Capítulo 19.

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Era cómo si no lo hubiera visto durante años. Cómo si todo hubiera sido un grato sueño y el simplemente hubiera desaparecido. 

Pero ahí estaba, con su cabello ligeramente alborotado, sus largas y abultadas pestañas y sus labios entreabiertos. Mis pulmones funcionaban irregularmente y una fina capa de sudor me cubría la espalda, haciendome soltar la sartén antes de que se me saliera de las manos y terminara desparramada por todo el suelo.

Odiaba cuando mi cuerpo adquiría ese estado de debilidad ¿porque tenía que reaccionar de esa manera? ¿porque no podía ser segura de mi misma cómo las otras mujeres? ¿porque me convertía en un manojo de nervios en cuanto me percataba de su presencía? 

Tuve que apretar los labios y los nudillos sobre la mesa de la cocina hasta que se me pusieran blancos. Es decir, no eramos nada ¿verdad? No podía abalanzarme sobre él aunque cada parte de mi cuerpo me incitara a hacerlo, además el había dicho que olvidaramos todo por un día y esa fecha había caducado la semana anterior, ahora todo volvía a la normalidad. Evan se convertiría de nuevo en el adinerado y atractivo hombre que siempre había sido y yo, bueno, seguiría siendo yo. Desafortunadamente.

Una voz femenina me hizo apartar la vista de sus carnosos labios, haciéndome sonrojar por mi atrevimiento de haberlos mirado con tanto deseo y haberme hecho un montón de alucinaciones en mi cabeza sobre esa pequeña parte de su cuerpo que me volvía loca.

El parecía tan perdido como yo, pues parpadeó varias veces antes de girar su cabeza hacia la puerta de la entrada.

Y allí estaba, con todo su esplendor físico y veneno en sus intimidantes ojos azules.

Grace.

Vestía un despampanante vestido rojo que acentuaba sus curvas con una abertura bastante atrevida que casi llegaba hasta su abdomen y que así mismo resaltaba sus pechos de una manera irreal, cómo si estos desafiaran la ley de la gravedad o algo por el estilo.

Al verme, sonrió de lado primero con insuficiencia, cómo si se burlara de mi aspecto y luego esta misma se amplió al percatarse de que la estaba mirando boquiabierta, sorprendida de que alguien pudiera lucir tan bien.

Con sus altos y extravagantes tacones se dirigió a la cocina, y se ubicó justamente al lado de Evan dándole un sonoro beso en la mejilla al tiempo que él parecía estar sorprendido de su rección e intentaba apartarse de su agarre.

Quería que la tierra se abriera y me enviara al inframundo, quería besar a Evan para darle a entender a esa bruja de que el era mío, quería estrellar la superficie del sartén contra su rostro para poderle borrar esa sonrisa, pero nada de esas cosas iban a pasar.

En primer lugar si el suelo se abría sólo me enviaría al departamento por debajo de nosotros, en segundo, Evan no era mío y tal vez nunca lo sería (lo que en el fondo me dolía batante) y tercero, no era capaz ni de mirarla a los ojos por más de cinco segundos, así que ¿cómo demonios cojería fuerzas para realizar un acto tan violento? Pensándolo bien, ni por que se lo hubiera follado en frente de mí podría hacer eso.

Me dieron ganas de vomitar. El hecho de pensar que ellos en algún momento de su relación hubieran tenido ese tipo de intimidad, me revolvía las entrañas y me subía los colores de la ira e impotencia que sentía en estos momentos. 

Me vi obligada a respirar y a contar hasta diez mentalmente. Mis manos temblaban con fuerza, lo cual significaba que estaba teniendo un ataque de ansiedad.

No podía perder el control en estos momentos, no frente a la persona que me quería ver por los suelos, derrotada, sin alientos de seguir adelante. No le iba a dar ese placer, definitivamente eso no sucedería, ni hoy, ni nunca.

"Mi" chef favorita (En edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora