Capítulo 7

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Sonreí y suspiré, seguí caminando con Erick al lado de mí.

-Gracias por decírmelo, ahora no me importará que me vea con alguien más.
- ¿Acaso por eso te estabas reservando? -preguntó Erick negando- Te dije que lo olvidaras.
-Y créeme que lo intenté  -carraspeé mi garganta y después, sonreí de oreja a oreja-. Da igual, ya pasó tiempo de ello. ¿Qué importa? Terminarán rompiéndole el corazón, lo sé -él rio y negó como si dijera: Nunca cambiarás-. Entra -le dije al llegar al café. Aún recuerdo la última vez que estuve aquí, discutí con Joel y regresé a casa caminando.
- Vaya -dijo mirando a su alrededor- luce caro... y acogedor. ¿Me puedo mudar aquí?
-Por mí encantada, así no estoy tan sola -reí y ambos nos encontrábamos observando el menú con los precios frente a nosotros, pero yo sabía muy bien lo que pediría-. ¿Ya decidiste? Yo invito.
- Creo que tengo esta cantidad en el cochinito en mi casa -dijo mirando fijamente hacia un café. Pedí a la señorita de la caja nuestros cafés y nos aceramos hacia una mesa que estaba justo al lado de la ventana. Podía ver desde lejos como las nubes amenazaban con hacer caer lluvia, pero realmente esperaba que no fuera así. La luz de afuera chocaba con los ojos de Erick y hacía que en su cabello se notara más claro.

-¿Tú qué opinas? ¿Lloverá o no? -me recargué en mi asiento con los brazos cruzados y esto comenzaba a sonar más como una apuesta.
- No -murmuró mientras se cruzaba de brazos y veía hacia afuera también-. ¿Por qué?
-Parece que lloverá... y si la lluvia nos atrapa, nos resfriaremos. ¿Sabes cuan malhumorada me pongo cuando eso pasa?
- ¿Cuándo te salen mocos hasta por las orejas? Sí, hasta yo me pongo de mal humor -rió fuerte. La señorita se acercó con nuestros cafés y todo se volvió mucho mejor... platicas que hablaban de nuestro pasado... bromas y hasta perdidas de ambos. Todo se volvió bastante personal, pero no me importaba... estaba con Erick.

...

-¡Correeeeeeeee! -grité mientras ambos nos dirigíamos a casa. Erick se detuvo en la parada del autobus y por lo tanto, también paré de correr-. ¿Te irás ya?
- Tengo que irme ya, mañana debo de ir a trabajar -arrugó la nariz-. Volveré otro día, corre.
Lo abracé fuertemente por última vez y di un beso en su mejilla-. ¡Te quiero no lo olvides! -grité y continúe corriendo. La gente sostenía sus sombrillas y pensé seriamente si gozaban viéndome correr bajo la lluvia. Oh Dios... Mamá me mataría, me resfriaré y todo estará mal. Mis botas estaban empapadas y mi brasier rosa se transparentaba terriblemente. Quizá algún pervertido gozaba de la vista también. Cuando logré llegar a la casa, abrí la puerta y subí corriendo las escaleras puesto que no quería que nadie me viera así. Cuando llegué al final del pasillo en mi lugar de pensar, noté por la ventana algo que no creí ver jamás. Afuera estaba una enorme tormenta y en la piscina había un chico nadando, Erik. ¿A quién se le ocurre nadar en medio de una tormenta? Si un relámpago cae lo matará. Suena demasiado exagerado... pero así era. Cerré mis ojos y suspiré cansada. No sé si esté bien interrumpir por algo que no me incumbe, quizá esa es su costumbre desde hace muchos años. O quizá simplemente se le antojó nadar en este momento. Coloqué mi pijama y al salir, me senté en mi cama... pensando en absolutamente nada. Solo estaba esperando el  momento en el que todos estuvieran dormidos y así yo sentarme en mi lugar favorito, sin que Joel me dijera que acabaría haciendo un pozo ahí. Pero como si no fuera más que obvio, mi estómago comenzó a rugir ¡¿Por qué justo ahora?! ¡Cállate estómago, arruinas mis planes! Hambre, hambre, hambre. Era lo único que había ahora en mi mente. Rodé los ojos y bajé, tratando de no hacer ningún ruido para pasar desapercibida, pero apenas entré a la cocina Joel se encontraba con una toalla cubriéndolo de la cintura para abajo. Cubrí mis ojos con la palma de mi mano y me escondí entre la pared. Oh deja de hacer eso… te ves ridícula y ni siquiera te notó. Me olvidé de lo tonta que me veía y me acerqué hacia donde estaba, pero sin hablarle únicamente para prepararme rollitos de jamón con queso panela. Traté de no prestarle atención, pero la verdad es que ignorarlo no era una opción. Por más que fingiera no verlo, él estaba ahí sacando algo del microondas.

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