39° La ira se desata

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Solo me quedan dos viernes más de clases. Dos últimas oportunidades de acabar mi trabajo final de arte. Como siempre me siento frente al enorme lienzo blanco. La clase pasada me senté frente a él durante todo el periodo, con un pincel en mano pensando en cualquier cosa menos en lo que voy a pintar.

He intentado mantenerme ocupada mientras espero los resultados del ADN. Entre hoy y mañana deberíamos recibir una llamada del laboratorio. Todos los días salgo con mis amigos, normalmente comemos y hablamos. Me cuentan sobre las clases de la universidad y revisamos la malla curricular, diciendo que materias yo tomaré antes y cuales dejarán ellos para tomarlas conmigo. En mi primer semestre casi no nos veremos, no tengo posibilidad de elegir mis materias, pero a partir del segundo sí. El resto del tiempo conversamos de todo un poco y Matías se ha convertido en un tabú. Nadie ha vuelto a hablar con él. Sé que lo hacen como una muestra de lealtad hacia mí; como Isabel y Laura hicieron cuando terminé con Arturo y no sé si me siento bien con eso. No entiendo por qué el final de una relación debe significar el tener que repartirse las amistades. Nicole, Alejandra y Gabo están conmigo, con Itu y Julieta no volví a hablar más. Pensé en llamar a Julieta, preguntarle si había tenido el valor de terminar las cosas con Daniela, pero cada vez que agarro el teléfono y busco su nombre me acobardo al marcar.

Salgo temprano cada mañana y regreso lo más tarde que puedo. No me gusta estar en casa con Rosa refunfuñando cuando me ve. Me echa la culpa por la partida de Matías; y no aguanto pasar frente a la habitación vacía. Su aroma, con el que había impregnado mi habitación, poco a poco se va perdiendo y la cajita de música que me regalo junto al brazalete que me hizo terminaron en el mismo lugar que mis zapatillas de ballet. Algún día en el futuro ordenaré mi armario, le quitaré el polvo y regresará a su lugar, para que finalmente cuando me traslade sea vendida en una venta de garaje, o termine directamente en la basura junto con la historia que Matías inventó para ella. Los objetos son como las relaciones, primero los tienes presentes, idealizando lo perfectos y necesarios que son hasta que pierden su encanto, se convierten en algo doloroso que debes sacar de tu vista para luego desaparecer como si eso eliminara su recuerdo.

De pronto me dan ganas de expresar eso en el lienzo. Miro a mi alrededor, la mayoría pintan concentrados, todos intentan pintar bodegones o personas que le salen amorfas. Simplemente quieren llenar el lienzo para obtener una nota.

Camino decidida hacia la mesa de materiales y en lugar de recargar mi paleta cojo los botes grandes de témperas. Abro el primer color y me olvido del pincel. Sin contemplaciones meto mi mano entera al bote de pintura roja y lanzo el líquido espeso contra el lienzo. Ahí va el estúpido de Matías, que cree que todo debe ser a su manera, que puede borrarme de su vida quitando mis fotografías en deviant art y eliminando cualquier comentario que me mencione.

La atención de todos se centra de pronto en mí. Abro el siguiente bote de pintura y con la misma mano teñida de carmín hago un segundo lanzamiento de pintura. Las gotas de colores saltan por doquier, caen como lluvia sobre mi cabello y estampo la palma de mi mano sobre el espacio blanco restante, limpiándome la mano con movimientos ondulatorios, creando una mancha morada. Ahí va mamá y las cosas que omitió decirme. Ahí también estoy yo esquivando preguntas incomodas, temiendo saber sobre mi pasado.

En mi intento de sumergirme en el color amarillo el profesor de arte me detiene agarrándome de la muñeca.

—¡¿Qué rayos estás haciendo?!

—Estoy pintando —me suelto a la fuerza y agarro el bote de tempera. Él lo toma al mismo tiempo y en el forcejeo la pintura cae sobre sus zapatos.

Recojo lo que queda en el suelo. Al levantar la vista noto que toda mi clase nos rodea en un círculo cerrado. Sin contemplaciones añado el tercer color a mi trabajo y mi mano izquierda entra en el juego ayudando a la derecha a mezclar la pintura en el lienzo.

Por tu amor al ArteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora