Capítulo 6

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Pasaban de las diez de la noche y ya estaba lista para dormir, bueno... quizá no. Ya en pijama me senté en mi lugar favorito, haciendo nada. No me encontraba pensando, simplemente admiraba la ciudad desde este punto. La puerta de casa sonó y por primera vez en mi vida... deseaba que Joel fuera el que subiera las escaleras para así simplemente estar un poco más tranquila de que no fuera mamá, pero lo era. Era mi madre llegando de su trabajo. Al verme carraspeo su garganta y yo la miré, pero dejé de hacerlo en cuanto caminó hacia mí. Comenzaría la plática seria... Dios mío.

- ¿Cómo te sientes? -preguntó sentándose a mi lado, haciendo que la cercanía me fuera más incómoda que siempre.
-Muy bien, estoy perfecta -sonreí-. ¿Tú cómo te sientes?

Por su mirada podría jurar que no me creía absolutamente nada, pero yo tampoco me creía a mí misma.

- Me siento terriblemente agotada -murmuró cerrando los ojos- y esperanzada a que tú te encuentres mejor, al menos un poco.
-Yo estoy bien. Cuando Joel me trajo jugué un poco con Scott, ese niño alegra mis días aquí -levantó sus cejas e hice una línea fina en mis labios-. Ve a dormir, mamá. Yo me quedaré aquí un rato más.
- ¿No quieres que hablemos un rato? -negué y ella asintió mientras soltaba un suspiro. Se acercó a mí y besó mi frente-. Te amo, ¿sí?
-Yo a ti -le dije y caminó a su habitación. Escuché como la puerta se cerró y respiré ya tranquilamente. La discusión que había tenido con ella había sido fuerte... y por lo mismo de siempre. Simplemente mi estómago se acostumbró a un ritmo en el que no puedo desayunar.
Veía como los autos pasaban desde la gran ventana y a mi mente llegó: quiero estudiar, quiero tener amigos... uno más aparte de Christopher, uno al cual le pueda contar mis cosas sin vergüenza alguna, uno el cual me apoye y... sea sincero.
- Se te van a quemar las neuronas allí -escuché la voz de Joel a mi espalda- ¿por qué sigues aquí? -preguntó, me giré a verle y noté que estaba vestido como si fuera a alguna parte.
-Pienso -murmuré. Negó y una sonrisa apareció-. Ya sé que en las noches no es bueno, pero en serio lo necesito. ¿Vas a salir?
- No se supone que alguien esté despierto a esta hora pero... sí, tengo que ir a correr un rato -murmuró encogiéndose de hombros y cerrando la puerta de su habitación.
-Suerte, ojalá que un loco te dé un susto para que corras mucho más rápido.
- Gracias, normalmente la gente me desea cuidado y todo eso pero tú... bueno, gracias -se puso la gorra de su sudadera y noté que sacaba su iPhone y ponía los auriculares en sus oídos.
Sonreí y dejé de verlo para una vez más observar a través de la ventana. Pasé saliva y sin pensarlo, hablé:

-Quizá soy única -Mi voz se quebró por percatarme de la tremenda estupidez que había dicho y la sangre volvió a mi corazón cuando él ni siquiera contestó. La música que sonaba en sus oídos me había salvado de algún comentario que no quisiera escuchar. Bajó las escaleras y al escuchar la puerta de la casa cerrarse, me recosté en el pequeño sillón. Comenzaba a pestañear lentamente y simplemente cerré los ojos.

(…)

"Lo eres" -_____.

Observé el mensaje que me había despertado. Ahora me encontraba en mi habitación, sin zapatos, cobijada y con almohadas a todo mí alrededor. ¿Cómo había llegado aquí? No lo sé. Me quedé observando el techo y comencé a pensar en quién pudo haberme traído hasta aquí. Quizá fue Christian, él aún no llegaba de trabajar cuando mamá llegó. Jess no pudo haber sido... Scott tampoco. Mamá pudo haberse levantado y sin darme cuenta me trajo aquí... pero entonces tendría una hernia. ¿Joel? Oh, oh, oh. El mensaje... me escucho, Dios. ¡¿Cómo se supone que lo vea ahora?! Trágame tierra, así la vergüenza no podrá . ¿Por qué siempre me encontraba con él cuando estaba en mi momento más vulnerable? Quizá era parte del destino, quizá como jamás tuve un hermano mayor... no, eso no tiene sentido. El destino no existe, ______. Simplemente las cosas ocurren, pero que Joel se encuentre conmigo en momentos así, es más que una simple casualidad. Bueno, en realidad si es una casualidad. Tan solo de pensar en cómo me echó de su habitación aquella vez, hace que me sienta intimidada. Pero leer ese mensaje hace que todos mis pensamientos se esfumen. Debería de estar pensando en la gran excusa que le diré si me pregunta por qué dije eso. De cualquier forma lo único que podía hacer ahora era dormir puesto que aún faltaban horas para que amaneciera y yo lo único que deseaba ahora era dejar de pensar.

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