Capítulo 13.

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Desvié mi vista hacia la ventana para que no viera mi rostro en ese momento. Mi cerebro pensaba con dificultad una respuesta, una excusa, al menos una mentira, pero simplemente no salía nada.

Estaba segura de que si hablaba más de lo necesario acabaría hecha un desastre, él simplemente me vería con lástima y tal vez luego de unos días se distanciaría de mí, tal cómo algunas personas que sabían mis secretos se habían alejado, simplemente habían desaparecido de mi vida sin avisar.

Negando con la cabeza simplemente me limité a decir:

- Llévame a casa, por favor.

Evité mirar su rostro, pero por el silencio que se empezaba a formar entre nosotros deduje que estaba sorprendido por mi respuesta y que estaría recapacitando si en verdad aceptaría mi petición.

Era mi turno de sorprenderme cuando cogió mi mano entre una de las suyas y entrelazó nuestros dedos, llevándoselos a la altura de su boca y besando cada uno de mis nudillos mientras me miraba con dulzura. En ese momento sentí que el corazón se me salía del pecho y mi alma caía rendida a sus pies. Cerré los ojos con fuerza al sentir que las lágrimas harían su evidente aparición si los mantenía abiertos. Siempre que sentía su presencia y su tacto, mi cuerpo se relajaba y me envadía un estado de paz y tranquilidad que nunca pensé que sería posible sentir ante el calor de otra persona.

Pero esta vez era diferente, quería gritarle, desahogar todo lo que me estaba destrozando por dentro, combatir a mis demonios con la ayuda de alguien más ya que al combatirlos sola me había declarado múltiples veces en una evidente derrota. Nunca había experimentado lo que se sentía necesitar a alguien con tanto fervor e ímpetu hasta que conocí a Evan. Lo veía como el único salvavidas al que podía recurrir en medio de la marea de personas que me rodeaban a diario.

Por primera vez en mi vida sentí la necesidad de explotar, de librarme de toda esta mierda teniendo la seguridad de que al amanecer Evan todavía seguiría allí y no me abandonaría. Pero ese era exactamente el problema. No podía leer su mente para saber con certeza si haría todo lo que yo tenía planeado en mi cabeza, no podría soportar otra despedida, no podría soportar salir herida de nuevo, dudo que sería capaz de volver a formar esa barrera de hielo para distanciar a los demás, no ahora que Evan había logrado derretirla tan fácilmente.

Aprecié mucho que no hubiera dicho ninguna palabra en el trayecto. Manejaba de maravilla a pesar de sólo estar usando una mano ya que la otra seguía agarrando la mía con fuerza, cómo si tuviera miedo de que en algún momento fuera a saltar del coche y salir corriendo en la dirección opuesta.

También pareció ser que no entendió muy bien el término de "Llévame a casa"  ya que en menos de diez minutos estábamos parqueados en frente de su imponente edificio.

- Me parece ser que te dije que me llevaras a casa. - Dije poniendo una sonrisa perezosa, tratando de olvidar el tema del centro comercial.

- Y eso estoy haciendo - Dijo muy serio - Vamos.

Me condujo hasta la ya muy familiar entrada de su departamento y miró la hora en el reloj de la pared de la cocina. Eran las cuatro menos quince.

- Bien, aún tenemos tiempo. - Dijo mientras se acercaba a mí a gran velocidad y me envolvía fuertemente en sus cálidos y musculosos brazos. Me quedé sin aliento y aún conmocionada por su inesperado movimiento, sintiendo cómo mi corazón podría claramente latir por los dos, ya que su ritmo era tan fuerte y rápido que me dolía el pecho por tenerlo allí alojado.

Cómo Evan vió que aún no reaccionaba, cogió mis manos y se las pasó por la parte baja de su cintura, empujando suavemente mi cabeza para que me recostara en su pecho.

"Mi" chef favorita (En edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora