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CAPÍTULO UNO

"NO TE METAS EN PROBLEMAS SI QUIERES SOBREVIVIR AQUÍ."

LINDSEY.


A LAS CUATRO en punto de la tarde sonó la campana que anunciaba el final de las clases. Nunca había sido una persona demasiado religiosa, pero he de admitir que en ese momento no pude evitarlo: alcé la vista al cielo y le di gracias a Dios repetidas veces, porque por fin se había acabado mi pesadilla del primer día.

    Me había pasado toda la mañana deseando escapar de aquella cárcel. Algunas personas prefieren utilizar el término instituto, pero mi descripción del lugar era mucho más precisa y acertada, en mi opinión.

    Una vez hube metido mis libros y el resto de mi material escolar dentro de la mochila, me dirigí hacia el pasillo. No mantuve contacto visual con ningún compañero, y tampoco hablé con nadie.

    Mi plan era simple: aprobar todas las asignaturas del último año y no volver a pisar aquel lugar nunca más. Hacer amigos era algo totalmente innecesario e irrelevante.

    Además, ¿quién querría acercarse a la chica nueva en un lugar como aquel?

    El Dewitt Clinton High School no era precisamente el lugar más acogedor de todo Nueva York. Todo lo contrario, en realidad. Tenías que pasar un control de armas antes de entrar. Las ventanas habían sido reforzadas con barrotes para que nadie pudiera escaparse. Los adolescentes que estudiaban allí odiaban el sistema educativo estadounidense casi tanto como yo. Nadie quería aprender, estábamos allí por obligación.

    Prisión permanente hasta fin de curso.

    Así que eso era todo: asistir a clase, aprobar y no volver.

    Me las arreglé para llegar a mi taquilla sana y salva. En el camino tuve que esquivar a un grupo de chicos que se lanzaban puñetazos unos a otros. También tuve que alejarme de aquellas personas que me lanzaban miradas asesinas y de lo más intimidatorias, de los profesores que salían frustrados de las aulas, del director, quien seguramente me habría obligado a quedarme para una visita informativa sobre el centro.

    Saqué un papel arrugado de uno de los bolsillos de mis pantalones y abrí la puerta de metal usando la contraseña que me habían asignado aquella misma mañana. Estaba bastante segura de que tardaría semanas en memorizar la combinación.

    —Eres la chica nueva, ¿verdad? —preguntó una voz aguda a mis espaldas. 

    Me giré para encontrarme con una chica morena y sonriente que juraría haber visto en clase de Cálculo. Era más bien bajita, de piel olivácea y por su acento deduje que era latina. Caminó a mi lado y abrió su taquilla, situada justo al lado de la mía.

    —Supongo que lo soy —respondí finalmente.

    —Es genial que te hayan asignado esta taquilla. No tener a nadie con quien hablar entre clases empezaba a ser un poco aburrido.

    Asentí, pero sin prestar demasiada atención. No me interesaba mucho mantener una conversación con ella.

        —Sabes lo que le ocurrió al último dueño de esa taquilla, ¿verdad? —preguntó la chica latina. Con la cabeza hizo un gesto en mi dirección.

    —¿Debería saberlo?

    —Le apuñalaron al salir de clase.

    Tal vez solo intentaba burlarse, pero de todos modos aquel comentario hizo que se me revolviera el estómago y que un sudor frío recorriese todo mi cuerpo. Su historia no me resultó poco creíble, al menos no después de lo que había aprendido ese día sobre los estudiantes de aquel instituto.

RECKLESS ( JUSTIN BIEBER. )Where stories live. Discover now