Capítulo 2 -•- El termo

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      —¿Qué te pasa? —preguntó desorientado.

      —Lo siento yo... yo no sé que me pasa, no logro entenderlo... En serio perdón, yo no quería hacerlo sólo que el sonido me desespero de una forma abrupta y me fue insoportable seguir escuchándolo...

      —Últimamente estás muy agresiva y todo te estresa y molesta, ¿qué pasa contigo?.

      —Ni siquiera yo lo sé, es extraño. En verdad lo lamento.

      —No pasa nada... Pero algo pasa contigo Caroline, he notado lo que has dicho y no sólo es una vez, en clase estás igual, como si estuvieras demasiado cansada y frustrada... Pero lo que sea, estaré contigo siempre, pase lo que pase ¿bien?.

      —Bien, gracias —se acercó a mí para besar mi frente, cuando se separó decidí continuar—: Michael... —Me miro— ¿alguna vez te has preguntado lo qué se sentiría asesinar a alguien? —me miro extraño.

       —No y no creo que sea muy normal pensar en ello... ¿Tú lo has pensado?. —Sí.

       —No, no, sólo que me llegue a preguntar lo qué pasa por la mente de un asesino, eso es todo.

       —¿Segura qué sólo eso?.

       —Sí. —No.

       ¿Por qué me imaginó esto? ¿Qué pasa conmigo?. No creo que se trate de una persona muy cuerda el pensar eso.

       Después de pasar un lindo día con Michael entre conversaciones y todo eso, llego la hora de cenar. Donde estoy ahora, sentada frente a mi padre.

        —¿Por qué no comes? —preguntó mi padre mirándome fijamente.

        —No tengo hambre, eso es todo —dije mientras pico la comida con mi tenedor.
 
        Mi padre dejó de comer para mirarme fijamente como si hubiera contestando algo fuera de este mundo.

         Al sentir sus ojos sobre mí me sentí culpable de algo que no había techo. Temí por que se diera cientos de mis pensamientos raros de asesinar a alguien.

         —Es tu comida favorita, aún sin hombre comes tu porción como sea posible... —Se veía triste.

         —Bueno, es que me duelen un poco los dientes y me es casi imposible el dolor por las noches algunas veces, no quiero preocuparte con otra cosa sobre mí, no lo veo necesario, eso es todo. Ah y... No quiero de nuevo volver a algún doctor o algo parecido, no me gusta, me hace sentir peor estar ahí dentro... —Por fin lo miré.

        —Caroline si estás mal, dímelo... ¿Hay algo más? —de nuevo aparte la mirada de él.

         Le había dicho la verdad, me duelen los dientes y no puede mascar bien las cosas sin que me duelan. Mi estómago pide a gritos comida pero no me es posible consentirlo.

        —Sí, es todo... Oye papá —sin apartar la mirada de mí, siguió comiendo—. ¿Tú qué piensas de las personas que matan gente sólo por placer?.

        —Que son malos y que deberían estar encerrados... Supongo.

         —¿Crees qué disfruten hacerlo? Me refiero a la cuestión de sentir satisfacción poder hacerlo y por querer acabar con la vida de alguien... Al igual que disfrutar el ver como su víctima deja de respirar o el alegrarse de que su víctima deje de moverde o incluso dejar de sentir su pulso... —Pare de hablar cuando el tenedor de mi padre chocó contra el plato.

         Fue ahí cuando me di cuenta de lo sumida que estaba en mis pensamientos y de lo tanto que disfrutaba al estar diciéndolo... Pero disfrutaba aún más imaginar que yo misma lo hago.

El bosque ll •Transformación•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora