PROHIBIDO tener citas

¿Suena convincente?

—Toma.

A pesar de que mi cerebro procesaba que Axel me estaba entregando la rosa, no lograba emitir la orden para que mis manos la recibieran.

—¿Por favor?

Seguí mirando la rosa, estupefacta. ¿Por qué él me estaba dando algo tan importante?

Finalmente logré moverme y, con cuidado de no pincharme con alguna espina, la tomé.

—¿Por qué?

Axel recuperó su sonrisa de chico malo.

—Se dice "gracias", tonta.

Dejó las tijeras bajo el rosal y volvió a entrar a su casa.

—¿Por qué estás huyendo de mí? —Dije mientras iba tras él.

—No estoy huyendo de ti —murmuró—. Necesito sentarme.

Podrían haber hecho un meme con mi cara en ese momento. No entendía absolutamente nada y la sensación no era familiar, así que no me gustaba. Aunque podría jurar que lo mismo le estaba pasando a Axel.

—Estás pálido —observé—, ¿seguro que estás bien?

Iba a decir: "¿te va a dar un infarto?" pero logré contenerme a tiempo.

—Te...te quiero pedir una cita, Abi.

Ahora la que necesitaba sentarse era yo.

¡¡¡¿¿QUÉ??!!!

—No...no...no...no —logré balbucear.

—Creo que bastaba un solo "no".

—Esto no está pasando. Dime que no...no...pero...diablos...estás loco, completamente loco.

Axel se desparramó en el sillón y me contempló con expresión curiosa.

—Me gusta cuando te quedas sin palabras —decidió.

—Esto no está pasando, dime que no está pasando. ¿Era una broma?

Él negó cuidadosamente con la cabeza.

—Pero...pero...no. Estoy entendiendo algo mal...

—Si estás entendiendo que me gustas, vas por el camino correcto.

Me atraganté con mi propia saliva y tosí para evitar una muerte ridícula. Casi imaginaba el titular de Fátima "Alumna estrella muere tras declaración de amor". Ew.

A Axel todavía no se le quitaba la sonrisa fastidiosa.

—Ahm...yo...

Demonios, debí prestar atención a mis amigas. ¿Cómo diablos se le dice amablemente a un chico que no te gusta? ¿Cómo se hace sin herir sus sentimientos porque es tu amigo y no quieres lastimarlo?

Mierda, mierda....¿debería llamar a Ale y preguntarle? Seguro que ella sabe, tiene montones de admiradores a los que ha rechazado. ¿Cómo la llamo? ¿Pido permiso para ir al baño?

—Estás loco —repetí.

—Soy consciente —me aseguró—. ¿Saldrías conmigo?

—No —respondí sin pensarlo.

Dioses, ¿por qué no tengo habilidades sociales? Realmente no necesitaba ser buena en biología, o química. Para la próxima vida, ténganlo en cuenta.

Para mi sorpresa, Axel seguía sonriendo.

—Solo para estar claros, me gustas, me gustas.