rápidamente en la habitación de Olivia, la que más cerca del baño estaba.

Podíamos escuchar el ruido de los pasillos y los gritos de Kaya, aún dentro del baño y suplicando que no entraran pero que mataran de alguna manera a la araña.

Max entró a la habitación unos segundos después que todo pasó, regañándonos con la mirada a todos. Me mordí el labio, mirándolo y lo distraje por unos segundos, pero luego continuó con su vómito de palabras.

- Deben parar, ¿sí? –todos asentimos de mala gana. – Lizzy, deberías ser más responsable al ser la mayor.

Él se retiró de la habitación y escuché sus pasos por el pasillo, una vez estuvo lo suficiente lejos, me volteé hacia mis hermanos. Todos estaban cabizbajos, excepto Bonnie que jugaba con sus pies en los brazos de Tyler.

- ¿Enserio pararán sólo por eso? –ellos sonrieron. – Vamos, Matías Y Emilia Hoslon han venido muy producidos, sería una lástima si los mojaran con los rociadores, ¿no es cierto?

Todos mis hermanos comenzaron a mirarse entre sí, con sonrisas cómplices. Bonnie simplemente se chupaba el dedo mirando a todos con curiosidad. Ya aprenderás, pequeña.

Bajamos las escaleras y salimos al patio. Tyler se encargó de distraer a Matías y Olivia a Emilia, al parecer ambos se habían esmerado mucho en su atuendo.

Lástima.

Mike y Kyle estaban junto al control de rociadores, esperando la señal que mis demás hermanos harían en poco tiempo.

- Sí, que lindo vestido tienes, Emilia... -dijo Olivia, hablando muy alto.

- Me encanta tu traje, Matías. –habló Tyler, de la misma manera que mi hermana. De suerte las víctimas estaban una al lado de la otra.

Ambos hicieron la señal y Mike encendió los rociadores.

Pero los Hoslon no tuvieron ni una gota de agua mojando sus ropas. Miré raro a Kyle, ya que él era el experto. Mi hermano rió nerviosamente y volví a mirar hacia el patio.

- Rociadores equivocados. –dijo Kyle.

- ¿A quién le dimos? –preguntó Mike.

- Es alto... -dije, mirando a la figura entre los rociadores. – Tiene el cabello negro y... -abrí los ojos cómo platos al verlo voltearse. - ¡ES MAX, CORRAN! –grité cómo si fuera un auténtico monstruo. Olivia y Tyler miraron hacia dónde nuestro niñero estaba antes de correr junto con los demás.

Nos metimos a la casa del árbol, tratando de que no nos encontrara allí.

- Saben que lo que hicieron estuvo mal. –dijo Max, sacándose el saco. - ¿Qué tal si en cambio hubieras mojado a tu madre? –todos reímos nerviosamente, ya había ocurrido una vez.

- Lo sentimos. –dijo Olivia. Max rodó los ojos.

- Saben que de ésta no se salvarán. –bajó de la casa del árbol.

Mis hermanos me miraron y yo me encogí de hombros.

- ¡Debes convencerlo, no podemos estar castigados en verano! –chilló Kyle.

- ¡Es cierto! –le siguió Olivia.

- ¡Fue tu idea, hazte cargo! –ahora fue Mike.

- Me da igual. –dijo Tyler.

Suspiré. – Bien, bien...

Bajé de la casa del árbol y busqué a Max con la vista, al parecer se había ido a cambiar. Subí las escaleras de la casa y entré a su habitación sin previo aviso.

Dios me bendiga la vista.

Max estaba frente a mí, con nada de ropa excepto por su bóxer negro, que estaba mojado y se le marcaba el trasero. Jadeé cuándo se volteó, dejándome ver su torso desnudo.

Eso es estar bueno.

- ¿Qué haces, Lizzy? –preguntó, suspirando.

- Sólo quería venir a disculparme. –dije, pasando saliva sin quitar mi vista de sus abdominales. – Fue mi idea, no castigues a mis hermanos. –levanté la vista hasta sus oscuros ojos y él suspiró.

- Supongo que tendré que darte un castigo. –se acercó y pude ver una pequeña sonrisa en sus labios, una juguetona. - ¿No te parece?

- ¿Qué clase de castigo estamos hablando? –pregunté, poniendo mi mano en su pecho y delineando con mi dedo índice la curva de sus músculos. – Porque si es ver tu cuerpo todos los días, castígame.

Él alzó las cejas y sentí mis mejillas comenzar a arder.

Una sonrisa completamente sexy tiró de sus labios antes de empujarme contra su cuerpo y comenzar a besarme.

Preferiría vivir castigada si es así.

160#ʹX.

Niñero. [editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora