Capítulo 48 -•- Las huellas

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        La música está demasiada alta, las luces son de distintos colores, hemos bebido demasiado esta noche y hemos recorrido demasiados bares, claramente no podríamos irnos sin tomar algo en cada uno. Las manos de Antonio están sobre mis caderas mientras nos movemos al ritmo de la musica, su rostro está muy cerca del mío, su aliento me hace saber que tanto ha bebido y sin esperar mucho me besa, le sigo el beso, no pasará nada si lo hago y además los dos lo queremos.

        Seguimos bebiendo y bailando. Últimamente no he traído a nadie sobre mí, han desaparecido más... Pero he estado en casa cuando eso paso, así que ahora no soy solo yo y eso me ayuda a que mi padre me crea que no he asesinado a nadie más.

        Salimos de ahí para ir directo a su casa, en realidad sólo íbamos por mis cosas para que regresará a casa antes de que mi padre comenzará a marcarme para saber dónde estoy.

        Antonio abrió la puerta de su casa, se hizo a un lado para que pasará primero, entre. Cerró la puerta y sus dedos de envolvieron en mi muñeca y me jaló de regreso, me besó, terminé con la espalda pegada a la pared dejándome llevar por el deseo que ya teníamos desde que estábamos en el bar, nos separamos para mirarnos a los ojos.

       —Mejor hay que detenernos.

       Cómo respuestas lo besé, clavó sus dedos en mi cintura, y el deseo de hizo más hambriento, se separó de mí.

       —No quiero que dejemos de besarnos.

      —Tenemos que hacerlo, después —me besó— no podré... —me volvió a besar— parar. —Sonreí en sus labios.

     —No dije que no quería otra cosa y no te pedí que pararas cuando estemos apunto de hacer algo...

      —Creí que te gustaba Dante —su nombre en estos momento fue como una puñalada en el corazón.

       —No hay que meterlo en esto, y si eso fuera ¿por qué me besas?

       —Me vuelves loco.

       —¿Y quién ha dicho que tú a mí no, eh? —lo jale del cuello para besarlo.

       No dudo en seguirme el beso, subió mi vestido y me levantó, enrede mis piernas en su cadera, camino conmigo hasta su cuarto, cerró la puerta con una patada, me bajo y le puso seguro a la puerta.

        —Por si acaso —me sonrió, lo seguí besando, se tropezó con la cama y me senté sobre él, en poco tiempo mi vestido ya estaba por alguna parte de la habitación al igual que su camisa y nuestras chaquetas.

      En ágil movimiento, ya se encontraba sobre mí, me besa el cuello con desenfreno. Algo que tengo muy seguro es de que en algún momento me voy arrepentir, pero ahora no.









       La molesta vibración de mi celular que está sobre la mesita de noche me despierta, veo la hora... Son las cuatro de la mañana, tengo llamadas perdidas de mi padre, Ashley, Dante, Ivan, inclusive de Michael, y no solo llamado perdidas, cientos de mensajes.

       Dejo de prestarle atención al celular cuándo caigo en cuenta de lo que he hecho.

       Me acosté con Antonio.

       Perdí mi virginidad con él.

       ¿Si era virgen?

       Gire mi cara para mirarlo, su cara está aplastada contra la almohada, su boca está ligeramente entre abierta y la baba se le sale...

       Oh por Dios...

      Serás idiota Caroline.

      No.

El bosque ll •Transformación•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora