ONCE

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Después de un exhaustivo día de clase en el que Reina descargó su enojo conmigo por haberla dejado sola anoche y de haber visto a Cole caminar por el pasillo, llegué a casa caminando

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Después de un exhaustivo día de clase en el que Reina descargó su enojo conmigo por haberla dejado sola anoche y de haber visto a Cole caminar por el pasillo, llegué a casa caminando. Enzo había estacionado su auto afuera de la escuela y me esperaba con una cínica sonrisa, sin embargo, no me detuve ni siquiera a hablar con él y emprendí mi camino. Él no dijo nada, sólo se subió al coche, lo encendió y con una velocidad que asumí sería un kilómetro o menos por hora, avanzó a mi lado por la carretera. Decidí ignorar las extrañas miradas de los conductores y peatones que llegaban a vernos.

Hasta que llegué a la puerta, escuché el motor apagarse. Al entrar, vi que mi madre estaba poniéndose un saco de color perla encima y después se acomodaba el cabello frente al pequeño espejo más cercano. Entrecerré mis ojos, extrañada.

 — ¿Qué haces?— cuestioné, sintiendo la presencia de Enzo detrás mío.

— Saldré, iré a Blackwood City por unos papeles y unas cosas que quiero comprar. Pero no te preocupes, Enzo estará aquí si necesitas algo.

  — En realidad yo también debo salir— reveló.

Mi madre, sorprendida y con un atisbo de enojo, preguntó:— ¿Adónde?

Él se encogió de hombros— Debo arreglar unas fotos que hice para una revista americana en mi estudio.

Era bien cierto que Enzo, además de la habitación entera que tenía en el segundo piso para sus trabajos, también poseía un pequeño local donde citaba a sus clientes y entregaba los pedidos en ciertas ocasiones. Se encontraba en los límites de la pequeña ciudad, desde antes de que lo conociera, supuse que él ya lo tenía a su disposición. Solamente mi madre lo ha acompañado hasta allí, yo ni siquiera conocía su dirección.

— Ciara, irás con él. 

Apreté la tela del suéter en mi puño y no intenté ocultar mi mueca.

— Sé cuidarme sola, no necesito estar vigilada siempre.

— Pues últimamente así parece.

Después de una inútil pelea de palabras con mi madre, me subí al auto de Enzo derrotada y cerrando la puerta con fuerza. Ello dos estaban hablando mientras ella cerraba la puerta con llave y se despedía de él. Tomaría un pequeño camión que se dirigía a Blackwood City cada ciertas horas, y quedaba relativamente cerca así que llegaría caminando. Di un resoplido cuando Enzo se subió y encendió el coche. 

Salir del vecindario de las casas tomó muy poco tiempo, puesto que él manejaba un poco más rápido que todos los conductores ahí-eso le hacía resaltar más que era foráneo-. El camino a lo concurrido y comercial del lugar era más largo, puesto que se tomaba una larga carretera que se veía rodeada del bosque. Me traía buenos recuerdos, cuando mi papá poseía una camioneta pick up y yo pedía ir en la caja para terminar despeinada por el viento. Tales momentos contagiosos de melancolía se detuvieron al escuchar a Enzo hablar.

Los colores del demonioWhere stories live. Discover now