Diecisiete

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"No soy producto de mis circunstancias, soy producto de mis decisiones" dijo Steven Covey

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"No soy producto de mis circunstancias, soy producto de mis decisiones" dijo Steven Covey.
Y cuánta razón tenía.

No hace falta decir que toda decisión genera unas consecuencias. Sin embargo, yo nunca pensé en el efecto que tendría tener a White de nuevo en mi vida. Hasta ahora.

Miro de nuevo el sobre rojo. Alguien lo ha dejado dentro de mi taquilla. Por supuesto, no tiene remitente pero si hay algo escrito en él. «Antes de besar a un chico deberías conocerlo».

Enseguida mi curiosidad vence a mi miedo y, con un temblor digno de parkinson, lo abro. Dentro hay un recorte de periódico.

Juicio de Gabriel White, acusado de dar una paliza a Ian Benson

Esa es la frase que forma el titular. Frase que necesito leer más de una vez.
Las palabras se mezclan en mi mente y, mi inoportuno subconsciente, no puede evitar recordar la pelea de White y Travis. Ese día Gabriel perdió el control, ¿lo perdería también con Ian? Y, lo más importante, ¿podría llegar a perderlo conmigo?

—¿En que piensas?—mi cuerpo se sobresalta al escuchar su voz. Rápidamente arrugo el papel y lo guardo en el bolsillo—Estabas muy concentrada.

—Em...— vamos Ryan piensa. Di lo primero que se te venga a la cabeza— ¡Comida! Si, pensaba en comida. Tengo hambre.

—¿Y si nos saltamos las últimas clases?

—¿Qué?

—Venga, no me digas que nunca te has saltado las normas...— Gabriel y su sonrisa burlona atacan de nuevo.

—No. Yo no—me encojo de hombros— Soy una chica buena y una buena ciudadana de los Estados Unidos que ahora se va a ir a clase...

—Ryan, espera—su mano me agarra con suavidad, impidiendo que me vaya— Deja que te de una sorpresa. A demás, podremos comer algo.

—Está bien.

Decido rendirme. Cualquier sorpresa es mejor que una clase de álgebra.

Tengo que relajarme. Gabriel siempre me ha tratado bien, y la noticia fue publicada hace un par de años. Quizás White ha cambiado. O puede que, en la salida, me anime a pedirle una explicación.

Cuando me siento en el asiento del copiloto, Gabriel me quita el pañuelo que llevo en el cuello y lo usa para taparme los ojos. Si ya me aterra su forma de conducir cuando tengo los ojos abiertos, estar en el mismo coche que White con los ojos vendados es una experiencia indescriptible.

—No te quites el pañuelo. Aún no.

Escucho como Gabriel sale del coche hasta abrir mi puerta. Uno de sus bíceps agarra mi cuello y el otro mis rodillas. Con un simple movimiento me levanta y comienza a caminar. Yo me esfuerzo en adivinar donde estamos. Puedo oler muchos tipos de flores y escuchar el rumor del agua. Supongo que me ha traído a algún parque.

—Ya no llevo muletas. Puedo caminar sola.

No es que me moleste que sus musculosos brazos me sujeten pero quizás así pueda quitarme la venda.

—Voy a soltarte. Coge aire

—¿Qué?

Los brazos de White se desprenden de mi cuerpo, dejándome caer. Puedo notar como el agua fría me rodea. Me quito el pañuelo con rapidez. Estamos en el lago. Bueno, más bien, dentro de él.

—¡Gabriel White, estás loco!

—Todos estamos un poco locos

Sonrío para mis adentros. Quizás Gabriel White sea un demente pero ha logrado su objetivo. Me ha sorprendido.

—Tú eres un caso perdido.

—Sí, pero nunca dejes de buscarme

—Claro que no...—comienzo a nadar hacia él— Para devolverte la jugada.

Me abalanzo sobre él y, con todas mis fuerzas, trato de sumergirlo. Sin embargo, White es mucho más fuerte que yo y, mis intentos por ahogarlo, simplemente le hacen reír.

—Voy a besarte

—¿Qué?

—Que te voy a besar

Gabriel me atrae hacia él y junta sus labios con los míos al tiempo que nos sumerge en el agua. Aquel líquido cristalino es nuestro único testigo.

La cercanía de White y el adictivo sabor de sus labios ha vuelto a despistarme. Pero al separarnos consigo reaccionar. Quizás este es un buen momento para una explicación. Busco entre mis bolsillos la hoja del periódico y la guardo dentro de mi puño. Está empapada pero, tengo la esperanza de que la tinta aún no esté corrida.

—Gabriel. Quiero decirte algo

Necesito darle la oportunidad de que se explique o soy yo la que va a volverse loca.

—Yo también.

—¿Qué quieres?

—Contigo quiero hacer muchas cosas, Ryan— apoya las manos en mis caderas y siento una descarga eléctrica—- Quiero darte sorpresas cada día y poder besarte cuando me apetezca. Quiero dormir contigo cuando tengas pesadillas. Y cuando no tengas pesadillas, también. Quiero llevarte a cenar.Quiero que afrontemos lo problemas juntos. Quiero decirle a mis amigos que eres mi chica. En fin, te quiero a ti... ¿Y tú? ¿Qué dices?

—Yo...— vaya. Gabriel White me ha dejado sin palabrasYo quiero que me expliques esto.

Tiendo la mano hacia él y le doy la, mojada y arrugada, hoja de periódico.

***

Hola preciosos lectores!!!

Aquí tienen un nuevo capítulo. ¿Qué les pareció?

La novela esta participando en los premios #mym2017. Ojalá que con su ayuda tengamos mucho éxito!

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Gracias por todo su apoyo.

L.

Sentimientos en guerraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora