∆ C59: Al borde de la muerte.

Start from the beginning
                                    

— ¿Son ellos?

Subí la cabeza y achiqué los ojos. No veía de lejos, no tenía idea de qué eran las cuatro figuras en la carretera. Podían ser caminantes, mis amigos, animales o motocicletas y seguiría viendo cuatro figuras cilíndricas, verticales y borrosas.

—Thomas, tengo miopía.

Él chasqueó la lengua y comenzó a correr. No me quedó otra opción que seguirlo. Cuando estuve mucho más cerca, entendí que sí eran ellos. Lo extraño fue que Carl y James cargaban a Emily mientras ella pasaba sus brazos por detrás de los hombros de los chicos. Marc cargaba un bolso en su espalda y otro en su pecho mientras corría con dificultad sosteniendo el rifle.

— ¿Qué pasó? —preguntó Thomas, agitado.

—Nos rodearon —habló Marc, igual de frenético—. Emily se cayó y se clavó una pequeño trozo de madera en el muslo —sus ojos estaban abiertos de par en par. Se veía asustado—. Yo me doblé el tobillo saliendo de una tienda.

— ¿Sin mordidas? —quise saber.

—Sin mordidas —confirmó.

—Me alegra que estén bien —dijo Thomas con un poco de optimismo.

— ¿A esto llamas bien? —inquirió Emily al estar con nosotros—. Tengo una maldita madera clavada en mi pierna.

—Es mejor que una mordida —refutó el chico con altanería.

Carl y yo nos miramos al notar la actitud de Thomas. Aún seguía en prueba y tal vez era la situación que le hizo reaccionar así, pero había que ir con cuidado si se trataba de él. Solo bastaba con un error para que Rick lo sacara a patadas del grupo.

No perdimos tiempo y seguimos caminando al lugar de encuentro. Estábamos en silencio, atentos a los sonidos. Emily se quejaba de vez en cuando y soltaba uno que otro gruñido, pero nada que no pudiese controlar ella misma. Finalmente vi la casa de encuentro y a Ashley sentada en todo el medio de la carretera.

Apenas nos vio, se puso de pie inmediatamente.

— ¡Oh por Dios! —chilló al ver la pierna de la pelinegra—. ¡Emily!

—Estoy bien, no me mordieron —mencionó antes de que la chica le preguntara—. Un calmante me vendría bien.

—Necesito que hagas memoria de tus conocimientos de primeros auxilios —le pedí a Ash. Ella asintió sin dudarlo—. En mi mochila hay un botiquín pequeño, no tiene muchas cosas, pero creo que será suficiente.

—Chicos coloquen a Emily en el suelo, por favor —les dijo mi amiga. Ellos hicieron lo que pidió.

Ash tomó el botiquín, lo abrió y sacó una venda, gasas, alcohol, algodón y unas pastillas. Se acercó a Emily.

—Esto te va a doler, no vayas a gritar.

La pelinegra asintió.

Saqué un pañuelo del botiquín se lo extendí a la muchacha.

—Muérdelo para que no grites.

Ella lo tomó con gusto y se lo colocó en la boca.

—Bien —Ash cortó el trozo de tela del pantalón que rodeaba la herida y tuvo una mejor visión del muslo—. No se ve infectado, creo que estarás bien.

El trozo de madera era pequeño. Tanto de largo como de ancho.

—Aquí viene lo feo, Em —susurró Ashley—. Contaré hasta tres y quitaré ese trozo para limpiar la herida, ¿está bien? —la pelinegra asintió—. Uno... dos...

Sentimientos Encontrados. (Carl Grimes)Where stories live. Discover now