Capitulo 21. Cuento de un principe y su caballero.

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-No es normal en ti fallar al ejecutar- el viejo mago comento limpiando sus lentes con la enorme manga de su túnica.

Leo alzo la mirada expectante; deseando con todas sus fuerzas que no preguntara la razón de su distracción, sin embargo Merlín era listo y sabia como persuadir al menor para que soltara la verdad.

-¿Como esta Archie?- el albino abrió los ojos cómicamente mientras sus mejillas se teñían levemente de carmesí -¿Ya logro enamorar a Carlos Valentine De Vil?- Leo maldijo en su interior mientras parpadeaba varias veces buscando el pretexto perfecto para evitar la conversación. Atino a levantarse y volver a tomar la espada


-Quizás debamos seguir practicando- el mayor frunció el ceño al ver el fracaso de su intento

Merlín no se daría por vencido -Bien- vocifero tomando de mala gana una espada, si no lo podía hacer de una manera racional; lo haría a la manera de Leo

-¿Que haces?- el menor alzo una ceja mientras reía

-¿Así que crees que solo por que estoy viejo no puedo patearte el trasero? Ya veras Leonard- el joven gruño y fulmino con la mirada al mago cuando escucho su nombre completo, lo detestaba -Hagámoslo más interesante, si yo gano tu perderás ese secreto de tus entrañas y si tu ganas...-

-Y si yo gano me dejaras en paz al respecto- interrumpió con superioridad

Merlín sonrió -Que gane el mejor-


Para el mago; Leo era bastante predecible cuando se enfadaba, ya lo había estudiado por muchos años pues en teoría hasta le había criado. Arturo y Lancelot por lo regular no se encontraban en casa, esto gracias a que siempre estaban en reuniones o asechando a los ladrones de Camelot para posteriormente mandarlos a la Isla. Y de igual manera cuando estaban, decidían mandarlos con Merlín (muy a pesar del viejo) para que aprendieran cosas que los demás niños en Camelot quizás no hacían.

Leo y Archie desde muy pequeños habían pasado mucho tiempo con el mago; ahí Archie aprendió a leer a corta edad mientras que Leo demostraba talento en artes como pintura y danza. Claro que Leo dejo el arte a un lado cuando esa estúpida necesidad de ser como su padre llegó, y Archie dejo los grandes clásicos de literatura inglesa para leer esos gruesos libros sobre como un rey debia comportarse y como gobernar.

Por eso fue sencillo esquivar los ataques del menor, Leo olvidaba fácilmente la estrategia cuando el ego y la desesperación le invadían.


El ruido ensordecedor del metal chocando entre si era lo único que se lograba distinguir además de la respiración agitada del albino. Leo inflaba sus mejillas tratando de recuperar aire mientras soltaba golpes al azar y Merlín los bloqueaba con facilidad.

En algún punto Leo no cuido sus pies y Merlín se aprovecho de eso para desequilibrarlo y lograr que cayera, el viejo mago poso el filo de la espada en el mentón del chico que resoplo.

-¿Ves? Este viejo decrepito aun puede proteger a Camelot- sonrió con autosuficiencia acomodándose el puntiagudo sombrero en su cabeza. El albino atino a resoplar y tenderse sobre el césped. Merlín carraspeo un par de veces hasta tomar una postura seria -¿Entonces?- Leo ya sabia a lo que se refería.

-No te lo puedo decir- y aquello era más por una cuestión de orgullo que por la razón que le daría al mago -Si te lo digo... tu se lo dirás a Arturo; y Archie no podría con eso-

The PrinceWhere stories live. Discover now