Una jauria de lobos

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Disclaimer: Bleach y sus personajes pertenecen a Tite Kubo
La Bella y la Bestia y sus personajes pertenecen a Disney
Fanfic hecho con el único propósito de entretener y sin fines de lucro
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Capítulo 5: Una jauria de lobos

Un pétalo de la rosa encantada habia caido causando derrumbes en el castillo, en el salón principal los sirvientes lo habian sentido. Sentian como los cimientos del castillo se sacudian bajo sus pies haciendo que montones de escombros cayeran desde grandes alturas. Con cada pétalo que caia, el castillo iba perdiendo forma y vida, habia habitaciones a las que ya no se podian llegar caminando, probablemente Ichigo pudiese llegar de un salto, pero para los demás era imposible.

—Otro pétalo cayó—dijo Gin encendiendo una parte de la chimenea que se había apagado cuando parte del escombro cayó en ella. Estaba junto a los otros en el salón principal, aquel en donde el sillon favorito de Ichigo se encontraba, estaban mirando melancolicos la chimenea.

—Gin… ayer me salieron 3 plumas nuevas...—dijo Rangiku mientras con sus alitas acariciaba las plumas de su cola—Sabes lo que significa ¿Verdad?

—Lo se, tesoro...—respondió el candelabro alejandose de la chimenea y mirando de frente a su amada—mis partes de metal me dificultan moverme cada vez más—dijo el moviendo la rodilla y el codo.

—Ay, no, otra vez no—dijo Aizen y sus manecillas en su rostro se movieron por si solas marcando las 9 en punto, su campana sonó sin que él lo pudiese evitar—lo lamento.

—Tranquilos todos, no debemos desesperarnos—dijo Unohana desde su carrito de té—aun nos queda tiempo.

—Mamá, ¿Crees que algún dia vuelva a ser una niña de verdad?—preguntó Yachiru acercándose a la tetera.

—Por supuesto que si, mi cielo, todos volveremos a ver la luz—dijo Unohana en un tono tranquilizador—lo que si estoy segura es que esos dos necesitan un empujoncito.

—¿Qué se le ocurre señora Unohana?—preguntó Gin con respeto.

—Una cena.

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Rukia se encontraba en su alcoba aún insistiendo con la cadena de telas en la ventana, estaba descolgandolas para calcular cuanto faltaba para llegar lo mas cerca del suelo, pero sencillamente no podia, se asomó por la ventana y cálculaba que aun le restaban unos 10 metros, seguian siendo una caída peligrosa, suspiró frustrada. De pronto escuchó que tocaban la puerta de manera mas suave que antes.

—De verdad que eres necio, dije que no iba a ceder a tus rabietas—dijo ella enérgicamente.

—Tranquila, querida, soy la señora Unohana, no hay nada que temer—se oyó desde la puerta. Rukia relajo su ceño y procuró esconder lo mejor que pudo la cadena de tela tras de ella colocándose junto a la cama, la puerta se abrió dejando entrar un carrito de té su tetera y su tacita—Por fin pude conocerte, y es cierto lo que me han dicho, eres preciosa. Es un placer, mi niña—el carrito de té seguía avanzando y eso le permitió a Unohana ver el plan que Rukia inútilmente trató de ocultar—Oh, cielos… es un viaje largo, te prepararé algo para el camino y asi será mas llevadero, ¿No lo crees?—Rukia desvió la mirada con vergüenza, se sentía muy culpable—y en todos estos años, si algo he aprendido, es que los problemas son menos agobiantes despues de una deliciosa taza de té—Unohana sirvió parte de su contenido a la taza que tenía a lado, esta por su parte, saltó del carrito para ir con Rukia—con cuidado, Yachiru—la morena levantó la taza con todo y su plato y dio un sorbo disfrutando el sabor y la calidez.

The Beauty and the BeastWhere stories live. Discover now