El alfa tras la cortina se rió solo. Lo escuché moverse allá atrás, pero no lo podía ver.

La actitud de la mujer omega no me sorprendía. Algunos omegas se creían mejores que otros porque era los favoritos de sus alfas. Esa mujer era una de esas. Ese alfa y ella...

—No lo vas a hacer y lo sabes. —El alfa se rió de nuevo y lo vi salir de donde estaba. Se acomodaba la ropa, ese alfa era...

—Si no fuera por Sami, me deshago de ese estorbo... —Ella resopló pesado y el alfa pasó a nuestro lado, sin siquiera mirarme.

—¿Es esa la excusa que te das? No te atreves, eso es. ¡Quién iba a pensarlo!

Las palabras del alfa la enojaron más. No podía creer lo que estaba viendo. Ella era una omega y estaba hablándole a ese alfa como un igual.

—¿Qué no me atrevo? —ahora ella sonrió y me dio miedo mirarla. —Haré lo que sea necesario, todo, lo que sea. En cambio, tú querido... Mmm, es algo muy simple lo que tienes que hacer y mmm, no te atreves. Pareciera que tienes, no sé...

—No sabes lo que dices...—la cortó ese alfa.

Su voz me asusta, sus ojos también. Me encogí en mi escondite. No sé que hacer...

—¿Ah no? —Ella acababa de interrumpir al alfa y no se detuvo ante lo amenazante que se vió ese tipo. —Creo que no te atreves, porque temes no poder hacerlo. ¿Tan difícil te parece tomar lo que es de otro alfa?

No, ella no debió desafiarlo así. ¿Estaba loca? ¿Qué le pasaba?

—Ocúpate de tus asuntos. —le dijo y el alfa giró para mirarme. —Yo me ocupo de los míos.

Pensé que iba a morirme. Que me iba a matar ahí mismo como hizo con Roger. Ese alfa es de lo más cruel. No me mató antes, pero me hizo daño con eso que hizo tomar...

Pero no lo hizo, sólo me miró y se fue sin más. ¿Qué voy a hacer ahora? ¿Cómo voy a salir de esto?

La mujer omega tampoco le dijo nada. Pero parecía que estaba lista para hacerlo. Para contestarle al alfa. ¡Estaba loca! Ese alfa la podía destrozar ahí mismo, hacerla pedazos. Pero no, hasta la Escuché resoplar molesta.

No podía creer que le hablaba así a un alfa. Como le contestaba, como lo miraba de frente y no le tenía ningún respeto.

—Por supuesto que me voy a ocupar de mis asuntos. —le gritó al verlo marcharse.

Nos quedamos solos y no supe que hacer. Ella torció la boca enojada y maldijo al alfa. De repente, como era omega como yo, podía entender mi situación. No, imposible, ella no era como yo. Esa estaba loca.

La vi resoplar y luego giró hacia mí. Me sonrió, pero era pura mentira esa cara de buena gente.

—¿Cuál era tu nombre?

—Fran... Frank.

—Cierto, cierto. —ella me acarició el rostro y fue algo raro.

Ella era omega, eso era claro. Su cuerpo olía a ese alfa. Ese olor me llegaba fuerte y claro, pero un momento... Su olor a omega... de pronto desapareció.

De repente era el del alfa lo que escondía el de la omega o no sé... Nunca había visto algo así. Intenté olerla, pero nada, sólo el potente aroma a ese alfa me llenaba.

—A ustedes no hay quien los entienda. —continuó la mujer omega. —Son todos unos idiotas, casi como los animales. Frank, no tenías más que quedarte dónde estabas, sin dar problemas. Pero no, mírate ahora, estás aquí ahora...

Corpóreo y mundanoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora