-Me lo dijo cuándo saliste con él la última vez en el café -susurró sonriéndome de lado.
-¿De qué estás hablando? -suspiró y negó. Yo actué como si no supiera a que se refiere realmente.
-Joel admitió que le gustabas cuando tú le pediste distancia en el café.
-Oh...
Esperé a que él dijera algo más y yo simplemente apreté mis labios-. Fue tan directo, solo llegó aquí aventando todas las cosas que podía alcanzar, dando de golpes con el bastón en el suelo, no sé si has notado que este es otro diferente al que normalmente usaba... -asentí- me gritó fuerte lo que sentía por ti.
-... -me miró con una sonrisa y yo estaba ahí... desesperada-. ¿Y bien? ¿Qué te dijo? -no podía ocultar mi curiosidad y felicidad al mismo tiempo.
- Solo llegó y molesto me dijo: lo he echado a perder, le dije que se fuera, que no me hablara más, hice una estupidez -dijo imitando su voz y parándose para dramatizar con más intensidad- entonces le dije que, qué era lo que había hecho. Me dijo: "Me enamoré de mi hermanastra y le he dicho que no me hable más para que ella no se enamorara de mí también".
-Pensamos lo mismo... -susurré y él asintió encogiéndose de hombros.
-Pero ya se dieron cuenta lo tontos que fueron -me dijo y asentí con mis mejillas rosadas. Esto que me había dicho me había animado la noche. La puerta de la habitación se abrió y Joel  entró con una sonrisa que significaba solo una cosa: convenció a la oficial. Y yo no dejaba de repetirme lo que Parker me había dicho, porque sinceramente... yo nunca creí que podría enamorarse de mí. Sumándole que jamás tuve un hermano, simplemente veía sus atenciones como las que tiene un hermano mayor por su hermana. Un silencio se apoderó de la habitación y Parker tanto como yo compartíamos una sonrisa cómplice.

- No se queden callados cuando llego, par de tontos -murmuró mientras se encaminaba a su cama, yo estaba sentada en ella, así que cuando se quedó frente a mí y estiro una mano me picó un ojo.
-Si estás buscando mi mano creo que te equivocaste, le diste a mi ojo -susurré mientras reía y tallé mi ojo suavemente. Ahora estaba rojo y lloroso, pero sobreviviría.
- Sentí mojadito, lo siento -dijo un tanto sonrojado y tocó mi mejilla suavemente-. Perdóname.
-Sí, bueno... iré a comprar algo de tomar -habló Parker de repente y reí bajito. Su mirada me decía que nos daría un tiempo a solas y yo aún no me acostumbraba completamente. Joel seguía de pie frente a mí y yo lo observaba desde la cama. No me importaba el ardor de mi ojo, estaba feliz.
- ¿Y qué pasa si no quiero perdonarte? -le pregunté intentando parecer molesta.
- Ni siquiera suenas molesta así que... pretenderé que lo estás -dijo sentándose a mi lado-. ¿Te duele?
-Solo me arde... pero está bien -sonreí y  no quitaba su mirada de mí, eso me hacía sentir nerviosa-. No me veas así, mi estómago hace boom.
- No puedo mirarte de otra forma, te lo recuerdo -murmuró él acercándose un poco a mi rostro-. ¿Te duele menos?
-Sí... -susurré y traté de no moverme, porque quería que me besara, pero no hacía nada. Simplemente estaba ahí... con una pequeña sonrisa de lado que decía más que mil palabras. Miré hacia abajo y acerqué mi mano a la suya. Tomé su dedo índice y con mi dedo pulgar lo acaricié. Su sonrisa había desaparecido y yo ahora tenía millones de mariposas en mi interior. Ay Dios mío.
Su frente topó levemente en la mía y podía sentir cómo su respiración cambiaba un poco-. Te quiero…
-Oye... yo también te quiero, muchísimo -sonreí aún con mi frente en la suya y lo abracé tan fuerte que podía transmitirle que jamás me iría. Podía decirle que siempre podría contar conmigo y que a pesar de todo, yo seguía aquí-. Me haces bien… -susurré en su oído.
Sentí cómo me abrazaba a sí y me quedé en sus brazos un rato sintiendo que él podría sostener todas mis heridas-. ____...

Me quedé en silencio y lo apreté más a mí. Tenía mis nervios a flor de piel y sentía que el corazón se me saldría en cualquier momento, porque recuerdo cuando lo conocí. Era un tipo duro y de pocas palabras. Seguía en silencio, esperando a que me dijera lo que sea que pasaba por su mente. Pero al contrario de hablar, se alejó un poco de mí y su mejilla rozó levemente la mía hasta que sus labios rozaron la comisura de los míos. Entreabrí los labios conmocionada, sintiendo que mi pecho estallaría en emoción. Entonces, sentí sus labios sobre los míos, estaban tibios, suaves y me besaba, tan tierno y a la vez tan firme. La combinación perfecta de suavidad con adrenalina. No sabía qué hacer, simplemente tenía mis manos sosteniendo su cuello y parecía que esto no terminaría nunca. Me sentía completa y la tristeza que tenía tiempo atrás había desaparecido gracias a él. Gracias al chico que supo entenderme sin necesidad de hacer muchas cosas. Su mano acarició mi cabello y pasó un mechón detrás de mí oreja, mientras que pegaba su frente con la mía una vez más. Mi respiración era agitada y mi corazón latía a mil por hora. Lo miré a los ojos y es verdad, ya no lucían tan brillantes ni intensos como lo hacían antes, y a veces echaba eso de menos, pero aún era él y aún era su voz la que me arrullaba por las noches. Esto estaba totalmente prohibido pero por una vez, no me importó. No me importaba lo que la gente pensara, no me importaba lo que mamá, Christian, Jess y sus amigos pensaran. Yo estaba feliz y quería creer que él también lo estaba.

- Creo que eres un hombre afortunado porque llegué a tu vida -murmuré y a la vez traté de parecer altanera. Levantó ambas cejas y reí bajito. La afortunada soy yo, porque llegó cuando yo estaba en mi peor momento.
- Voy a hacer como que te creo... -susurró divertido mientras besaba castamente mis labios y luego se recostaba en la cama.
Sonreí y me acomodé a su lado también. Saqué mi teléfono y tomé unos auriculares que estaban al lado de mí, en una mesita de madera. Coloqué un audífono en mi oído y el otro se lo entregué en su mano para que lo pusiera en su oído también. Busqué rápidamente en mi lista de reproducciones y esta era mi oportunidad para dedicarle alguna canción sutilmente.
https://www.youtube.com/watch?v=c0XmUumDE4E

Cerró sus ojos y yo lo observaba atenta. Joel giró el rostro hacia donde yo estaba con los ojos cerrados, se acercó hasta estar lo suficientemente cerca y dio un pequeño beso en mi hombro. Luego se acurrucó a mi lado escuchando levemente. Llevé mi mano a su rostro y toqué su mejilla. La dejé ahí... y con mi dedo pulgar lo acariciaba. Sabía que si seguía así en cualquier momento se quedaría dormido, al igual que yo.

-No te vayas a dormir... -susurré y una leve risita se escapó de su boca-. Si te duermes... no sé, pero haré algo.
- ¿Tratarás de mantenerme despierto? -preguntó-. Dime cómo.
-Podría intentar contarte algún chiste... pero no soy buena haciendo eso. Creo que te golpearía con la almohada o te contaría algunas anécdotas que me pasaron de pequeña o... podría contarte mis vergüenzas o... podría decirte que pensé de ti cuando te vi o... podría explicarte como me siento cuando me besas -no lo miré porque sabía que no me atrevería a decir lo último, pero lo hice.
- ¿Y si mejor yo te hago preguntas y tú te ocupas en contestarlas? -preguntó-. Luego será tu turno, así puedo conocer más de ti sin tener que acosarte.
-Hecho -quité los auriculares de nuestros oídos y me coloqué frente a él con mis piernas cruzadas. Parecía concentrado por la manera en la que tenía su boca.
- ¿Por qué dejaste que él fuera tu primer beso? -preguntó-. No le querías, ni siquiera te gustaba, ¿por qué?
Mi estómago se hizo un nudo y tragué saliva-. Porque yo estaba convencida de que sí lo quería. Esa era la única forma de comprobarlo, pero no resultó. No quiero hablar de eso realmente.
- Dijiste que estabas de acuerdo con las preguntas -murmuró serio- tu turno.
- ¿Qué hay de la chica con la que estabas saliendo?
- ¿Cuál? -preguntó aún con los ojos cerrados.
-La chica con cabello rojizo con pecas... -susurré y asintió-. Cuando aún te hablaba salías con ella.
- Ah, pues nada, está saliendo con alguien creo... Desde que no veo han pasado muchas cosas ____, las chicas no salen con chicos ciegos, ¿sabes? No mucho -respondió- y de todas formas, ¿qué más da?
Fruncí el ceño y tomé su muñeca con fuerza-. No quiero que te etiquetes de esa manera. No eres un simple "ciego" para mí -quité mi mano y suspiré-. Vas tú, Joel.
- No me estires, no soy un muñeco de trapo -murmuró haciendo un puchero-. ¿Desde cuándo te gusto?
-Tengo que estrujarte de vez en cuando, así expreso mi amor -reí y llevé mi dedo índice a mi barbilla-. ¿Recuerdas cuando Christian y mamá hablaron sobre distanciarnos? -asintió-. Bien. Erick estuvo ese día conmigo en casa y de una u otra forma me hizo admitirlo. Quizá yo ya lo sabía, pero necesitaba un empujoncito.
- Así que Erick lo sabe... -asentí y él tomó una almohada para abrazarla-. Es tu turno.
- ¿Y yo? -lo pregunté tan rápido que una sonrisa se formó en sus labios al instante-. ¿Qué? Merezco saberlo.
- Siempre la pasé bien contigo, hasta cuando me hacías enojar... no lo sé, pero cuando estuviste llorando en mi camilla por lo que había sucedido y cuando peleábamos. También el último día solo... pasó, no lo sé, me di cuenta -murmuró.
-No me recuerdes el último día. Sigues, una pregunta fuerte, vamos -sonreí decidida y confiada de mi misma.
- ¿Qué crees que estamos haciendo? -preguntó.
-No lo sé realmente... -susurré-. Pero estoy feliz. ¿Tú que crees que estamos haciendo? -tragué saliva y pestañeé lentamente esperando a su respuesta que significaba mucho para mí. Bajó su mirada y extendió la palma de su mano. Coloqué mis dedos ahí y él los apretó.
- No tengo ni la más remota idea -susurró- pero me gustas y te quiero y no me gusta repetirlo seguido porque me siento estúpido, pero... solo espero que esto no salga mal.

Who's lovin' You? Where stories live. Discover now