Capítulo 5.

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Se me hacía raro que Margarita me llamara temprano ¿Habría olvidado algo ayer? Imposible, esa mujer tenía una memoria implacable; a pesar de ya ser de mayor edad tenía todas las cualidades de una madre que siempre había querido tener.

No había crecido en un ambiente familiar muy bueno, durante mi etapa de crecimiento sólo oía gritos y llantos al otro lado de la puerta, y al parecer a mis padres no les importaba que su único hijo siempre se escabullera por la ventana de su cuarto para tratar escapar de toda esa mierda que lo rodeaba.
Nunca entendí porqué no se habían separado pero alguna parte en mi interior deseaba que lo hicieran cada maldito día en que la estridente voz de mi padre retumbaba como pisadas de elefante entre las cuatro paredes de mi habitación.

Ahora que han pasado unos cuantos años desde que me mudé a mi propio departamento, he visto como todo se ha vuelto a restaurar, al parecer el amor volvió a surgir entre ellos y ahora se les veía cómo una pareja empalagosamente feliz cuando casualmente tenía la oportunidad de visitarlos.

Margarita me llamaba para informarme que su nieta Maureen acababa de ser despedida y que necesitaba con urgencia un empleo nuevo, así mismo me dijo que su trabajo en la cocina era excelente, me habló de lo delicioso que quedaban siempre sus recetas y "la gracia que hacía de ellos algo totalmente innovador en el mundo de la cocina" anunció textualmente.

Con gran asombro le pedí que vivieran hoy mismo, al parecer la suerte estaba de mi lado en estos momentos, me parecía algo totalmente aburridor andar contactando a personas que aparecían en los anuncios del periodico o en sitios web en busca de empleo.

No me quería arriesgar a que alguno de ellos fuera un asesino en serie o un cliptómano que me metiera en situaciones no tan comprometedoras con las autoridades.

Era obvio que le iba a decir que sí ¿Que persona podría llegar a cocinar igual que Margarita? Sólo alguien que proviniera de su misma descendencia y que tuviera esos dotes de la cocina recorriendo por sus venas.

Si mal no recuerdo, ella hablaba a menudo sobre Maureen, se notaba a distancia que le tenía mucho cariño; desde hacía tiempo escuchaba historias sobre lo eficaz y perfeccionista que era su nieta, sobre la dificultad que tenía para relacionarse con la gente, sobre su primer novio que por cierto fue a los diecinueve años y así mismo sobre la primera vez que le partieron el corazón.

Me reía con todas esas historias esperando llegar a conocerla algún día. Sinceramente me la imaginaba un poco... asocial. Sí, esa era la verdad, en el momento en que el nombre de Maureen era pronunciado, mi subconsiente creaba la imagen de una mujer de pequeños ojos negros cubiertos por unos prominentes anteojos que se sentaba siempre en la mesa más apartada de la cafetería.

En cuanto a su personalidad me la imaginaba tímida y distante, tal cómo Margarita la había descrito un par de veces antes. Sin embargo percibía cierta inseguridad y nerviosismo por parte de ella cuando salía a relucir el tema de su nieta, cómo si Margarita meditara muy bien cada palabra que saliera de sus labios, cómo si tuviera miedo de revelar algo que no debía.

Algo secreto.

Incluso antes de conocerla ya tenía cierta intriga por ver cuan misteriosa y reservada podía llegar a ser y si de alguna forma cuando nos conocieramos mejor indagara acerca de su lado secreto, ese al que Margarita le daba tanto miedo mencionar. O al menos lo intentaría.

Ensimismado en mis profundas cavilaciones escuché el eco distante de la puerta principal abrirse al tiempo en que abotonaba la camiseta. 

Antes de abrir la puerta presentí una leve corriente de aire que me indicó que a partir de hoy las cosas iban a ser diferentes, pero rápidamente sacudí mi cabeza y me reí con migo mismo por ser tan estúpido en algunas ocaciones.

"Mi" chef favorita (En edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora