Ocho

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Abro despacio los ojos

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Abro despacio los ojos. Siento fuertes pinchazos en la cabeza como si, de alguna manera, mi corazón latiera en mi cerebro en vez de en mi pecho. Poco a poco voy distinguiendo bien las formas. Estoy en mi cuarto pero no tengo ni idea de como he llegado hasta aquí. Mis últimos recuerdos me sitúan en el coche, así que supongo que Gabriel tuvo el detalle de traerme. Me estiro y, entonces, lo veo. No llevo mi ropa. En lugar de mi ajustada falda negra y aquella blusa turquesa llevo una enorme camiseta de Guns N' Roses. Gabriel White no solo me ha traído hasta mi habitación, también me ha puesto su ropa.

Me destapo de una patada y guío a mis muletas hasta el cuarto de White.

—¿Qué significa esto?—Gabriel me mira sorprendido y yo señalo mi camiseta.

—Pistolas y rosas—se encoge de hombros. Mis cejas se levantan y mis labios forman una línea recta— No pongas esa cara, yo no decidí llamar así al grupo.

—Sabes que no me refiero a eso.

Gabriel se levanta y avanza hacia mí. Se acerca de forma peligrosa y yo soy incapaz de moverme.

—¿Y a que te refieres?

—A...¿dónde está mi ropa?

Su labios no tardan en curvarse hacia arriba. Ahora no, sonrisa burlona. No te atrevas a confundirme.

—Doblada, encima de tu silla—mis cejas vuelven a arquearse—Ryan, relajate. Pensé que así estarías más cómoda, no es para tanto.

—No me gusta que invadan mi privacidad— mascullo.

Gabriel solo necesita dar un par de pasos para quedar a pocos centímetros de mi. Esto no es bueno y mis manos, temblorosas, lo saben. No me gusta tenerlo tan cerca. Bueno, en realidad no me gusta como actúa mi cuerpo cuando eso sucede. Su cercanía apaga la parte racional de mi cerebro. En otras palabras, me vuelve lela.

Los labios de White se acercan a mi oído.

—Pues que sepas, que esa camiseta te queda mucho mejor a ti.

Me guiña un ojo y yo suelto una carcajada. Una carcajada sincera. No se muy bien porque pero mi enfado se ha calmado. Sin embargo los efectos de la resaca aún me hacen compañía.

—Me duele mucho la cabeza, voy a buscar algo a la cocina.

Mientras mi taza de café reposa en la encimera yo busco y rebusco algún tipo de medicina entre las baldas, pero no encuentro nada. Me siento en una de las banquetas y apoyo las manos sobre mis mejillas.

—Te traeré algo de la farmacia— escucho una voz grave y, cuando me giro, veo a Gabriel apoyado en el umbral de la puerta—Tú mientras prueba a darte una ducha.

Le sonrio sin apenas moverme. Últimamente Gabriel White me va gustando más.

—Por cierto, puedes quedarte la camiseta.

Se aleja del salón y la puerta se cierra. Miro la camiseta del famoso grupo de rock. Me queda igual que un vestido y, lo reconozco, es muy cómoda. Apesta al olor que desprende White y, la verdad, me gusta.

Para mi sorpresa, solo pasan un par de minutos cuando el timbre vuelve a sonar. Mi padre duerme en el piso de arriba y, aunque Gabriel tenga ciertas cosas buenas, dudo que pueda teletransportarse.

Mis ojos se abren como platos al abrir la puerta. Travis Jones sonríe al verme y yo... yo no sé como reaccionar.

—Travis... ¿Qué haces aquí?

—Anoche ganaste el concurso de beber chupitos, he venido a felicitarte—Jones sonríe y yo le devuelvo la sonrisa—Quería saber como estabas.

—Estoy bien— salgo al jardín y cierro la puerta. Es mejor que el Coronel Brown no vea esto.

—Claudia te echa de menos, ¿quieres ir a dar una vuelta?

Travis señala su moto, que está aparcada frente a mi porche. Yo no puedo evitar reírme. Es lo más gracioso que he escuchado hoy.
No le basta con que vaya a su fiesta, también quiere que "demos una vuelta". No se que es lo que pretende pero no pienso volver a subirme a esa cosa. Y, si lo hiciera, antes debería ponerme un pantalón.

—Lo siento pero...

Un estruendo interrumpe mis escusas. Diría que estoy «salvada por la campana» pero más bien estoy «salvada por el claxon». Gabriel, una vez más, ha demostrado su incapacidad para conducir golpeando con fuerza a Claudia.

—¡¿Pero qué haces imbécil!?—Travis corre a rescatar al amor de su vida— ¡Vas a destrozarla!

Gabriel se baja del coche. Su semblante está tan serio que asusta.

—Debería destrozarte también la cara.

—Ya lo hiciste anoche.

¿Anoche? Un vago recuerdo sobre aquel puñetazo viene a mi mente. Al parecer, no soy la única que tiene un buen gancho en esta casa.

—Eso no es ni la mitad de lo que podría hacerte— Gabriel luce una sonrisa cargada de superioridad.

—¿Ah no?

Y, tras las palabras de desafío de Jones, todo ocurre muy deprisa. White se abalanza sobre Travis y una marea de puños surge entre ellos. Siento un escalofrío recorrer mi espalda. Gabriel domina el juego pero, de pronto, todo deja de ser un juego. Gabriel White ha perdido el control.

—¡Gabriel para! ¡Vas a matarlo!

Parece reaccionar ante mis palabras. Gabriel se acerca a mi, dejando a un machacado Travis tirado en el suelo.

—Has perdido el control...— un hilo de voz logra salir de mi garganta.

—Travis...

—Travis no ha hecho nada-le interrumpo— Todo ha sido culpa tuya.

—Dos no se pelean si uno no quiere.

—¡Travis tenía que defenderse!

—¿Por qué narices le defiendes tanto? ¿Acaso te gusta?

Permanezco callada. Mi pecho sube y baja de forma acelerada mientras mi corazón aumenta su potencia.

—¿No vas a decirme nada?

—Sí— mis ojos se cristalizan— No me gustan nada los chicos violentos.

***

¡Al fin puedo dejarles el capítulo!

Llevaba tiempo sin subir así que lo alargue como compensación.

¿Qué piensan? Ojalá que lo disfrutéis.

Dedicado a una gran amiga

Os quiero

L.

Sentimientos en guerraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora