28. Cuenta regresiva

Start from the beginning
                                    

―La justicia no hará nada, lo sé. Solo estamos impidiendo que la usen contra nosotros, vamos a chantajear a Henderson.

El juez era una ficha intocable porque tenía todo de su lado, una vez que le quitaran el poder como juez solo podía usar la mafia y ahí quedaría descubierto. Ryan y Margaret empezaron a planificar estrategias para enfrentarse al juez, mientras en mi mente rondaban muchas preguntas sobre Gerald Henderson.

¿Por qué está relacionado con los Romanov? ¿Por qué mi madre y él se comunicaban?

Mi corazón sintió un vuelco ante la idea de ver al juez en persona para confrontarlo. Despisté la idea de inmediato, mis locuras habían puesto en peligro a mis amigos más de una vez al tratar de rescatarme, porque nada salía como lo planeaba.

Trataría de ser más sensata, consultar con ellos antes de tomar una decisión pero resultaría difícil porque yo sencillamente era Braden, y eso era mejor que ser Julieta.

Margaret me avisó que mi hermano se encontraba en el hospital, le tocaba sus terapias, en pocas palabras quería que me mantuviera alejada mientras ellos seguían con sus planes. Recorrí los pasillos del hospital hasta encontrar la sala de rehabilitación, me quedé detrás de la ventana de cristal cuando vi a JJ caminando sujetado de una barandilla de metal.

Llevé mi mano al pecho inmersa en la ternura al ver su esfuerzo. El médico que lo acompañaba sonrió a algo que dijo JJ y señaló hacia mí. Ellos me miraron y me hicieron señas para que entrara, cuando estuve cerca de mi hermano sonreí ampliamente.

―Pareces una loca acosadora―se quejó JJ.

―No quería interrumpir.

―Es bueno verle Julieta―saludó el doctor. Lo recordaba de los días que estuve interna.

Le devolví el saludo con un seco asentimiento de cabeza, mi atención estaba únicamente en JJ.

―Quiero dejarlo hasta aquí―dijo JJ.

―¿Es porque yo vine? ―lo miré con el ceño fruncido.

―Ya fue suficiente―contestó.

―¿Cuánto duró la terapia? ―miré al doctor―¿Avanzó mucho?

JJ resopló con fastidio. ―En una maldita hora solo he logrado dar cinco pasos sin que me duelan los malditos huesos.

Lo miré con dureza, lista para responderle pero el doctor interrumpió.

―Es un proceso lento, William ha avanzado mucho para la magnitud de sus daños, he pasado la hora diciéndole que no obligue a su cuerpo a dar más de lo que debe.

JJ nos miró y luego llevó su mirada al suelo, su mandíbula se tensó antes de decir: ―Quiero sentarme.

El doctor hizo que JJ se recargara en él y con mucho cuidado lo llevó hasta sentarse en las colchonetas.

―Faltan los ejercicios de estiramientos―me informó el doctor―, quizás William quiere que le ayude usted.

―Sí―dijo JJ de inmediato.

El doctor asintió. ―Son muy sencillos, William le dirá el procedimiento.

Cuando el doctor dirigió su atención a otros pacientes de la sala, JJ se recostó. Me quité los zapatos y me puse en cuclillas.

―Ayúdame a estirar la pierna―me indicó―con delicadeza. Al menos inténtalo, porque sé que no tienes.

Rodé los ojos. Levanté su pierna muy despacio, como si fuera a llevarla a su pecho.

La locura de JulietaWhere stories live. Discover now