Capítulo 13.

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-¡Hey! -Me dirijí hacia él y por más que quisiera abrazarlo,  me contuve y di un beso en su mejilla-. Ah... con que conoces mi perfume, bien. ¿Cuál es?
- Es algo como entre, sudor, ropa sucia y... -a él rió-. Es mentira, huele a  Halloween.
-Deberías de decirle en la cara que su perfume huele horrible -me dijo Parker y reí. Joel parecía estar más feliz aquí que en su propia casa.
-¿Qué estaban haciendo? -les pregunté mientras me sentaba en la cama.
- Estábamos ensayando, hoy tenemos un concierto en la Universidad, es algo así como una fiesta y tengo una nueva canción -murmuró encogiéndose de hombros.
-Quisiera escucharla -susurré-. ¿Se puede?
- Puedes esperar… pero cantaré un pedacito: "stay for the night,,, if you want to i can show you what my dreams are made of... "
-Estaré en primera fila. Ya cené y esta vez no me desmayaré -escuché como reía bajito y Parker se sentó junto a  mí.
-Lo vas a poner nervioso -Parker soltó una carcajada y yo fingí que ese comentario no me había emocionado.
- _____, esta noche necesito que seas mis ojos, ¿sí? -dijo Joel con media sonrisa. No contesté y miré a Parker, él simplemente tenía una sonrisa y yo comenzaba a pensar que quizá, tenían algo entre manos.

-Bien, seré tus ojos -le respondí-. Aunque no como los tuyos, pero tienes que conformarte.
- Los recuerdo bien, ____, son bonitos, no te avergüences de ellos -se levantó- por ahora, solo escúchanos cantar y de vez en cuando, si te portas bien dejaré que cantes tú también.

Reí ante su buen humor y no dije nada, simplemente me quedé escuchando como ellos cantaban aquellas canciones. Estas noches me gustaban... y estas noches son las que Christian y mi madre nunca entenderán. Aunque lo que ellos están evitando... para mí, ya ha sucedido. Quizá Erick tiene razón, quizá Joel me gusta y no sé realmente si eso sea coherente. Puede que haya perdido la vista, pero su talento con la voz sigue intacto.
Estuve con ellos un buen par de horas mientras ensayaban las canciones de su presentación de esta noche. Parker tenía que irse porque debía de terminar un trabajo para la facultad antes de que su razón se perdiera en la noche. Así que me dejó por primera vez en mucho tiempo sola con Joel-. Espero no les importe -murmuró Parker- de verdad tengo que irme, volveré temprano para ir a dejarte a casa ____, ¿está bien?
-No te preocupes, aquí estaré -le sonreí y se acercó a mí para darme un beso en la mejilla. Dio palmaditas en la espalda de Joel  y mi hermanastro levantó el rostro para despedirse. La puerta se cerró segundos después y el silencio se presentó, pero no era incómodo. Ambos estábamos acostumbrados a nuestro silencio-. ¿Qué tal te sientes aquí?
- Cómodo, nadie entra a gritarme cada dos horas y puedo llegar a la hora que se me pegue la gana -respondió con tranquilidad- ¿y tú? ¿Cómo estás?

Reí bajito dándole la razón y suspiré, pensando en mi respuesta. Si decía como me sentía realmente, quedaría como una chica que busca atención de su hermano. Pero, si decía que todo estaba bien pensaría que sigo fingiendo mi tristeza. Estaba en medio, no sabía cómo me encontraba realmente.

-Supongo que bien -me encogí de hombros-. No sé, a veces me siento bien... otras veces me siento más apachurrada de lo normal. Creo que es dependiendo de mi estado de ánimo, bueno... eso es obvio -solté una risa la cual decía: eso es obvio, Demetria.
Joel sonrió y negó con la cabeza-. ¿Me extrañas? -sentí que el estómago se me iba hasta el suelo-. Que esté en casa.
-Sí, creo que eso no se pregunta -reí y continúe-: Pero no tanto, tengo mi guitarra acompañándome -vi como sonrió y negó después contagiándome su sonrisa. Recuerdo mucho como deseé que un loco lo atacara cuando fue a correr, mi sentido del humor con él se encontraba siempre intacto. Dejó la guitarra en la cama y se recostó con sus manos en la nuca. Yo me quedé ahí mirándolo, esperando a que por un milagro mi estómago dejara de molestarme.
- Yo extraño nuestras pláticas nocturnas y que nunca respondas el teléfono de cierta forma me molesta, ¿alguna vez has revisado los mensajes? -preguntó curioso.
-Si no respondo es porque no me gusta hablar por teléfono... -contesté y me sentí aliviada por un momento. Creo que él no lo sabía, pero no me gustaba realmente atender mis llamadas... sea quien sea. Casi siempre me hablaba en las madrugadas y con mayor razón no contestaría, a esas horas cualquiera sabe que pueden dar ataques de sinceridad, yo no quería eso-. ¿Me has enviado mensajes? ¿De verdad? -saqué mi teléfono de mi bolsillo y él asintió. En mi bandeja de entrada había más de quince mensajes sin abrir, pero yo nunca los había visto. El teléfono ni siquiera me había avisado que había llegado un mensaje, lo cual era extraño.
No los podía leer todos en el momento pero la mayoría era de:

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