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Gracias a todos por sus comentarios. Como les mencioné antes, tardé en tener este capítulo listo. Pero acá está y espero les siga agradando. Sin más que decir acá les traigo la continuación de esta novela.

 Adele insistió en salir a cenar

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Adele insistió en salir a cenar. Bien pude ordenar comida y tener una tranquila velada en mi departamento, pero no. Ella tenía otros planes. Alegó que nunca salíamos juntos y que sería bueno para Giovanni tomar algo de aire.

Claro que primero tuvimos que pasar por el centro comercial, donde Adele se tardó un par de horas en escogerle ropa al niño. En la tienda que entramos, los empleados se mostraron algo sorprendidos ante la presencia de Adele y el pequeño.

Olvidé un detalle importante, el niño es un omega.

Una de las empleadas de la tienda no resistió el impulso y le preguntó a Adele si estaba segura de que quería comprarle ropa a Giovanni.

—Apenas entré fui muy clara con mi pedido. —le respondió a la anonadada vendedora.—Si tengo que repetirme me voy a incomodar lo suficiente con tu cara y no vas a volver a trabajar en esta ciudad, cariño. Ahora ve allá adentro y tráeme la talla que te pedí.

Y con esto, Adele le cerró la boca al resto de la tienda. Nadie más se atrevió a cuestionarla, si no que hicieron oídos sordos y voltearon la cara para ver a otro lado. Mi madre se salió con la suya y abandonó el establecimiento, con un niño omega vestido como si fuera un alfa.

Al ver a Giovanni, no pude evitar en pensar en el imberbe de Miles.  Seguro andaba por ahí, vestido con ropa ajena, aparentando lo que no era y hundido hasta el cuello en problemas.

Ahora en el restaurante que Adele eligió, estábamos los tres intentando pasar un buen rato.

Giovanni nunca había pisado un lugar como este y se veía bastante nervioso. Quería estar en mis brazos todo el tiempo.

Adele encontró eso "tan adorable" y a mí se me fue el apetito. Valgan verdades, no me he sentido bien desde que llegamos.

Algo hay en el ambiente que me indispuso apenas crucé la puerta. No estoy seguro de que es, pero no veo la hora de volver a mi departamento. Necesito tomar un baño y despejar mi mente. Ha de ser el estrés que traigo encima. Tengo mucho trabajo por hacer, pero no sirve de nada preocuparme por eso ahora.

Adele le estaba enseñando al niño a usar los cubiertos, cuando decidí retirarme un momento. Mi madre me miró extrañada, pero no dijo nada.

En cambio, me sentí en la obligación de decirle que iba al baño a mojarme la cara.

En definitiva, el ambiente me tiene incómodo. Hay algo que me pone así, dentro de estas paredes.

No sé por qué, pero mi cuerpo se inquieta. No tengo tiempo para pensar en tonterías. Quizá fue una mala idea venir a este restaurante. Pudimos ordenar comida, pero para Adele es casi una blasfemia.

Corpóreo y mundanoWhere stories live. Discover now