Capítulo 12

75 6 0
                                    

-Creo que aquí ya lo sabían, menos yo -susurré-. Me alegro por ustedes -suspiré e hice una pausa. Tenía que procesarlo, pero después... hablé-: Ustedes... están yendo demasiado lejos. ¿Confundir sentimientos? Nos estamos llevando bien, esto es todo.
- ¿Seguros? –preguntó y miré a Joel.
- Vengo de tirarme a Julian y tú piensas que estoy tratando de aprovecharme de ____... eso es algo retorcido papá -murmuró y tanto mamá como yo miramos a Joel.
- No hablemos más del tema, te dije que estás castigado.
- Vamos, como si mamá y tú no se hubieran casado por mi culpa -se levantó-. ¿Es todo?
-¡Joel! -la voz de Christian sonó tan fuerte en la sala que me estremecí. Oh Dios mío... nunca había pasado por esto-. Siéntate y escuchen con atención, ambos -él se sentó de mala gana en el sillón y yo suspiré-. Quiero distancia. No quiero que salgan con alguna novedad de que tienen que estar juntos, a veces pasa. No los quiero en sus respectivas habitaciones. _____, si vuelvo a verte ahí habrá problemas.
-Lo mismo para ti Joel -dijo mamá.
- Venga ya, me iré al campus de la Universidad y ya -murmuró Joel-. Hablé con los directivos esta tarde y dijeron que sí, asunto arreglado. Hasta mañana -murmuró caminando hacia donde estaba la escalera. Me sorprendía el sentido de orientación que ahora tenía. Y yo me quedé ahí como una idiota sin hacer nada. Tenía las miradas acezantes de ambos y me levanté sin decir nada. ¿Qué hago? Joel al menos está en su casa y no le importa mucho, pero para mí es todo lo contrario. No puedo estar en algún lugar sin sentirme incomoda.

-Estaré afuera -les avisé y ni siquiera se dignaron a responderme. Creo que su advertencia iba en serio y en cuanto llegué al área de la piscina, el aire fresco chocó en mi rostro. Quité mis zapatos y metí mis pies en la piscina. El agua estaba fría, pero no me importaba realmente. Me quedé un momento ahí hasta que escuché esa voz conocida que yo tanto quería-. Tienes cara de que esta noche debería quedarme a dormir –Erick , mi mejor amigo.
-¡Eres tú! -me levanté de inmediato y rodeé mis brazos en su cuello. Amaba que en los momentos difíciles, él apareciera de repente... por casualidad. Me separé de él y me sonrió-. Sí, necesito que te quedes. No me siento bien, no puedo pasar tiempo con mi hermanastro porque Christian y mamá no quieren que después nuestros sentimientos se "confundan" -hice aquellas comillas y él rio bajito. Realmente eso era absurdo.
- ¿Y te gusta tu hermano? -preguntó mirándome fijamente. Mi estómago se revolvió y parecía que subió hasta la garganta. La pregunta me desconcertó totalmente. No, Joel no me gusta. Desvié mi mirada y seguí con mis pies en la piscina, no contestaba a su pregunta y sabía que él estaba esperando una respuesta.
-No puede gustarme -le respondí.
- Eso no es un no -murmuró Riley- y porque te conozco y te quiero, sé que te gusta.
-Es mi hermano -protesté-. Bueno, hermanastro... ¿cómo se le dice a eso? ¿Medio hermano? -levantó una ceja y sonreí cubriendo mi cara-. Cállate Erick. Comienzo a hablar sin sentido alguno.
- ¿Y por qué lo haces? Si no te importara simplemente me dirías que no y no darías más explicaciones, ahora estás haciéndote nudos con simplemente una pregunta. Te gusta, a mí no tienes por qué engañarme -se encogió de hombros- ¿sabes cuál es el problema ahora?

Bajé mi mirada y solo de la nada, mis ojos se habían nublado por los nervios. Esto no era normal.

-Erick... -susurré-. No se puede. ¿Cuál es el problema?
- Que ahora que sabes que lo que digo es cierto... no podrás ocultarlo. Lo mirarás a detalle, sentirás que todo va raro cuando te mire y que te sonrojarás cuando te hable.
-No me gusta, Joel no me gusta -dejé de mirarlo por unos momentos pero él seguía con esa mirada que derrochaba sabiduría-. Eick... estoy perdida -bajé mi mirada por milésima vez y realmente mi estómago estaba matándome. Esto podría sonar tan enfermo... no puede gustarme mi hermanastro-. Esto no está bien.
- ¿Por qué no? -preguntó-. Lo acabas de conocer y tu sangre no es la misma que la suya. Yo no veo donde está lo malo. Excepto porque su padre y tu madre son novios.
-No sé realmente como es que te dejaron pasar. Joel y yo acabamos de tener una conversación seria con ellos y no nos permiten estar en las mismas habitaciones -susurré-. Acaba de decir que se irá de la casa a vivir a otro lado. Acaba de decir que se acaba de tirar a una chica... y... no sé cómo me hace sentir eso. Ni siquiera sé porque estoy hablando así, ¡ni siquiera sé porque me gusta! -cubrí mi rostro con mis manos y cada vez que lo analizaba, todo me atormentaba.
- Bueno, eres una chica hormonal -miré a Riley y él medio sonrió-. No me dejaron pasar, pero una linda chica rubia me abrió la puerta. Es muy guapa por cierto.
-Es Jess y tiene novio -el rostro de Erick cambió con la última palabra y reí. Se acercó a mí y me rodeó con uno de sus brazos. Recargué mi rostro en su hombro y suspiré-. Yo soy la única que se siente así.
- Oye… -lo miré- por esta vez, espero que por tu bien sea solo así.
-Ya... no importa -suspiré y saqué mis pies de la piscina-. Vamos arriba, ¿te parece? -no contestó, simplemente se levantó y sacudió su trasero. Tomé mis zapatos y sequé mis pies con una toalla. La casa sonaba tan silenciosa... y rara vez estaba de esa manera. Había tensión por doquier. Subí las escaleras cuidadosamente con Erick detrás de mí y un piquete llegó a mi estómago cuando vi a Joel sentado en frente de la ventana.
Frente a él estaba el estuche de mi guitarra y en sus manos había un pedazo de papel que arrugaba con fuerza. Él se puso de pie, al parecer notaba mi presencia. Movió su rostro como si mirara hacia donde yo estaba, pero se agachó de nuevo-. Uh...eh... ¿____? -susurró.
-Joel -sonreí con decir su nombre y ahí me di cuenta que estaba realmente perdida-. ¿Sucede algo? -le pregunté y Erick no hacía ruido alguno. Se encontraba en silencio y en su rostro podía ver cómo me decía: a mí no me engañas.
Jeoel olfateó algo y frunció el ceño-. ¿Hueles a perfume de hombre? -miré a Erick y él alzó las cejas tomando su camisa y asintiendo-. Bueno, cómo sea... -tomó el estuche de la guitarra- tómala, papá me dejó dártela -la tomé en mis manos y no dejé de mirarle- y... esto -me dio un pedazo de papel- no lo abras hasta que ya no esté aquí.
-Ah... -titubeé-. ¿Cuándo planeas irte?
- Ah… no sé, probablemente el lunes -murmuró bajito.
-Hmm... Bien -sonreí a medias y agitó su mano para despedirse. Cuando estaba a punto de entrar a su habitación, decidí hablar-: Joel -él se detuvo y suspiré-. Gracias por conseguir que Christian me dé la guitarra... -mi felicidad se escuchó en mi voz, realmente lo estaba-. Descansa.

Who's lovin' You? Where stories live. Discover now